#Hora 2

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Omnisciente:

Aunque Minho apenas apretaba los pedales, el auto iba a alta velocidad y las ráfagas de viento entraban por el agujero frente a Haneul.

—Gracias por lo del parabrisas.— Usó el sarcasmo recordando cómo su compañero había hecho pedazos el vidrio que anteriormente la resguardaba.

Él conducía con mucha concentración. Miró de reojo a la joven cuando ella habló. —De nada, Cariño. Fue divertido.— Respondió con naturalidad.

Ella apretó fuerte los labios, no podía estar cerca de él y contener el enojo. Las palabras simplemente salían de su boca sin antes ser procesadas por su cerebro.

—¿Cuál es la diferencia? Me refiero a ustedes, y a los que celebran esta macabra tradición. Por lo que puedo apreciar, ambos son igual de sádicos.— Preguntó Park con atrevimiento.

—Los sádicos son los gobernantes, linda.— Afirmó Minho.

—¿Por qué? ¿Por crear un sistema que simplemente a ustedes no les agrada?— Cuestionó otra vez la chica.

—A ti tampoco te gustaría si intentaran volarte la cabeza cada año.— El suspiró. Neul no iba a entender sus intenciones, vivían en situaciones diferentes. —Para la gente adinerada es fácil hablar de la purga. No hacen más que verla por televisión, o participar desde sus casas comprando personas para así poder torturar y matar.— Minho volvió a hablar con un tono de enojo en su voz.

—Quizá tengas razón, no conozco del tema a profundidad, pero veo resultados. El País está en mejores  condiciones desde que el régimen fue creado.— La chica había escuchado a su novio Taeyong decir aquello una vez. Solo repitió sus palabras, y no estaba bien así que decidió mencionar los hechos que ella ya conocía. —La tasa de delincuencia y desempleo están por debajo del 5%...—

—Por supuesto que si, Neul. Los pobres son masacrados todos los años por no tener dinero para comprar esos sofisticados sistemas de seguridad. Obviamente desaparecen.— Respondió irritado.

Ella abrió la boca para hablar pero no lo hizo. Lo que Minho dijo la dejó pensando, la revelación la impactó.

—No... No estás insinuando que el gobierno lo hace adrede. Ellos no... No es apropósito.— Titubeó, su mente empezó a procesar los comentarios anarquistas que había oído en los barrios bajos. —La purga! Ellos no pretenden que "Purguemos nuestras alamas" En realidad quieren que purguemos sus calles!— Dijo sorprendida.

Habían diseñado una estrategia sutil para eliminar gente sin recursos y empleo. De esa forma los que significaban un estorbo para el gobierno dejaban de existir, mientras que los ciudadanos de altos recursos lograban que el paisaje mejorara. Estaba espantada.

—Bingo! A eso le llamo revelación divina, pude ver el rayo de luz cayendo desde el cielo hasta tu hermosa cara.– Se burló de ella.

Él le causaba desesperación. —Eres irritante, anarquista.— Escupió.

Minho sonrío, amaba que le dijera así o bien la forma en que lo hacía. —No te estreses, Bonita. Hay buenas noticias para ti ahí adelante.—

Haneul levantó la mirada y sus ojos se encontraron con la entrada de la ciudad. Sin embargo, no divisó buenas noticias. Los gritos que provenían de allí le causaban escalofríos.

Bajó la velocidad del vehículo y accionó una palanca ubicada al costado del volante. El auto se detuvo inmediatamente, la mirada de Neul se instaló en Minho.

—¿Cómo hiciste eso?— Preguntó sorprendida.

—La próxima vez que papi te regale un coche aprende a usarlo bien. Esto, mi amor...— Señaló una palanca. — Son frenos manuales. — Terminó su oración.

Estaba avergonzada de sí misma. De haber prestado atención cuando su hermano le explicaba todo sobre el auto, estaría a salvo en su casa.

Las sombras de las calles los mantenían ocultos, pero la devastación que se llevaba a cabo en el centro estaba a poca distancia. Se sentía insegura.

—¿Qué vamos a hacer ahora?— Dijo con miedo. Entonces la puerta trasera se abrió de repente y Neul dió un pequeño salto en su lugar.

—¿Aseguraste bien la moto?— Habló esta vez Minho. Se dió la vuelta y vió a la persona que había entrado. Era el amigo de él. Este asintió ante la pregunta y luego volteó a verla a ella.

Él no tenía una apariencia rebelde, ojos cálidos, rasgos suaves... parecía alguien "normal" y le inspiró confianza a la chica, cosa que Minho no lograba.

—Soy Park Haneul.— Se presentó con cortesía.

—Seo Changbin.— Ofreció su mano para saludarla. No se negó y se saludaron.

Cuando se soltaron, Minho extendió su mando hacia ella esperando lo mismo. —Y yo Lee Minho, nacido en Corea del Sur. Pero viviendo en el corazón idiota de Bin.— Soltó con burla.

—Si... No. Aléjate de mi.— Advirtió la chica. Ignorandola, se acercó a ella, sus rostros estaban pocos centímetros y la miraba fijamente a los ojos.

—Bonita, tranquila. No me hagas subirme a ti otra vez.— Volvió a burlarse. Con un rápido movimiento, le puso el cinturón de seguridad a la chica. Seguido de eso los chicos hicieron lo mismo y posaron su atención en ella.

—Necesitamos saber tu dirección.— Dijo Changbin.

—Bridge Way, zona Este.—

—¿En dónde hay una enorme fuente de mármol?— Cuestionó está vez Lee.

—Si, ahí es. Hay un pequeño lago artificial como puente en la entrada.— Afirmó Neul.

—No está tan lejos.— Dijo Seo mirando a su amigo. —Dame el celular.— Minho metió su mano en el bolsillo y sacó el móvil de Park. Ella quería usarlo, sentía la necesidad de llamar a su padre para decirle que estaba bien. Al menos por ahora.

—Hagamos esto.— Habló Lee poniendo en marcha el auto y vió a Neul de reojo. — Bonita, estás a punto de precencial el lado más perverso del ser humano ¿Algo que decir?— Preguntó él.

—Supongo que dios nos acompañe ¿no?— Citó las palabras del aviso de emergencia que se emite antes de cada purga.

"The Purge" • Lee know •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora