Capítulo 0: Prólogo

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La noche, ese período en el que todos están durmiendo, cansados de trabajar,  de estudiar, o de hacer algo en el día. El pequeño pueblo estaba en calma. No había mucho movimiento salvo dos o tres borrachos, una que otra pareja de jóvenes en busca de un lugar para intimar, o aquellos pobres desdichados que regresan a casa para dormir solo 4 horas antes de volver al trabajo. La noche es ese momento donde todo el mundo descansa, pero también es ese momento en el que las cosas más  increíbles pasan en el mundo, aunque nadie las creería nunca... ni siquiera viéndolas con sus propios ojos.

El único movimiento importante consistía en una figura encapuchada que caminaba hacia la entrada del pueblo, apoyándose al andar en un bastón de madera casi tan alto como la silueta misma.

Entrando en el pueblo, la persona, o al menos, lo que parecía ser una persona,  dejó atrás el cartel de bienvenida, en el cual se apreciaba el nombre del pueblo:

"Black Valley"

Llevaba un andar lento, sin mucha prisa, apoyando su bastón para caminar. Andando y andando, llegó finalmente a la plaza del pueblo, iluminada por varias farolas eléctricas. En la plaza no había más que una estatua sobre una fuente, dedicada al fundador, unas bancas para sentarse, y, al pie de la estatua,  una placa a la cual le faltaban varias letras, haciendo poco legible el nombre.

A esta misma placa se acercó la figura, leyendo las palabras escritas en ella:

"En honor a ___r_   ____e , fue erigida esta estatua para conmemorar los 100 años de la fundación del pueblo."

Con un profundo suspiro al leer la inscripción, la silueta habló en voz baja consigo mismo.

–Que descuidados han sido en estos años. Uno pensaría que después de todo por lo que han pasado aquí,  hubiesen aprendido a respetar la historia. Supongo..... que los tiempos nunca cambiarán, condenando a la historia a repetirse.–

–Vaya vaya.– Dijo una voz grave, que venía desde atrás del encapuchado.  –Pero mira nada más a quien tenemos aquí.– El recién llegado continuó hablando a medida que se acercaba a donde estaba la figura del bastón.

A medida que se acercaba, su ropa se iluminaba más. Vestía un traje común,  de color negro con un reloj en la muñeca izquierda, lo que le daba cierto toque de un hombre de negocios. Misteriosamente, su rostro, a pesar de estar justo debajo de la luz, permanecía en la penumbra. Lo único que se apreciaba de él eran sus ojos. Unos ojos rojos sangre, que brillaban con un resplandor enloquecido. 

–¡Pero si es nada más y nada menos que Sinaala!– Dijo el hombre.

–Sabía que llegarías hasta aquí. Llevas siguiéndome la pista por unos cuantos años.– Habló Sinaala, aún de espaldas. –¿Qué es lo que quieres Keegan? Sabes perfectamente que no sé donde están.–

–Oh, mi querida Sina. Tanto tú como yo sabemos perfectamente que eso no es cierto.–

Mientras hablaba, Keegan se acercaba cada vez más, pero se detuvo a mitad de camino.  –Mira nada más. Aprovechaste que hablaba para crear una barrera entre nosotros.–  Dijo el hombre. –Una lástima que sea inútil.–

Llevando un dedo hacia el frente, tocó una pared invisible frente a él.

–Ya veo. Así que utilizaste tus poderes para cristalizar el aire y convertirlo en una barrera. No hay muchas personas que puedan hacerlo. Supongo que eso hace los rumores ciertos. Eres una...–

Sus ultimas palabras no pudieron escucharse, lo siguiente pasó demasiado rápido como para que el ojo humano pudiera seguirlo siquiera.  Haciendo un poco de presión en la barrera, Keegan la rompió con la misma facilidad que un niño rompe un palillo de madera.

Simultáneamente, varias criaturas saltaron hacia Sinaala, quien, sin inmutarse, golpeó ligeramente el suelo con la punta del bastón, provocando que las figuras fuesen desintegradas por una onda expansiva resultante de ese pequeño choque. 

Con un silbido, el hombre elogió esa acción,  y rápidamente pasó al ataque. Dando una ligera patada en el suelo, una espada de una mano, de tamaño común, salió de este directamente hacia su mano. Keegan, atrapándola por la empuñadura, realizó un rápido sprint hacia Sina, lanzando un tajo ascendente hacia el costado de esta, a lo que la mujer respondió desviando el golpe con su bastón.

Liberando una pequeña onda de energía, Sinaala hizo que Keegan retrocediera un poco, momento que aprovechó para hacer girar su bastón en sus manos, del cual salió una corriente de aire que envió a su rival a volar, estampándolo contra uno de los edificios que habían ahí. 

Enfurecido,  Keegan salió de un salto, aterrizando en el suelo limpiamente. 

–Ahora sí me enfureciste Sina. Solo dame las llaves y nadie saldrá herido.–

–¿Las quieres? Entonces tendrás que quitármelas.–

–En serio. No aprendes. ¿Cuantos años llevamos haciendo esto?–

–Más de los que me gustaría.–

–Entonces dámelas y acabaremos con esto.–

–Si.....No. No lo haré.–

–Bueno, no me dejas más opción que hacer esto.–

Llevando su mano derecha hacia arriba, Keegan murmuró unas palabras y, mientras su cuerpo se elevaba varios metros, en su palma empezó a acumularse una masa de energía de color blanco.

Por su parte, Sinaala se quedó en el suelo, pero en su mano izquierda sucedió lo mismo que con Keegan. Una masa de energía se fue juntando, solo que la suya era de color naranja.

El silencio reinó por un momento, solo se escuchaba el sonido de las cigarras. Ambos, Keegan y Sinaala, se miraron fijamente. Los ojos rojos de él se encontraron momentáneamente con los, ahora visibles, ojos azules de ella.

Finalmente, ambos se lanzaron al ataque.  La luz producida por el choque de energía iluminó la noche en Black Valley, provocando que todos los habitantes se despertaran, solo para ver lo que sucedía, momentos antes de que hubiese una explosión cuyo centro estaba en el mismo choque. 

De esa explosión, a medida que se expandía,  solo una persona notó cómo cuatro puntos de color verde se esparcieron en todas direcciones.

Una nube de polvo fue levantada, un temblor sacudió todo el planeta...

Al dispersarse el polvo, a la mañana siguiente, no quedaba nada en el lugar donde, hasta hace unas horas, se encontraba el pacífico pueblo de Black Valley, ahora solo se encontraba un cráter que se extendía por kilómetros y kilómetros a la redonda. En el centro de este solo se veía una figura. Un hombre vestido con un traje negro destrozado por completo.

Calmado, Keegan llevó su mano a lo que quedaba del bolsillo de su pantalón y sacó un teléfono celular, que por alguna razón estaba intacto. Marcó un número y se llevó el teléfono al oído.

–Jack, diles a todos que la búsqueda por Avalon continúa.–

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Hola a todos por aquí,  soy Yuki,  esta es la primera vez que les escribo directamente a ustedes(y también el primer libro que tengo intención de completar) y pues nada. Solo quería hola

Hola :)

Con eso dicho, espero q realmente hayan disfrutado el prólogo,  se vienen cosas aún mejores para la historia.  Un saludo y espero q sigan leyendo Avalon's Quest.

Promises Of Avalon: The Grand QuestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora