Capítulo 5

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El despertador del celular lleva sonando 15 minutos, pero el cansancio es tal que me cuesta abrir los ojos. Sin embargo, tomó fuerzas y decido levantarme, me quedo sentada por unos segundos en el borde la cama admirando la hermosa vista que tiene mi habitación, la ciudad se ve tan hermosa y perfecta, el día esta soleado y se puede apreciar en los arboles de la calle que el otoño ya llego. Desde mi ventana puedo ver la copa de todos los arboles de la cuadra, todos están de un color rojizo... parecen salidos de un cuento de hadas.

Me levanto, camino lentamente hasta el baño y enciendo la ducha. Mientras tomaba un baño no podía dejar de pensar en que haría durante estos 3 días libres que tenia antes de empezar a trabajar en la empresa y de empezar a cursar en la universidad, pero estaba segura de que quería aprovecharlos al máximo. Termine de bañarme y cuando estaba a punto de prepararme el desayuno decidí que iría por un café y comenzaría a recorrer Seúl. Así que me cambie, tome mi pequeña mochila, el celular, los auriculares, la billetera y Sali de casa. Me dirigía a las escaleras cuando me tope de frente con la señora que me dio la bienvenida anoche, era tan raro verla saludarme como si me conociera de pequeña, con su grande y dulce sonrisa.

- Hola querida ¿Descansaste?

- Hola señora... - pero antes de responder su pregunta me cortó en seco.

- ¡Por favor! Me puedes llamar por mi nombre. Me llamo Gam-ri. No tienes que ser tan formal, al menos conmigo no. – dijo con su cálida sonrisa.

- Okay, descanse muy bien, gracias. – dije algo tímida, es decir, ella me dio permiso para no ser tan formal pero aun así se me hacía difícil no tratarla de usted.

- ¿saldrás a pasear?

- ¡Si! Quiero aprovechar estos días antes de comenzar a trabajar y con la universidad para poder conocer un poco la ciudad.

- ¡Me alegro! Tu que eres joven, te recomiendo que alquiles una bicicleta y vaya a recorrer Seúl.

- Lo haré, que tenga un buen día.

Ella continúo subiendo las escaleras y yo me dirigí hacia la salida. Al llegar allí, el celular comenzó a sonar, era mi mama.

- ¡Hola ma! ¿cómo estás?

- ¡Hija! ¿Cómo llegaste?

- Bien, por suerte no tuve ningún inconveniente, anoche llegué a casa, comí y me fui directo a la cama. ¿por allá todo bien? – hacía dos días que no la veía y ya la extrañaba muchísimo. Pero supongo que es el precio a pagar por cumplir mis sueños.

Luego de estar hablando por 20 minutos, colgó ya que se tenía que ir a trabajar y yo emprendí mi camino en busca de una estación de alquiler de bicicletas. En el camino paré en un café y me compre un frappe de frutilla; debo confesar algo, cada vez que tenía que hablar con una persona los nervios me comían, es decir, mi coreano es tan pobre, que temía cometer algún error o faltarles el respeto sin intención alguna, pero hasta ahora creo que tuve la suerte de cruzarme con personas increíbles que comprendía mi situación. En fin, continúe mi camino hasta que por fin encontré un lugar en donde alquilar una bicicleta. Me coloqué los auriculares, puse a mi banda favorita y emprendí viaje. A medida que pedaleaba por la ciudad era como si me adentrase mas y mas en este mundo mágico por el cual tanto había estado esperando. Quizás suene exagerado, pero Seúl es tal cual como me la imaginé... creo que estoy completamente enamorada.

Estuve pedaleando 1 hora aproximadamente, hasta que por fin llegué al Río Han. Dejé la bicicleta apoyada sobre la escalinata y me senté para poder admirar la belleza del río. A pesar de que el día se había nublado un poco, para mi seguía teniendo su encanto, la brisa tenía la temperatura ideal, las personas eran super amables, el paisaje era increíble y yo estaba acompañada de las únicas personas que quería ahí en ese momento... aunque fuese con su música. Estuve allí hasta que el sol comenzó a caer, más allá de estar un poco nublado, aun así, pude apreciar el atardecer y debo decirles que un atardecer en el Río Han es algo que todos debería experimentar, aunque sea una vez en su vida. Y si bien el atardecer fue hermoso, la hora mágica, esos últimos minutos antes de que el sol se oculte por completo, hizo honor a su nombre. En ese preciso momento asimile al 100% que realmente me encontraba allí, sin motivo alguno comencé a llorar, pero no era por tristeza, eran lágrimas de pura felicidad y alivio. Al principio les dije que siempre quise escapar, pero nunca les dije que también quería encontrar mi lugar en el mundo y era en ese preciso instante cuando me encontraba sentada frente al Rio Han que por primera vez en mi vida sentí que estaba donde debía estar, había encontrado ese lugar que tanto estuve buscando, y ¿saben qué? Era tal cual lo había soñado por años, era lindo, con personas maravillosas, con una cultura alucinante, realmente parecía que estaba dentro de mi sueño y tenía miedo de que en algún momento tuviese que despertar y dejar todo eso atrás. Si bien era algo que me aterraba, nadie mejor que yo sabía todo lo que había peleado por llegar hasta acá y de presentarse algún inconveniente no me rendiría tan fácilmente, porque no estoy dispuesta a que nada ni nadie destruya mi mundo.

Luego de un día soñado, regrese a casa, pero antes pase por un mercado para llenar un poco la heladera, no podía vivir de delivery; así que entré e hice compras para tener por algunos días y fue mientras compraba cuando recordé que la señora Yang me advirtió de los valores de la fruta en particular y si, tenía razón, los precios son desorbitantes...

Bien, terminé de tomar todas las cosas que necesitaba y me dirigí a la caja para poder pagar. La chica de la caja se ve muy amable, pero el idiota que estaba antes que yo no era tan amable, "Hasta acá llego la paz Miru" me dije para mi misma.

- ¿Te puedes apurar o lo tengo que hacer yo? – dijo a los gritos el tipo, al mismo tiempo que golpeaba el mostrador.

- Perdón señor, es que el posnet no lee la tarjeta ¿No tendrá otra para probar? – se hacía muy evidente que estaba asustada por el modo en que el la gritaba.

- ¡Eres una idiota! ¡Ni siquiera sirves para pasar una maldita tarjeta para cobrarme! – y luego le tiro todos los productos encima. Les juro que lo intente, intente mantenerme en mis asuntos, pero no pude controlarlo.

- Hey, idiota! ¿no te das cuenta que lo que no funciona es el aparato? ¿o eres lento? – el cuerpo me temblaba sin parar, pero si había comenzado debía terminarlo. Ella por otro lado estaba totalmente paralizada, sin poder proporcionar reacción alguna.

- ¿Cómo me dijiste? ¿de donde eres? Claramente de aquí no, sino no me hablarías de ese modo. Pero claro, vienes de occidente y ahí a ustedes no las controlan.

- ¿PERDÓN? ANDATE DE ACA O TE JURO QUE LLAMO A LA POLICÍA!

- ¡PERRAS!

Luego de ese insulto final se fue furioso del lugar, así que yo tomé una gran bocada de aire y me dirigí hacia donde estaba ella. Aún está petrificada y sin dar señales de vida, pero tenía que saber si estaba bien.

- Hola, ¿estas bien? – dije suavemente para que no se asustase.

- Si, gracias por defenderme...

Hizo una reverencia hacia mi y fue directo a levantar la mercadería que ese tipo había tirado por todo el lugar. Así que comencé a ayudarla, pero cayó sentada y comenzó a llorar sin parar.

- Hey! ¿estas bien? ¿quieres que llame a un medico o te acompaño al hospital?

- No, estoy bien. Gracias. ¿te cobro? – estaba tan pálida que me daba miedo irme y dejarla sola.

- Si, por favor.

- Son 10.000 wones.

- Aquí tienes. Oye, se que no me conoces, me llamo Miru, vivo en el edificio que está enfrente, quizás creas que soy rara, pero este es mi número, si te sentís mal o algo, me puedes llamar. Adiós.

Deje el papel con mi número de teléfono y Salí del lugar, cuando estaba a punto de entrar me voltee hacia el mercado y pude notar que la chica se guardaba el papel en el bolsillo del jean, así que me quede un poco más tranquila al saber que por lo menos tenía mi número.

Llegue a casa, me saque las zapatillas y me tire en el sofá sin poder siquiera moverme, el día había sido tan perfecto y este idiota vino a arruinarlo justo al final... pero más allá de eso me quedo con todo lo bueno que viví hoy y me quedo con el recuerdo del atardecer más lindo que vi en mi vida.     

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