Capitulo 2

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El estruendo de los tambores se acallaba por el alarido de los gritos y risas de los nómadas que bailaban alrededor del fuego; mujeres vestidas de forma impura bailaban junto a hombres sin camisa ejecutando movimientos exagerados y obsenos.

La pequeña y débil voz amish en su mente lo insitó a regresar; infundiendole temor al "pecado" al que se adentraba. Pero, desde el momento en que monto a su caballo y dejo su hogar atras, juro que nunca más cedería ante el miedo; encaminandose así con paso firme al corazón de la comuna.

Después de unos minutos de ser ignorado (debido a lo sumida en el efecto alcoholizante de la sidra en el que se encontraba aquella gente) se alejó de las caravanas, cansado de caminar, pero no mucho para perder la luz y calor del fuego. Tomó asiento sobre una roca, esperando a alguien que alarmara de su presencia.

Mientras esperaba se tomó el tiempo de detallar aquella comunidad; había casi quince caravanas entre grandes y pequeñas, acomodadas en círculo, y al interior daba lugar la celebración. Debía admitir, con miedo de caer en pecado de lujuria, que aquellas mujeres poseian una belleza preponderante, así como los hombres junto a los que bailaban;  bien dotados de cuerpos fuertes como caballos y fisionomía extraordinaria, esculpida del trabajo forzoso. Similar a sus ropas todo en el pueblo era muy colorido, diverso, como pedazos de tela arrancados de miles de cortinas diferentes cosidos en un vestido, muy jovial a su parecer.

Notó que cada minuto se añade alguien a la gala, y algo frustrado se resignó a esperar hasta el amanecer en esa roca, hasta el final del festejo o hasta percatarse alguien de su presencia. Mientras observaba la efusiva muestra de alegría de esa gente, una mezcla de sentimientos se formó en su pecho; había miedo del mundo al que se enfrentaba, tristeza de dejar su vida atras, pero más que nada; lastima por los otros jóvenes amish aún atrapados en su pueblo, no pudo evitar sentir culpa de haber huido.

Perdido en sus pensamientos y rememorando sus vivencias se desligo del mundo que lo rodeaba. - Gente como tu nos ha estado persiguiendo desde Viena- Dijose una voz aguda con un acento suave a su lado.

- ¿Disculpe?- Jeremías, confuso, miro al hombre de pie a su lado

- Apenas pudimos perderlos en las montañas y sin advertencia nos terminamos asentando junto a unos amish, no se cuales estan más dementes- El chico tomo asiento junto a jeremias- Cuando llegamos a Alemania huyendo, una de nuestras mujeres se enfermó gravemente. No pudimos curarla, pero gracias a los dioses una curandera se cruzó en nuestro camino. La llevo a su casa y en pocos días la curo, en su sala estaba también un hombre muy mayor, un gorgger, un amish, la curandera me conto que ese hombre habia dejado su comunidad para sanar una grave enfermedad usando medicina moderna, se veía tan alejado, como tú, que me hizo pensar :Los amish, poseen un contemplar especial; profundo y vacío, ansiosos y hambrientos, que contemplan un punto en el vacío mientras el tiempo pasa sobre ellos.

Asombrado por sus palabras, Jeremías que había mantenido su vista en la fiesta, giro su cabeza, y se encontró con un joven gitano sentado a su lado; vestía extravagante igual al resto del pueblo, y su piel tostada brillaba iluminada por la luz de la hoguera. Su asombro se debía a las palabras del joven, su confianza y sobre todo su manera de hablar sobre su pueblo, puesto que había descrito con exactitud lo que sentía allí mismo.
Aunque al pensar eso no aparto su mirada del joven ni un momento, con un semblante de sorpresa similar a un niño inocente que mira algo por primera vez.

- ¿Que te trae por aquí? Será mejor que no vengas a robar- Hasta ahora solo el gitano había hablado.

- ¡Por dios, no! Ni más faltaba.-Se excuso Jeremias- vengo en busca de refugio, he abandonado mi pueblo en busca de una vida mejor- Aquel hombre irradiando confianza tenso a Jeremías- Salí muy apresurado a penas y traje algo conmigo. Para ser franco son usted, vine aqui a pedir refugio, aún no se cuál camino debo tomar en mi vida, esperaba pudieran acogerme está noche, no más, pagaré lo justo de ser necesario - Dijo Jeremías decidido quien prefirió hablar sin trabas y pedir lo que requería-

- ¿Y que te hace pensar que deseamos acojer a un gorgger con nosotros? Hay una aldea al norte de aquí. ¿ Acaso creíste que podrías quedarte y ser uno más de la familia? viajar por el mundo es lo único que crees que hacemos - Un acento marcado que antes no estaba se mezclo en sus palabra- Pues lamento arruinar tu fantasía gilipollas; somos gitanos, no andamos de paso por diversión.

Pecó de ingenuo, de nuevo se hacía consciente de lo fantasioso de su idea y de lo compleja que sería su vida allá afuera. Jeremías sabía que de molestar a los gitanos acabarían matandolo, por otro lado, si era echado, moriría de frío o devorado por los animales esa misma noche.

- Ruego perdones mi insensatez al venir aquí- Rogó Jeremías de rodillas al gitano parado frente a el- yo a diferencia de ustedes no huyo por mi vida, pero voy en busca de refugio. Solo ruego me permitan tomar cobijo con ustedes está noche, prometo irme al amanecer. -

Habiendo ya implorado empatía el silencio se asento en el ambiente, hasta que el gitano suspiro y con un tinte más relajado en su voz pronunció:

- Levantate- Demandó el gitano- Una noche. Dormirás en el almacen, no te quiero aquí cuando salga el sol, no esperes que te alimentemos, y agradece que le tengo lastima a personas como tú- dicho esto se dió la vuelta y camino hacia la fiesta- Camina- Dijo.

Caminaron juntos unos pasos, Jeremías aún estaba nervioso, su corazón latía como nunca, y no tenía certeza de lo que le pasaría esa noche, pero a pesar de todo, le encantaba, no había sentido aquello desde que era un infante, cuando se llenaba de emoción y expectativa. El gitano había parado, entablando conversación con una mujer mayor que observaba la fiesta, la mujer miro un segundo Jeremías de arriba a abajo, a su vez, y aunque los gritos y la música no paraban,cada vez más personas lo observaban.

-¡La suerte te acompaña!- Grito el gitano mientras hacia señas a Jeremías para que se acercara- Ella es Fifika, nuestra matriarca- Presentó el gitano a la mujer anciana- y mi nombre es Josiah. Nuestra madre ha permitido que te quedes está noche, pero debes pagar.- Dijo extendiendo su mano.

Jeremías asintió e inmediatamente les proveyó de las únicas piezas de oro y plata que había traído consigo. La anciana las inspeccionó, y ya segura de su autenticidad sonrió dejando ver sus únicos tres dientes amarillos y entre cerrando sus blancos ojos. La matriarca gitana se levantó de un salto; tenía la altura de un mesón y un caminar cojo, pero con presteza se dirigió a uno de los vagones.
Con ambos jóvenes a su lado saco un manojo de llaves del interior de sus ropajes y y con un movimiento desobstruyo la puerta del vagón.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2024 ⏰

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