Tuve que taparme la nariz con mi bufanda. Ya no daba más. No podía aguantar esto, es demasiado para mí. Estoy entrenada, pero nunca creí que fuera tan doloroso. Además de que el hecho de que pueda escuchar los latidos de cada persona de mi alrededor, no ayuda mucho.
- Hailey, ¿estás bien? - preguntó mi hermana Emma. Negué con la cabeza cerrando lo ojos con fuerza - Tranquila, ya pasará. La primera vez estaba igual que tú ahora, pero ya verás que el dolor se hará más fácil de manejar - me animó frotándome el brazo derecho mientras caminábamos por los pasillos de la escuela
Era un día nevado, así que, que los demás me vieran con la bufanda prácticamente en toda mi cara, no debió haberles extrañado.
- No debí haber venido hoy, arde mucho - me quejé con la voz ronca por el ardor de mi pobre garganta
- Hailey, debemos mezclarnos con las personas, y ya estás preparada, solo es cuestión de costumbre - se encogió de hombros como si lo que acabara de decir fuera lo más fácil del mundo
- Y si... ¿no puedo controlarme? - la miré alarmada
- Tranquila, yo sé que podrás - me guiñó uno de sus amarillos ojos
Seguimos caminando por lo pasillos de ese enorme instituto. Cada vez que algún chico o chica pasaba cerca de nosotras mi garganta ardía aún más. Odio el instituto.
Emma me dejó en la puerta del aula que me tocaba y se despidió con una sonrisa comprensiva y antes de irse me susurró un "yo se que podrás controlarte, confío en ti". Y así se fue y yo entré en el aula donde el ardor se convirtió en un martirio.
Me senté en al fondo de la sala, donde casi nadie se encontraba - por suerte - y dejé mis libros sobre la mesa. Me tocaba Literatura.
Mientras más entraban los alumnos más podía sentir como me desmoronaba y mi autocontrol se debilitada. No podré lograrlo.
Miré por la ventana para distraerme del dolor y me concentré en la hermosa vegetación de los alrededores del instituto.
- Hola
Me giré y el dolor volvió como un rayo a mí. Un chico pelinegro, ojos miel y sonrisa de comercial de dentífrico me miraba pícaramente. Además de una vena que sobresalía de su cuello y que hace que mi voluntad... Hailey contrólate, debes controlarte.
Asentí con la cabeza en forma de saludo y volví a girar mi cabeza hacia la ventana hundiendo mi nariz aún más en la bufanda.
- ¿Cómo te llamas? - preguntó haciendo caso omiso de mi indirecta que decía claramente "déjame en paz"
Me aclaré la garganta porque estaba segura que si no lo hacía mi voz sonaría muy ronca. Me volví a él y hablé a través de mi "escudo".
- Hailey Scott - me limité a decir y miré al frente. ¿Es que acaso no existen los profesores? ¿Por qué no llega? ¡Sirva de algo y sálveme de esta!
- Oh, hermoso nombre para una hermosa chica - sonrió coqueto. Al ver que solo lo miré con indiferencia, añadió - Me llamo Will Lenard - volví a asentir y, por la forma en la que bufó y se giró al frente, se rindió de entablar conversación, lo que agradecí eternamente
Unos segundos más tarde el profesor entró al aula y comenzó a hablar con tranquilidad, supongo que debe ser algo así como "táctica de la psicología inversa".
- Buenos días alumnos, soy el Sr. Rumph y soy su profesor de filosofía - dijo mirando a todos los allí presentes - tengo entendido que hay dos alumnos nuevos ¿no?
Un sonoro "sí" se escuchó por todo el aula y el profesor tomó uno de los miles de papeles que se encontraban sobre su escritorio. Leyó algo en él y sonrió.
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Mistery © #Wattys2015
Jugendliteratur-¿Sabes? -dijo mientras colocaba una de sus manos bajo mi barbilla. Mi respiración se volvió algo agitada cuando se acercó un poco más a mí -Se me ocurrió un apodo para ti -¿Si? ¿Cuál? -sonreí -Hielo -lo miré confundida -¿Hielo? ¿Por qué Hielo? -tu...