Capitulo 1

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Esa mañana el sol se elevó en el horizonte, de nuevo, iluminando con su luz una aldea amish rodeada por colinas. Los gallos empezaron a cantar despertando a las personas del pueblo, ellos eran sus alarmas. Los hombres se preparaban para sus largas jornadas de trabajo en la aldea, mientras las mujeres preparaban el desayuno para sus esposos e hijos, mientras algunos niños aún dormían antes de alistarse para ir a la pequeña escuela que tenía el pueblo.

Era un día común, igual que los demás en el pueblo, un pueblo tranquilo, ordinario, sereno...Monótono, aburrido como para deprimirse hasta fallecer. Esos eran los pensamientos que pasaban por la mente de Jeremias Mullner un joven amish de diecinueve años de edad. La vida en ese pueblo ante sus ojos parecía repetirse una y otra vez, día tras día, cómo si leyera la misma página de un libro varias veces, pero incluso aunque la leyera letra por letra, no lograba entenderla. Y desde el día en que empezó a trabajar en el pueblo, y dejo la escuela, había empezado a leer esa página, y por un tiempo creyó que no habría un mejor capitulo.

Un día se enamoró; de la joven más bella del pueblo; Emma, la hija del pastor, pero ese amor fue breve, pues la joven se enamoro de un comerciante ambulante y huyó con el. Jeremías sufrió mucho ese día pues ella era el amor de su vida y sería la madre de sus hijos, y aunque tiempo después la herida dejo de doler, no volvió a amar.

Trabajaba duro en el campo y cuidaba de los animales de su familia
Uno de esos días un forastero se acercó al pueblo pidiendo refugio, las costumbres amish los obligaban a otorgarle techo, la familia Mullner lo acogió esa noche y le ofreció el desayuno por la mañana, antes de irse el hombre observó a Jeremias trabajar en la granja, y ofreció dinero a su familia y a el por llevárselo a la ciudad, conseguirle una casa y un trabajo a cambio de trabajar a su lado y aconsejarlo en la agricultura. Pues el forastero realmente era un terrateniente perdido, quien quería comprar una terrenos dedicados a la siembra. Jeremias rechazo la oferta, si abandonaba el pueblo seria expulsado de la comunidad, y no podría regresar, ser amish era todo lo que conocía, y lo que amaba ser... O eso solía creer. Diariamente se preguntaba cómo sería su vida de haber aceptado el trabajo, y ¿Si hubiera corrido tras Emma dejando el pueblo atrás? ¿La habria alcanzado? ¿Ella aún lo habría querido? ¿Sería feliz allá afuera? Esa última pregunta rondó en su cabeza durante años.

¿ Afuera seria feliz? Después de pensarlo durante horas viendo el horizonte, esto se sumo a su rutina: Despertar con el canto de los gallos, salir a trabajar en el campo, volver a casa, comer y tomar un baño, en ocasiones especiales iría a la iglesia por la tarde, y celebrarían un bautizo o un entierro, luego montaria su caballo hasta fuera del pueblo, y se sentaría bajo un gran árbol a mirar el atardecer, sin pensar en nada, y a al mismo tiempo, fantasear con lo que habría más allá de las colinas. Algunos hombres salían del pueblo por comercios, sabía que al norte a pocos kilómetros se encontraba otro pueblo poco más grande que este, podría ir ahí sin ser expulsado de la comunidad, pero estaba decidido, si abandonaría el pueblo se iría para siempre.

Y este día, este día común y aburrido, era el día en que dejaria de ser amish para siempre, días atrás mientras veía el atardecer bajo su árbol, diviso en el horizonte una gran columna de humo sobre una colina, se acercó con su caballo para ver mejor y descubrió una caravana de carretas gitanas. Había oído algunas vez sobre los gitanos, sobre como festejan de manera inmoral y se visten impuramente, sobre como vivían en sus carretas huyendo y ocultandose toda su vida, y tal vez ese sería su escape. Lo pensó por un tiempo, los gitanos contradecían todas las creencias de los amish. Hasta que decidió que era perfecto, finalmente dejaria está vida atrás, en absoluto, y para siempre.

Al final del día, todos celebraban el bautizo de un nuevo bebé, bebió algunas copas de vino, se despidió de sus tres hermanas y cuatro hermanos menores, aunque ellos no entendieran el porque de su despedida en ese momento. Tomo una maleta de cuero y empacó algo de ropa, comida, una pintura familiar pequeña y algunas otras cosas. Partió con su caballo hacia las carretas, y jamás se había sentido más ansioso en su vida. Como si una bota le presionará los pulmones mientras está derrumbado en el suelo, sintió la presión de volver, de que no sería demasiado tarde si volvía ahora, de que si pasaba toda su vida en el pueblo, volvería encontrar amor, y esta aventura sería todo la emoción que necesitaba su vida. Justo cuando daría vuelta a su caballo, pensó en su futuro, cómo le contaría a sus nietos historias, entre ellas como casi escapó del pueblo, pero fue muy cobarde para huir, no quería que el remordimiento fuera parte de su vida nunca más, así, acelero el trote de su caballo, y se despidió por siempre de su antigua vida.

Hambre Y Codicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora