2

565 73 47
                                    

Era de noche y Rengoku se había asegurado de alejarse de aquel lugar con Tomioka en sus brazos. La noche permanecía y Tomioka no despertaba más Rengoku no se preocupo por eso. 

Subió a las ramas de unos árboles y se sentó en una rama con su espalda arrecargada contra el tronco, había una expresión de miedo en su rostro por qué él había estado conciente de lo que había hecho y lo que había sentido. Tenía miedo de lo que era y lo único que pudo hacer fue abrazar a Tomioka en un intento de que ese miedo de esfumara. Se aferró a él con fuerza como si su vida dependiera de ese agarre y Tomioka comenzó a moverse.

—¡P....perdón! ¡No me fijé en la fuerza que hacia!¿No te lastime?

Pero Tomioka no respondió y en su lugar solo le dirigió una mirada de preocupación. Sin saberlo ambos estaban asustados de si mismos. Después de unos minutos Rengoku separó un poco a Tomioka para poder verlo a los ojos.

—Se como salir de a qui.

Y no dijo nada más, simplemente bajo del árbol y comenzaron a correr lejos del río. Tomioka que iba agarrado de su mano se preguntaba a qué se refería pero decidío confíar en el. Entonces el rubio paro en seco y se voltio hacia el.

—No te separes de mi pase lo que pase.

El rubio saco su Katana la levantó frente a el con la punta hacia el frente y con fuerza la arrempujo, deteniendose en ese momento como si algo se interpusiera. Entonces todo el bosque tembló y la Katana de Rengoku logro traspasar a quella barrera hasta crear un gran hueco que no duraron en cruzar. Su panorama cambio, ahora estaban rodeados de escaleras y cuartos de madera por todos lados. La madera crujía de tal manera que el lugar parecía moverse solo.

—¡No los dejes escapar mujer Biwa! ¡Esas son mis obras de arte lo son todo! —se escucho por todo el lugar y el sonido de un Biwa se hizo presente.

El piso bajo sus pies se abrió como si de ventanas se tratara y ante la caída Rengoku alcanzo a lanzar lejos a Tomioka mientras él se impulsó con una pared. Pero el sonido del Biwa se hizo presente otra vez y de nuevo estaban cayendo, Tomioka que estaba lejos logro ver a una mujer de negro que tocaba a quel instrumento y un poco más separado de el una vacija de la cual surgía un extraño ser con apariencia humana.

Sin saber por qué sus cuerpos les pedían matar a aquellos extraños y fue Rengoku quién sin darse cuénta desenvaino e hico un corte en el aire hacia ellos, creando una extensa llama que arraso con todo a su alcance hasta alcanzar a lastimar al ser. De nuevo el sonido del Biwa se hizo presente y todo su panorama cambio. Guiado por su instinto le dirigió una mirada a Tomioka indicándole que lo siguiera, y a si fue como se alejaron de los seres a una velocidad sorprendente, y conforme avanzaban Kyojuro cortaba todo lo que estuviera a su paso naciendo de cada corte fuego que se esparcía rápidamente por la madera.

—¡El lugar será destruido! ¡Muzan Sama no nos perdonará! —dijo alterada la criatura.

—Los sacaré —dijo la mujer decidida. —Tu experimento fracaso.

Rengoku pudo persivir  que había una salida serca, una que los llevaría al verdadero exterior pero a un así esparció más fuego por el lugar pues algo en sus ser le decía que destruyera ese lugar a toda costa pero Tomioka era su prioridad. Pasaron atraves de una puerta y terminaron en otro bosque pero este si lo podia asegurar era real.

—Escapamos —dijo Tomioka. Rengoku le regaló una sonrisa y guardo su espada.

Y para su suerte se podía ver en lo bajo de la montaña un pueblo. Emprendieron camino mientras pensaban en lo que había pasado, con seguridad podían decir que esos eran demonios pero la palabra "Obras de arte" se habían quedado en sus cabezas más no hablaban de ello. Mientras caminaban Rengoku se puso a rebuscar en sus ropas y por suerte al interior de su uniforme en la bolsa de la camisa llevaba dinero, justo lo que necesitaba por qué necesitaban un lugar para descansar o almenos para Tomioka. Desde que habían escapado Tomioka se veía cansado y tuvieron que parar varias veces o almenos Rengoku lo hizo parar a qué descansara.

EL HOMBRE QUE ALGUNA VEZ FUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora