-¿Qué podemos hacer? ¿Qué podemos hacer? ¿¡Qué podemos hacer!?
-En primer lugar tranquilizarte un poco.
-¿Tranquilizarme? ¡Tú hermana nos va a pillar!
-Tenemos una hora y media hasta que llegue, algo se nos ocurrirá.
Odio como se muestra tan calmado ante una situación en la que se puede ir todo a la mierda. ¿Es que acaso no le importa que su hermana le descubra?
Claro que le importa, pero él sabe como mantenerse calmado ante una situación que requiere tranquilidad en vez de nerviosismo puro Aisha.
Siento que unas manos grandes y fuertes me rodean los hombros para mantenerme firme ante la mirada de Einar y sin poder evitarlo me estremezco, algo que no debería haber echo, pues si el pelirrojo ya es alto de por sí ahora lo parece más, generándome miedo aunque sé con total claridad y certeza que no me haría ningún tipo de daño jamás.
¿Estás segura de eso? Todas las personas que has pensado que nunca te harían daño han acabado haciéndotelo.
Él no lo hará, confío en él.
También confiabas en tu madre y mira lo que pasó...
No tiene nada que ver.
-¿Tú crees? Venga a ver, sorpréndeme, ¿Qué se le ocurre a esta persona que está delante de mi con una herida de bala en la pierna?
-Pues para empezar se me ocurre que debería subir a mi habitación, ponerme un pantalón que me tape la herida, bajar y seguir pensando.
Después de pronunciar sus palabras se gira en dirección a las escaleras, no le detengo aunque en otras circunstancias lo habría hecho sin dudarlo pero no tenemos tiempo para discutir, por lo tanto me voy en busca de un folio y un bolígrafo para apuntar los pasos del plan, que por cierto, me he dado el lujo de llamarlo: "Atrápame si puedes"
Una vez Einar está en la misma sala que yo no puedo evitar soltar un comentario acerca de lo feo que es el pantalón que se ha puesto, a lo que él suelta una carcajada para a continuación ponerse serio y trazar junto a mi el plan que seguiríamos en la próxima hora y veinte.
Mientras mi cabeza trata de tranquilizarse, mis manos de agitarse y mis pies de deslizarse de un lado a otro se me ocurre una idea que probablemente no es la mejor de todas, pero por lo menos era algo pero me detengo en seco cuando escucho una especie de ronquido proveniente del lugar en el que se encontraba el chico.
No. Me. Lo. Puedo. Creer.
Es exactamente lo que te estás imaginando, estás en todo lo correcto.
El pelirrojo se encontraba en una postura bastante cómoda, con el pelo revuelto de una forma en la que se le formaban unos cuernos en lo alto de su cabeza, con los labios ligeramente abiertos y una respiración pesada pero a la vez suave y yo no me lo podía creer.
Que yo estuviese aquí rallándome la cabeza, pensando en que mentira me podía inventar para que a Dana no le sonase extraño o que pensase que me lo estaba inventando y mientras tanto Einar estaba tirado en el sofá con una libreta abierta y un bolígrafo en la mano... bueno, en la mano no, porque debido a que se quedase dormido su mano había perdido la fuerza inicial con la que le había cogido, generando así que se deslizase entre sus dedos y quedase posicionado casi en su pecho mientras este subía y bajaba una y otra vez sin cesar.
-¿Sabes qué Einar? Me voy a hacer unas palomitas, así cuando venga tu hermana y tú no tengas ningún plan quedará en tu conciencia.- dije en voz alta aunque sabía que no me estaba escuchando debido a que ahora mismo debería estar soñando.
Y eso hice, me fui a la cocina, abrí el mueble y cogí un paquete de palomitas. Una vez estaban hechas me senté al lado de Einar, en el pequeño espacio que quedaba, ya que su cuerpo ocupaba casi todo el maldito sofá de cuatro plazas.
Una vez pasados unos treinta minutos, el chico cuyo color de pelo era carmesí se digno a despertarse.
-¿M-me he dormido...? - preguntó mientras se estiraba.
-Nahh, tan solo has cerrado los ojos media hora.
-Por lo menos dime algo bueno y enséñame el plan por favor.
-Bueno, bueno, pero si al parecer alguien a soñado con que otra persona le hace todo el trabajo mientras la otra duerme plácidamente.- dije en tono de burla.
-¿Estás de coña no?
-Para nada.- me metí una palomita en la boca.
-Pero... ¿¡Y qué voy a hacer!?
-Eso dejó de ser problema mío cuando demostraste que querías que lo hiciese yo todo.- otra palomita.
-Yo no he dicho eso.
-Literalmente me has dicho, y cito textualmente: "Por lo menos dime algo bueno y enséñame el plan por favor"
Se me queda mirando como si esperase que le contase que en realidad sí había trazado un plan para que pudiera salir de esta sin ningún tipo de problema como las veces anteriores. Una pena, pues ya os adelanto que eso no pasó.
-¿Vas a decir algo o te vas a quedar ahí parado hasta que llegue?
-¿Cuánto queda para que esté aquí?
Miro el reloj para poder apreciar la hora que hay marcada.
-Unos cuarenta minutos más o menos.
-Me da tiempo de sobra.
-Pues buena suerte, porque yo me piro. Dale a tu hermana un abrazo de mi parte y dile que no se tiene que preocupar tanto por ti, a fin de cuentas siempre consigues escaparte de ellos.
-¿Cómo que te vas? ¿No me vas a ayudar?
-Aparte de quedarte dormido no me escuchas cuando hablo ¿verdad? Te acabo de decir que no pienso ayudarte.
-Pero... ¿y que la voy a decir?
-Eso es problema tuyo.
Me levanto del sofá sacudiendo los restos de palomitas que se habían quedado en dicho lugar, me coloco el pelo y la ropa para que no quede ninguna arruga y por último me dirijo a la cocina para limpiar el bowl que he utilizado.
-Bueno, buena suerte, luego me cuentas.- digo mientras me acerco a la puerta para irme.
Antes de poner mi mano sobre el pomo para irme noto que Einar me hace girar sobre mí misma para poder verle la cara mientras me hablaba.
-No te puedes ir... creo que me han seguido y que están fuera.- dijo mirándome muy fijamente.
-¿Qué...?
Sentí un miedo increíble, hasta tal punto que dejé de respirar. Todo a mi alrededor me daba vueltas, como si estuviese en una atracción de feria que es únicamente creada para que cuando te subas tengas ganas de vomitar.
Y entonces me acordé.
-Tenemos que decirle a tu hermana que no venga.
-¿La llamas tú o la llamo yo?
-Yo, pero te vas a ir para no escuchar la conversación.
Él en respuesta asintió con la cabeza y cojeando subió las escaleras, dejándome a mí sola con la soledad que necesitaba en ese momento.
Cogí mi móvil y marqué el número de Dana.
Un tono...
Dos tonos...
Tres tonos...
Buzón de voz.
No hay respuesta.
Dana está en peligro.
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Antes de decir adiós
Romance¿Cómo sabemos que ha llegado el momento de decir adiós? ¿Cómo sabemos que estamos con la persona correcta? Exacto. No lo sabemos, nos lo imaginamos y nos dejamos influenciar por lo que nos pueda decir la gente de nuestro alrededor, dejándonos con du...