Capítulo 2

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Por fin, ya estoy en Madrid, no me puedo creer que esté aquí. Pero no he dejado de pensar en lo que me dijo John.

Voy a recoger mi equipaje a estas bandas que giran y salen las mochilas del otro lado de la pared, es muy curioso, nunca sabes en manos de quien están tus cosas antes de atravesar esa puertecita.

Levanto mi equipaje y me dispongo a salir del aeropuerto, es muy extraño, es la primera vez que estoy realmente sola en un lugar nuevo, es como un coctel de sensaciones; miedo, angustia, alegría, entusiasmo, paz, excitación, libertad, podría quedarme mil horas mencionando lo que las palabras no pueden describir. Creo que voy a vomitar, pero no puedo llegar con esa peste a la academia.

- Ostia - me digo para mis adentros.

Es verdad no puedo llegar tarde a la inducción de la academia de arte dramático, malditos sean los itinerarios aeronáuticos. No puedo esperar un segundo mas o llegare tarde, así que salgo corriendo del aeropuerto a por un taxi.

- Taxi - gritó a todo pulmón al salir, lo menos propio para una señorita de 24 años que está sola en una gran ciudad.

- ¿A dónde le llevo? - me pregunta el taxista.

- A la real academia de arte dramático, por favor - un nombre bastante elegante, supongo que así debe ser. Para gente con gustos elegantes y pensamientos libres.

Mientras me encamino por la vía hacia la academia, me he dado cuenta que tendré que cargar a cuestas mi equipaje todo el día y que no he dormido casi nada, voy a desplomarme justo aquí. Le dije a mi madre que había alquilado un piso por el centro, pero la verdad es que no había logrado pillar nada en 6 meses, no podía cancelar mi sueños por un pequeño bache en el camino, así que decidí que dormiría en algún hotel mientras encontraba un piso, de hecho no es tan mal plan.

Toda la vida me he dicho a mí misma que voy a ser una gran actriz y así va a ser, estoy a unos pocos escalones de lograrlo.

- Son 29.63 € - dice el taxista lo más amargado que puede.

- ¡Como! pero si solo avanzo unas cuantas calles - o por lo menos eso fue lo que yo sentí.

- Esa es la tarifa - le pago de mala gana y salgo del taxi. Llevo unas pocas horas en mi nueva vida y ya he pasado un mal rato.

Entro corriendo con el equipaje en mano a la academia me dirijo hacia la recepción.

- Buenos días, podría decirme ¿dónde es la conferencia para la inducción de los ingresados de este año? - le digo a la señora que está sentada en la recepción, parece un poco distraída.

- Oh lo lamento, ya ha empezado y no abrirán las puertas hasta finalizar - me dice en un tono maternal.

- Vale, gracias - le digo triste y decepcionada, y mi día cada vez se pone peor.

Salgo de la academia, creo que mi nuevo objetivo es buscar un hotel; pero no pienso pagar otro taxi así que empiezo a caminar con todo el equipaje a cuestas y sin un rumbo específico.

Creo que he llegado al centro, nunca en mi vida había caminado tanto, y para empeorar aún más la situación, estoy a punto de morir de hambre y sueño. Voy a dejar de buscar un lugar para dormir y pondré toda mi concentración en buscar algo de comer.

- He, pare - grita un tío al final de la calle. Corre hacia me posición y tropieza con mi equipaje, que al caer al suelo se abre y se cae todo lo que llevo dentro al suelo.

- Que te pasa chaval, que lo tiraste todo al suelo - le digo con todo el estrés que llevo con migo, desde que me encontré a John en el aeropuerto de Málaga hasta el estado de zombi que no ha comido en 3 años; y empiezo a recoger las cosas que se han caído al suelo.

- Joder, lo siento tía, no era mi intención - dice, mientras me ayuda a guardar todo lo que está en el suelo en la mochila.

- Esto es tuyo supongo - me dice mientras sostiene un sujetador de encaje.

- Suelta eso- le digo, pero por alguna razón no me molesta, si no que en cambio me hace un poco de gracia.

Levanto la cara para mirarle pero me sonrojo al instante, es como los modelos de revista, tiene cabello café cobrizo, ojos verdes casi transparentes, alto, una barba de pocos días que hace que se me agite la respiración, va vestido con una camisa gris de algodón que le marca los músculos y un pantalón negro con zapatos de cuero negros, por fin algo bueno me ha pasado hoy.

- Soy Lucas de la torre - dice, dejándome atontada por un momento.

- Y ¿tú eres? - insiste después de que no me he presentado como dios manda.

- Em, lo siento, soy Samanta Lago, pero puedes decirme Sam.

- Supongo que acabas de llegar a Madrid, ¿no?

- ¿Cómo lo sabes?

- Bueno tu equipaje dice mucho - le doy una media sonrisa, y creo que nunca había estado tan avergonzada, me siento un poco idiota.

- Bueno Sam, ¿quieres ir a por un café? - No me puedo creer lo que está diciendo yo no soy el tipo de tía que conoces un día por la calle y la invitas porque si a salir.

- Venga va a ser divertido - insiste - además ya he perdido el bus - me dice con una sonrisa tan blanca como la nieve.

- Vale - creo que esto compensa todo lo malo que me ha sucedido hoy.

Porque te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora