El ángel... de la muerte

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En mi espera previa al purgatorio, me sumí en un agradable estado de semi inconciencia, como consecuencia, del indescriptible dolor y la pérdida de sangre producto de la fractura en mi pierna.

En medio de aquel suplicio, tuve visiones distorsionadas de una realidad en que todo se solucionaba con el poder del amor.

Edward, llegaba antes de que el rubio desquiciado acabara conmigo y de una patada voladora le volaba la cabeza.

O casi.

El golpe era suficiente para dejarlo desconcertado y comenzar una batalla cuerpo a cuerpo que, entre gruñidos y vidrios rotos, culminaba en el triunfo de Edward, quien con la cabeza de su contrincante colgando de su mano, se proclamaba vencedor.

Una vez, la hubo lanzado a la improvisada pira funeraria que consumía el cuerpo del villano a sus espaldas, caminó en mi dirección con paso felino y presuroso.

Su sonrisa carmesí, de colmillos afilados manchados de la sangre de su enemigo, lucía siniestra.

Sin embargo, en lugar de atemorizarme, hizo que me sintiera aliviada, esbozando una débil sonrisa a modo de respuesta.

Todo estaba bien. Había venido por mí, salvándome de aquella pesadilla.

Con un sencillo ademán se llevaría todo el dolor que agarrotaba mis extremidades y las volvía de plomo.

Cerré los ojos y con algo de dificultad volví a abrirlos.

Frente a mí, el ángel de la muerte se inclinaba para besar mi mano, en un gesto que advertía que era tiempo de irme con él.

A diferencia de cómo lo describían en la biblia, la criatura a mi lado era un ser con aspecto humano, pero con la belleza más avasalladora jamás descrita. Carecía de alas, pero su voz era la más dulce melodía y su tacto, era frío como los confines de la muerte.

Cuando sus labios suaves y gélidos, hicieron contacto con mi piel entumecida supe que me esperaban las abrazadoras llamas del infierno.

El calor insoportable quemaba cada fibra de mi ser, mientras los ojos de la criatura se llenaban de vitalidad.

¿Sería acaso un demonio?

No.

Era un ángel.

Su sonrisa y sus lamentos eran los de una criatura celestial.

Una eternidad pasó antes de que me despojara del dolor. O quizás fue solo un instante...

Mientras me debilitaba y mi vista se tornaba borrosa, la criatura parecía fortalecerse más.

¿Era acaso mi alma que se desprendía de mi cuerpo?

Sus dedos se cerraban alrededor de mi muñeca con violencia y sus ojos brillaban con fiereza.

Tuve miedo...

No obstante, una vez que culminó el beso de la muerte, mi cuerpo se volvió ligero y pude sumirme en un sueño profundo, sin más visiones.

(Fanfic de Crepúsculo) Del amanecer al ocasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora