La Decisión

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Miedo, angustia, oscuridad, campo, persecución.

Me siguen y no puedo ir más rápido de lo que me permiten mis delgadas y finas piernas, la bata me dificulta la movilidad al completo de mi cuerpo delgado y pálido. Necesito ir más rápido o me alcanzarán.

A mi alrededor no hay más que hierba mojada, tierra húmeda y árboles contorneándose por culpa del viento, no se donde ir y la oscuridad de la noche no ayuda a elegir un sitio en el que refugiarse... Quizás solo deba darme la vuelta y volver a aquel sitio horrible del cual he escapado.

No joder, eso ni de coña, tengo que conseguir salir de esta y a ser posible ya. Mis ojos buscan algún lugar en el que pueda despistar al grupo de policías y médicos que vienen detrás de mi. 

Sigo corriendo hasta llegar a una especie de cueva redonda y sin pensarlo ni un segundo más me aproximo e intento entrar.

 Lo consigo, entro, pero está incluso más oscuro que fuera.

-¿Alguien ha visto a ese capullo?-. oigo a lo lejos una voz que intuyo que es de algún policía.

Me siento en el suelo dejando escapar todo el aire que había estado conteniendo desde hacía más de un minuto para que no me escuchasen ya que estaban relativamente cerca de mi encuentro, así que me relajo y empiezo a masajearme la sien para tratar de no marearme.

Cuando termino me detengo para intentar escuchar mejor lo que hay a mi alrededor.

No muy lejos escucho como si hubiese una cascada de agua, pero hay algo que me llama más la atención, y es que no estoy solo aquí.

-¿Quién coño eres tú y que haces aquí? 

Acto seguido levanto las manos aunque no sé si en esta oscuridad inmensa puede ver mi gesto asustadizo.

-S-soy Liam- me tiembla la voz-. ¿Puedo quedarme aquí unos días aquí? Me está persiguiendo un grupo de gente.

Al menos en eso último no mentí.

-¿Y por qué cojones te persigue un grupo de gente a estas horas Liam?-recalcó mucho mi nombre, como si de alguna manera supiese quien soy en realidad, y eso me asustó la hostia.

-Ni siquiera yo lo sé-mentí-.

-¿Por qué debería dejar que te quedases aquí Liam?

-Si no me dejas quedarme seguramente me matarán, y antes de que lo hiciesen yo delataría donde te encuentras Zac- recalqué mucho su nombre como anteriormente él había echo conmigo.

No vi su expresión por causa de la oscuridad, pero juraría que en el instante en el que dije su nombre palideció. 

Zac dio un paso a delante que acortó parte de nuestra distancia temerosa, alzó su mano hacia mi y con un pequeño gesto vi que tenía un trozo de papel, por acto reflejo se lo arrebaté y busque un poco de luz para poder leer la nota, pero nada, no había nada de luz allí dentro, así que me guardé la nota y me acerqué un poco más a él.

-Llevamos años investigándote Zac, llevamos años sin dormir para lograr encontrarte... ¡Incluso llegamos a pensar que habías muerto joder!- Acorté la distancia que nos separaba y le abracé, no fue un abrazo con alegría, si no más bien con decepción y aunque no quería soltarlo terminé haciéndolo. 

-Vamos, di algo... 

Pero él simplemente se limitó a quedarse quieto, y tras unos minutos de agonía decidió hablar.

-¿Años... buscándome?- preguntó desorientado.

-Sí Zac, años.- Afirmé seguro.

-Yo... creo que deberías irte Liam.

Oh no eso si que no, había pasado cinco años de mi vida buscándole y no iba a perderle otra vez, de allí me iba con él.

-No me voy a ir, llevamos buscándote muchísimo tiempo Zac, por favor ven conmigo- Estiré mi mano para que la pudiese alcanzar sin ninguna dificultad, y cuando por fin me dio su mano giré la cabeza , con mi mano libre presioné el botón que tenía en el aparatito pequeño que me habían dado si conseguía encontrarlo y acto seguido susurré- Le tengo, activar el plan R.

-Recibido- me dijo una mujer al otro lado de la línea.

Unos segundos después la cueva estalló por los aires, varios helicópteros volaban encima de nuestras cabezas y coches de policías sonaban a nuestro alrededor.

Zac me miró y por fin pude verle la cara, tenía miedo y estaba decepcionado conmigo, pero me daba igual, tenía que rescatarle y si no se dejaba por las buenas, tendría que ser por las malas.

Del helicóptero bajaron unas escaleras, me aproximé a ellas y empecé a escalarlas, sin embargo a Zac le esposaron los policías para que no pudiese defenderse, le miré y le dije:

-Nos vemos en casa hermanito.

Antes de decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora