El hombre de ojos ámbar es el buen discípulo.
De una de sus manos comenzaba a brillar una esfera de luz azulada.
—¡Espera, espera! Si tienes razón, te mentí. No soy tu discípulo. Pero puedo explicarme, no vine a hacer daño.
Pero Haoran no se movió y la luz en su mano tampoco desapareció.
—No mentí cuando dije que no tengo a donde ir. Y si soy tu discípulo, pero no en este mundo, no pertenezco aquí. Haoran, mírame bien.
En respuesta Haoran hizo crecer aún más la luz en su mano y frunció el ceño mucho más. Leng Shan al borde de la desesperación tomó una postura neutra y juntó sus manos frente a él como si estuviera orando y recitó unas palabras sencillas que hicieron emanar de su cuerpo una luz blanca que pronto tomó forma de animal, más específicamente la de Baihu el tigre blanco.
Solo entonces Haoran se echó para atrás, asombrado por esa revelación, y entonces con mucha inquietud posó su vista sobre el rostro de Leng Shan.
—¿Wen Xu?
Leng Shan asintió con pesar.
Y cuando creía que podría explicarse, intentó acercarse a Haoran para hablar más de cerca pero fue recibido por un fuerte golpe en el rostro.
Aturdido se llevó una mano al lugar afectado mientras intentaba frenar la hemorragia nasal.—¿Y eso por qué fue?
Preguntó con pesar levantando la mirada hacia Haoran quien había vuelto a formar una esfera de luz en su mano. Leng Shan sin salida levantó su mano libre en señal de rendición.
—No haré nada, déjame explicarte.Haoran mantuvo su postura sin quitarle la vista de encima. Estaba tenso y bastante asustado.
Horas atrás después de la cena había subido a su habitación siendo seguido por Wen Xu quien llevaba rato insistiendo para salir de la posada. Los viajes largos lo ponían de mal humor y encima tener a un adolescente fastidiando todo el rato lo había hecho explotar. Molesto decidió tomar una siesta.
De inicio le había costado conciliar el sueño pero una vez que se había quedado dormido, su cuerpo fue transportado de lleno al mundo onírico. Rara vez le sucedía eso sin su control pero parecía que el universo deseaba mostrarle algo en ese plano.
Apareció en un mundo bastante similar al suyo, reconocía las montañas y sabía que debían estar en el reino del norte. Estaba en una gran mansión que podría fácilmente compararse con el palacio.
Camino al interior de la mansión, naturalmente ni los guardias ni ningún personaje de ese mundo podría verlo por lo que con tranquilidad anduvo por el jardín hasta que finalmente llegó al salón principal. En él había un hombre sentado en un gran trono, este hombre era Leng Shan. Iba vestido con una cama de piel negra, y túnicas bordadas con oro, lo más extraño de todo es que tenía un par de cuernos saliendo de su frente y sus ojos eran de un verde muy brillante, no del color del ámbar.Un grupo de hombres abrieron un gran zaguán material y arrastraron el interior del salón una jaula enorme que contenía a un feroz tigre, de dimensiones gigantescas, no era un tigre ordinario, si no una criatura mágica.
Tras una serie de rituales extraños, sacaron al tigre de la jaula y por su naturaleza, intentó atacar y romper todo a su alrededor, incluso terminó arrojando de un zarpazo a Leng Shan a un lado.Leng Shan se incorporó y se quitó la capa solo para quedar con las túnicas superiores y una armadura ligera que llevaba debajo. Sacó de su bolsillo un par de agujas largas y gruesas y de un salto cayó en el lomo del animal quien rápidamente comenzó a retorcerse intentando quitárselo de encima, pero Leng Shan resistió y clavó las agujas en la nuca del animal colosal.
Los ojos del tigre cambiaron al mismo verde del color de los ojos del hombre y de inmediato se volvió dócil y sereno, le obedecía en todo lo que decía.
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La llave que hace girar el mundo. -bl-
Ficción históricaEn la guerra silenciosa por el poder dentro de los cuatro reinos se libera una batalla que amenaza con la destrucción total del mundo terrenal y todo lo que en él habita. Es el deber de aquellos que ya han vivido una de sus vidas encontrar la llave...