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Cada tarde me sentaba en un piano.
A tocar las melodías que alguna vez escribí.
Al estar enamorada.

Ahora solo quedaba melancolía y recuerdos.
De mi yo de 17 años.
Una niña que jugaba a ser madura.
Una niña que pensaba que tenía el control de alguien mayor que ella.

Sentada en un piano.
Llorando en recuerdos.
Sentada en un piano.
Escuchando sus gritos.

Desde que decidí vivir con él.
Me había convertido en dueña del hogar.
No tenía tiempo para nada.
A tal punto de estar encerrada.

Deje los estudios.
Por mi estupido amor.
Aquellas melodías.
Se volvían agrias.

Sabía el daño provocado.
Pero mi ceguera.
Impedía huir.
Impedía escapar.

La maldición del piano ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora