Salvación en el Infierno

Este escenario el cual contemplaba era un poco similar a uno que vivió hace un tiempo.

Todas las personas muertas y él era la única persona viva. Una vista tan caótica y a la vez tan familiar. Pero esta vez el escenario atroz no fue provocado por el Santo Grial. La zona que estaba hecha un desastre, las personas muertas, tanto hombres y mujeres en el suelo fueron asesinados.

Tal vez si el hombre que estaba de pie con sus ropas maltratadas y cubiertas de sangre, si tan solo su mentalidad siguiera siendo la misma de cuando era un chico, se sentiría de manera horrible ante todo lo que hizo. Después de todo él fue quien asesinó a todas estas personas.

Durante su camino como Héroe de la justicia, en los últimos años había asesinado a algunas personas. Pero mientras más seguía en ese camino. Los sentimientos negativos que venían después de asesinar a alguien ya no eran tan efectivos. Poco a poco sentía que se estaba transformando en una maquina donde las pocas emociones que tenía se adormecían.

Él solo quería sentir esa misma felicidad que sintió aquel hombre que lo salvó. Aquel hombre que deseó ser un héroe de la justicia y nunca logró salvar a alguien hasta el final, y en su nombre… él lo sería. Pero esta vez aquel hombre no vendrá a sacarlo de esto.

No despertará en un hospital y mucho menos su vida comenzará de cero. 

Emiya Shirou quien estaba en sus 25 años, era quien estaba de pie. Estaba pensado en demasiadas cosas. Estaba cuestionando la ideología de Héroe de la justicia, los métodos que ha estado usando en este tiempo, en que podrá seguir firme en este estilo vida estando solo.

Pero no es tiempo para lamentos.

Emiya suspiró para alejar esos pensamientos innecesarios.

– No puedo quedarme aquí de pie como un idiota – se dijo a si mismo mientras se limpiaba algunas gotas de sangre que escurrían de su cara – Mi trabajo es darle fin a esa mujer – dijo comenzó a caminar entre los cadáveres.

Emiya lo único que lamentaba era no poder haber dado una muerte rápida y sin dolor a todas estas personas. Estaba demasiado cansado como para traer un arma usando su magia. Pero se trataban de personas normales y él ya no era tan normal como para que fuera difícil deshacerse de ellos.

Se encontraba en un pequeño pueblo rustico en el centro de un bosque en alguna parte de América. Un lugar perfectamente escondido como para llevar a cabo cosas que no pueden ver los ojos de personas normales. Podría asegurar que en este lugar no habría lugar para más de 50 personas. Pero esto se trataba de una secta religiosa, había más personas de las que el mismo pueblo podía mantener.

– Una vez que salga de este lugar, tendré contarle con detalles todo lo sucedido – dijo pensado en el hombre quien le brindaba toda la información sobre este trabajo – No tardaran en encontrar este pueblo las personas – decía sin dejar de caminar llegando al límite del pequeño pueblo y siguiendo por un sendero.

Solo esperaba no desmayarse en el camino en plena noche.