Éramos

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Él era alegría y yo soledad.

Él transmitía poesía y yo letras sin rimar.

Él pintaba armonía con toda facilidad, yo sin proponérmelo lo atraje como un imán.

Perfecto, sociable, extrovertido, sin dudarlo todo lo positivo; yo un desastre, tímido, pasando inadvertido, dos mundos opuestos, ¡qué divertido!

El café sin azúcar se lo heredé, me acepta tal cual soy y yo a él.

Pasamos felices las tardes de verano, subidos en una hamaca sin estresarnos.

Me encanta mirarlo cuando no se da ni cuenta, sonrió como un tonto pensando a la vez, el amor tan grande que siento por él.
Luego miro hacia el cielo, pido que todo salga bien.

Él era alegria y yo soledad, se enfrió el amor que había, se terminó de congelar.

TirnanogeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora