Capítulo 10

10 5 15
                                    

~•~•~•~
«¿A ustedes no les gusta cómo las piezas de un rompecabezas comienzan a ponerse en su lugar...»
~•~•~•~

Meniel

Me coloqué frente a él cruzando los brazos sobre mi pecho, completa y totalmente nerviosa.

–Habla de una vez.– gruñe, en sí su humor varía mucho, pero bastó mencionar la dichosa pulsera para ver sus ojos volverse completamente oscuros, como si le enfadara el simple hecho de que lo mencionara.

–Eso tendría decirte yo a tí, ¿por qué te comportas así?– frunzo el ceño –, lo único que hice fue devolverte esa cosa, ¿no deberías agradecerme en lugar de ladrarme cada vez que me acerco?– sus manos se vuelven puños y su labio forma una fina línea.

Eh… ¿ups?

–Escúchame bien, niña de nombre ridículo, no sé qué estás tramando, pero por tu bien te recomiendo que te detengas.

–En primer lugar, es Meniel, no "niña", idiota– le corrijo –, en segundo, ¿de qué demonios estás hablando? Explícate.

–No tengo tiempo para ésto– bufa –, mejor esfumate antes de que quiera sacarte la verdad de otra forma.

–¡¿Disculpa?!– chillo –. ¿Qué quieres decir con eso?

–Solo vete.– da media vuelta, dispuesto a entrar a la casa.

–Oh no, de aquí no te vas hasta que me expliques qué quisiste decir con eso.– sujeto su muñeca con fuerza y lo vuelvo hacia mí, aunque no calculo bien el resultado…

Debido a que lo tomo de imprevisto, termina perdiendo el equilibrio y se vuelve hacia mí con todo su peso, golpeando su pecho contra mi brazo y desestabilizándome de paso, logrando que ambos nos dirijamos al suelo.

Cierro los ojos con fuerza esperando el impacto en mi espalda, pero nunca llega, en cambio, Daniel me rodea con sus brazos y voltea en el aire, recibiendo el golpe y quedando yo encima de él.

Debido a tremendo susto, mi corazón golpea con fuerza contra mi pecho, al mismo tiempo en que mis mejillas arden como si le hubiera echado agua hirviendo.

Por un par de segundos, quedo completamente incrédula de lo que acaba de suceder, mientras que el rubio parece más bien aturdido por el golpe, pues aún no se ha dado cuenta de que me está abrazando y de la posición en la que estamos.

Una vez que abre los ojos y me mira, éstos se abren a más no poder y, luego de analizar la situación en la que nos encontramos, me suelta lentamente y se coloca de pie.

Me mantengo sentada en el suelo un rato más, hasta que una enorme mano aparece en mi campo de visión, confundida (y por qué no admitirlo, también algo anonada), la tomo y me coloco de pie, levanto la vista con una estúpida sonrisa en el rostro, hasta que se congela en su lugar al verlo, pues no se trata de Daniel.

–¿Estás bien?¿Qué hacías tirada ahí?– cuestiona divertido, carraspeo y desvío la mirada, tratando de ocultar una desilusión que no entiendo (ni tampoco quiero saber) de dónde salió.

–Solo me caí– me encojo de hombros –. ¿Qué haces aquí?

–Ah, pues– se rasca la nuca, nervioso –, estaba buscándote.– ladeo la cabeza.

–¿Para qué?

–Quería invitarte a conocer un poco el lugar, espero no molestarte.– sonrío enternecida, olvidándome por completo del parásito amarillo.

–No, está bien, ¿adónde vamos?

–Acabo de cruzar una cafetería en lo que te buscaba, podemos ir allí si quieres.

–Claro.– me encojo de hombros, Blake sonríe y asiente.

¿En qué estaba pensando antes? Daniel es un microbio al lado de Blake, no sólo porque éste último es más carismático que el rubio, sino también porque él sí me trata bien.

Me acomo correctamente la ropa y emprendemos el viaje a la dichosa cafetería.

Al diablo Daniel, ni te conozco como para andar perdiendo la cabeza por tí… Aunque técnicamente tampoco conozco bien a Blake… ¡AGH! Pero es más bueno, y se nota que sí le agrado, punto.

•••••
Daniel

Ruedo los ojos a medida que suelto un bufido al ver a esos dos.

Es de sonrisa fácil, había sido.

El golpe me afectó de alguna manera, pues mis manos comenzaron a sudar cuando ví sus ojos tan de cerca cuando estábamos en el suelo, no puedo creer que haya evitado que se golpeara colocándome YO como una especie de escudo… Malditos reflejos.

Lo peor sucedió cuando noté al imbécil de Blake acercarse a nosotros, entré en pánico, lo único que faltaba era que pensara que ocurre algo entre la rubia irritante y yo, por lo que opté por la mejor y más sensata opción: desaparecer del lugar.

Y ahora estoy aquí, viendo cómo ambos se van riendo de quién sabe qué mientras se dirigen a quién sabe dónde.

Vuelvo a rodar los ojos, inexplicablemente irritado, y me dispongo a hacer lo que hacía antes de que la chica de nombre ridículo me interrumpiera.

Ingreso al patio de una de las tantas casas, y me dirijo hasta la puerta, busco el timbre y lo presiono, esperando para nada paciente a que alguien abra la puerta. Pero no pasa nada. Vuelvo a precionarlo y, de nuevo, nada. Frunzo el ceño y esta vez me decido por tocar la puerta. Nada.

–¿Siquiera alguien vive aquí?– murmuro para mí mismo.

–Por supuesto que sí– pego un respingo en mi lugar al no haber esperado que me respondieran, y volteo en dirección a esa voz –, pero, hasta donde sé, son muy precavidos con los turistas.– arqueo una ceja.

–¿Y tú eres…?– hago un gesto con la mano, ella sonríe.

–No me sorprende que no sepas mi nombre, a pesar de ser compañeros– comenta –, soy amiga de Meniel.

–¿La miel de quién?– cuestiono confundido, ella carcajea.

Meniel, la chica rubia.– arqueo una ceja.

Claro, cómo no.

–Ah.– artículo simplemente.

–Ven, te mostraré algo.– tomándome por sorpresa, encierra mi muñeca con una de sus manos y tira de mí.

¿Qué mierda…?

La observo enfadado y me suelto de su agarre, ella voltea a verme confundida.

–¿Qué ocurre?

–No, qué te ocurre a tí, más bien.– gruño.

–Solo quiero enseñarte algo...– murmura, con la tristeza bailando en sus ojos azules, ruedo los ojos.

–No me interesa, déjame solo.– bufo.

–¿Ni aunque tenga que ver con la dueña de esa pulsera?– mi cuerpo entero se tensa.

–¿Qué?

–Me escuchaste bien.– se cruza de brazos, al mismo tiempo que desvía la vista al suelo.

–¿Quién eres y cómo sabes de ella?– exijo saber.

–Podemos perder tiempo hablando, o me acompañas y te muestro a qué me refiero, tú eliges.– tenso la mandíbula.

Con la rubia puedo llegar a contenerme, pero si ésto es una estúpida broma por parte de esta chica, me las va a pagar.

–Más vale que valga la pena.– digo entre dientes.

–Oh, créeme que sí.

–Cómo te llamas.– pido saber, en caso de que desaparezca por hacerme perder el tiempo, debo negar haber estado con ella, ugh.

–Soy Payton, encantada, Daniel.– me guiña un ojo.

~•~•~•~
«… Porque a mí me emociona en sobremanera, es muy divertido.»
~•~•~•~

El Viaje [DS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora