«0.061%».
Mis mañanas siempre inician activando la computadora en mis anteojos y revisando cierta predicción futura.
—Bueno, supongo que no está mal.
Últimamente no he visto el porcentaje mostrado subir del 1%.
«La probabilidad de matar a mi esposa sin ser descubierto».
Eso fue lo que pre programé que calculara la predicción futura. Ya han pasado cerca de quince años desde que las computadoras caseras fueron capaces de ejecutar predicciones sencillas si introducías la búsqueda. Tenían diversas aplicaciones y sin excepción yo las usaba.
Mi esposa y yo somos lo que llamarías un matrimonio político. La empresa que mi abuelo administra y el apoyo financiero que el padre de mi esposa, ahora mi suegro, propuso, fue lo que hizo posible este matrimonio político. Si bien mi apariencia era normal y no había nada en particular en lo que destacara, el motivo que la hizo elegirme fue sencillamente porque esa chica, que nunca antes había conocido, le gustó mi fotografía.
—No creo que pueda amarte, pero si estás bien conmigo.
Han pasado diez años desde que le dije eso y desde nuestro matrimonio. No es como si hubiera tenido una novia o algo por el estilo. Ella tampoco tenía una mala apariencia. La empresa de mi abuelo evitaría la bancarrota y yo sería el próximo presidente de la compañía. Cada pequeño detalle iba viento en popa. Respecto al mundo y al sentido común, estoy seguro que así era. Pero, yo no pensaba lo mismo.
Tal vez se debía a que sentía firmemente que me habían comprado con dinero, hasta el punto de odiarla un poco.
De no haberlo deseado, simplemente pude haber negado con la cabeza; pero, no me encontraba en una situación donde eso fuera posible. Quiero decir, había llegado al punto donde la empresa de mi abuelo no duraría más que un par de días y, en el caso de que realmente terminara en bancarrota, una parte de mí estaba convencido que mi terco abuelo, con su exageradamente fuerte sentido del deber podría tratar y elegiría convertir su propia vida en dinero. Dijo que su vida era suficiente para salvar la mía de una deuda masiva, así que solo pude acceder al matrimonio.
—Podría matarte y robarme todo el dinero que heredes. Aun así, ¿estás bien conmigo?
Una vez que estuvimos casados, le lancé esas palabras campantemente. Durante un momento, ella hizo una expresión de sorpresa, luego sonrió mientras asentía.
—Está bien. Solo debo hacer que te enamores de mí antes de eso, ¿cierto?
Esas palabras desafiantes de alguna forma la hicieron lucir como una guerrera galante, provocando que abriera los ojos de par en par por un segundo. Ese mismo día, ingresé «La probabilidad de matar a mi esposa sin ser descubierto» en mis anteojos. Luego de introducir esa pregunta sencilla, la terminal portable consideró diversas variables, calculó un valor preciso de las mismas y devolvió una probabilidad. El primer resultado en surgir fue «38.235%». Ese porcentaje increíblemente alto me paralizó de la impresión. ¡Y creer que sería casi del 40! Fue lo que pensé; sin embargo, luego recordé que mi esposa saldría de viaje al día siguiente. Sin mencionar que, viajaría sola. Asesinarla y hacerlo parecer que todavía estaba en el extranjero sonaba plausible.
—¿Debería aparentar que me voy de viaje y matarte? Al parecer, tendré casi un 40% de éxito.
—Ya veo, buena suerte con eso. ¿Quieres que te traiga algo de recuerdo?
Sus palabras superficiales fueron tan interesantes que pregunté inconscientemente.
—¿Crees que no puedo matarte?
