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A punto de llorar en otro día especial y que debería estar lleno de felicidad. No sé cómo acaba ocurriendo. En ocasiones pienso en que ni siquiera me parece haberlo elegido, es precisamente lo último que elegiría en un  día como hoy, o en ningún día directamente.

Vuelven los pequeños brotes, aunque en este caso no son de felicidad directa, sino de decidir en pensar en mí y las cosas que me hacen disfrutar de la vida. Sin embargo, y como ya dije, no tarda mucho en desaparecer.

Joder.

Debería estar emocionado, haciendo cosas, pero en vez de eso estoy tirado en el sofá escribiendo un libro el cual en cierta ocasión pensé que sería buena idea darle rienda suelta, e incluso estando bien redactado, publicarlo formalmente. Probablemente esto no suceda nunca, pero sea el sentimiento.

Hoy también he experimentado, de nuevo e involuntariamente, el ímpetu de preocuparme por los demás cuando no debería ser el momento. O a lo mejor sí, hay veces que ni siquiera logro discernir entre el "se puede, sólo me preocupo" y el "mejor no". Puede llegar a verse como que no tiene mucho que ver, pero la mente humana es suficientemente compleja como para generarte una línea difusa donde no debería haberla.

A estas alturas ya no sé de lo que hablo. Sólo sé que hay que seguir adelante, sea como sea. Sólo deseo que sea una fase que se pueda salir de ella algún día.


Han pasado unas horas, ya está acabando el día. Puedo concluir que, posiblemente, este haya sido el peor 5 de enero de mi vida. Me atrevo a decir que he llorado pero sin lágrimas, por dentro. Y para colmo, he participado en un evento que me ha puesto nervioso por la mala organización, al final queriendo gritar que hubiese coordinación y todo fluyese cual arroyo en la alta montaña.

No me lo he pasado tan bien como habría querido. A punto he estado de tirar todo por la borda porque hasta hace muy poco no sentía absolutamente ninguna emoción por nada, sólo quería dormir durante una buena temporada, y al levantarme no hacer nada. Por suerte, ha cambiado un poco en la última hora y me ha animado a seguir vivo.

Nada, ha vuelto. Ha regresado esa insaciable sensación de soledad y de querer dejar de existir, como si me hiciera un favor a mí y al mundo. Qué liberación más dulce se me ha puesto en bandeja, aunque, y de nuevo por suerte, soy una persona atenta a esas cosas y no he caído en la tentación. De vez en cuando le hablo a Dios, ya que estamos en estas fechas tan especiales, y me pregunto por qué me ha tocado pasar esta época así. Intuyo que es porque no puedo olvidar, 1000 terabytes de memoria cerebral dan para mucho.

También pienso en otras cosas, como en aquellas frases del estilo "los años no son buenos ni malos, somos nosotros los que los hacemos buenos o malos", mientras reflexiono sobre lo de que no elijo estar mal por mis emociones. Y sigo pensando que en mi vida me habría gustado estar como estoy, sobre todo en estas fechas, así que retorna la paradoja de que si no lo elijo pero decido yo que sea malo, ¿nadie elige nada?

Mi HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora