"¿Qué te trae por aquí?" "¿Qué sentís en este momento?" "¿Angustia, dolor, enojo, frustración?" Hace seis meses mi psicóloga me hacía estas preguntas en nuestra primera sesión. Ese día aun lo tengo muy presente; era un día lluvioso, el cielo se encontraba totalmente gris, el viento movía las copas de los árboles sin parar, provocando un ruido relajante, el olor a tierra mojada invadía el lugar... eso fue algo que de algún modo me provocó tranquilidad, nunca supe el por qué, pero el olor a tierra mojada, el olor de un libro y el olor del mar siempre me provocaron paz.
Ese día, era la primera vez que realizaba terapia, pero llego un momento en mi vida en que toque fondo y de algún modo tenía que salir, solo tenía dos opciones, ir a terapia e intentar resolverlo o darme por vencida; pero había hecho una promesa que no podía romper, gracias a esa promesa hoy les voy a contar mi historia.
Antes de continuar, me voy a presentar: Mi nombre es Miru, tengo 27 años, y el resto se irán enterando a lo largo del relato.
Era un viernes de septiembre, como ya dije anteriormente, el día era lluvioso e invadido por el viento. Me levante temprano para hacer unas cosas de la universidad antes de la sesión, pero por alguna razón la ansiedad me invadía; al faltar cinco minutos para el inicio de la misma, yo me encontraba sentada en la sala de espera; era un lugar que olía a frutilla, un lugar totalmente acogedor... recuerdo estar sentada en la sala de espera con la mirada absorta en la ventana, viendo como las gotas caían sin cesar. De repente, una voz femenina interrumpió todos mis pensamientos.
- ¿Miru? - Dijo aquella voz tan cálida como un día de verano- Pasa, por favor.
Me levante y camine lentamente hasta la puerta del consultorio, mi estomago se encontraba lleno de nervios, mis manos no paraban de temblar y mi mente se quedó en blanco.
-Buenas tarde, doctora. Permiso- dije en un tono tan bajo que casi no se me oyó.
Al entrar, la psicóloga me pidió que tomase asiento, así que fui directo al sillón que se encontraba junto a la ventana. Ella se sentó enfrente de mí y comenzó con las preguntas de rutina. Tomo su libreta y su lapicera purpura y le dio inicio a la sesión.
- Miru... cuéntame ¿Qué te trae por acá?
- Vine porque hace tres noches pensé en terminar con todo, nadie lo sabe, pero si no lo hice fue porque hubo alguien que apareció y escuche lo que tenía que decir... - dije muy avergonzada, tenía miedo que, de algún modo, me juzgase por lo que le fuese a contar.
- Cuando decís "Terminar con todo", ¿Te réferis al suicidio? No tengas miedo de hablar de lo que sea que te esté doliendo. – Si. -dije sin hacer contacto visual. Y las lágrimas comenzaron a brotar sin sentido.
- Bueno, vamos a descubrir que es eso que tanto duele – tomo aire y continuo – Dijiste que no lo hiciste porque escuchaste a alguien ¿Quién es?
Las manos me temblaban aún más, extendiéndose por todo mi cuerpo, cuando intente hablar, mi voz se quebró por completo y el aire me faltaba cada vez más.
-E... es alguien que no conozco, supongo que es famoso. De todos modos, me cruce su video en las redes, y ahí hablaba de como el supero la depresión, decía: "No importa si no haces nada, simplemente tenes que seguir adelante, no importa si ahora no tienes un sueño, tu sigue caminando, y va a llegar el día en que mires hacia atrás y veras todo lo que lograste" ... - al terminar de decir esa frase, el llanto empeoro, era algo que se estaba saliendo de control, era como si todos estos años reprimiendo sentimientos estuviesen explotando ahora mismo.
- ¡Wow! Que importante lo que dijo y que fuerte... pero ¿Sabes algo? Si, él lo dijo, pero vos decidiste escucharlo, porque podrías haberlo ignorado y la historia seria otra.
¿Yo decidí escucharlo? Básicamente me hablaba a mí, era como si me conociese de hace años, como si supiera todo el dolor que estaba sintiendo esa noche, era como si entendiese el sentimiento de ahogamiento ¿entienden? Ese sentimiento de que estas en un cuarto oscuro y las paredes comienzan a cerrarse, faltándote el aire al punto de que sentís que te ahogas. Pero volviendo a la sesión, la psicóloga tenía razón en lo que decía, porque yo pude decidir apagar el teléfono y hacer lo que tenía planeado; sin embargo, lo escuché, me sentí identificada con su dolor y de alguna manera le hice una promesa.
- Después de haberlo escuchado ¿En qué pensaste y que sentiste? – pregunto, mirándome con dulzura.
- Sentí alivio, sentí que era ahí, era un lugar seguro en donde podía refugiarme. Y luego pensé en mi sueño...
- ¿Cuál es ese sueño?
- Quizás suene estúpido... pero hace un año que quiero terminar la universidad y poder irme a vivir a Seúl.
- ¿Por qué Seúl? – pregunto con curiosidad.
- Simplemente me enamore del país... vi una película coreana y luego sentí curiosidad por el país, así que comencé a empaparme de su cultura, costumbres, paisajes... y termine enamorada de la ciudad. Así que si, mi sueño es poder vivir allí.
- Lo tenes muy seguro y es tan importante... ¿siempre quisiste irte a vivir afuera?
- Si, desde muy chica.
- Y ¿Por qué crees que sea?
- Porque quiero escapar, pero antes de hacerlo quiero resolver todo lo que está mal conmigo, porque sino, allá tampoco estaré bien.
- ¡Exacto! Bueno, vamos a trabajar todos estos dolores y juntas, no solo vamos a lograr ese sueño, sino que vamos a intentar sanar esas heridas ¿Te parece?
- Si... - dije muy tímidamente.
Al salir del consultorio, me sentí liberada, un sentimiento que jamás sentí desde que tengo memoria; toda mi vida viví intentando ser perfecta para todo el mundo, desde muy pequeña siempre fui la chica que jamás trajo problema, que jamás se arriesgó, que no contestaba, que se callaba todo; siempre me percibían feliz... aunque jamás lo fui, no conozco ese sentimiento, aunque suene exagerado, no tengo recuerdos que me provoque ese sentimiento, pero ya habrá tiempo para hablar de eso.
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My safe place
RomanceMiru, es una chica argentina con un sueño enorme por el cual lucho toda su vida. Sin embargo, al lograrlo y cuando por fin creyó que todo se encontraba en su lugar, su vida se vera revolucionada por el amor de Seo-Joon, pero también, aquel sueño de...