Casual (Yandere Simulator- One Shots)

Tolerancia cero.

Odiaba las fiestas, reuniones, o cualquier evento en donde se viera obligada a hacer sociales. Sin embargo, solo por esta vez hizo una excepción, por alguien en particular al que quería ver, y mas importante: controlar. Todo era por Taro Yamada.

Durante esa semana corrían los rumores de una fiesta en la casa de un estudiante de uno de los grados superiores, cuyo propósito era simplemente festejar por la mitad de año que restaba de cursada, y luego solo quedaría la graduación. Todos los integrantes de los cursos 3-1 y 3-2 participarían, pero cada uno podía invitar a una persona más, ya sea familiar, amigo, u otro estudiante, alguien ajeno al curso.

Para Ayano no le fue difícil infiltrarse entre toda esa gente. Al principio creyó que le sería muy complicado acceder a aquel evento, porque no conocía a ninguno de esos estudiantes personalmente y dudaba que pudiera ganarse la confianza suficiente de alguno a tiempo y al grado de ser una de la invitadas. Convenientemente, no tuvo que hacer esfuerzo alguno porque mientras se encontraba caminando en la azotea buscando un escondite perfecto para observar a su amado almorzar, alguien llegó y le abrazó por la espalda. Se sobresaltó por la sorpresa y cuando iba a empujar a la persona en cuestión, está ya le había soltado y caminó hasta quedar frente a ella.

- ¡Hola! ¿Escuchaste de la fiesta de este sábado?- le preguntó la joven de cabello verde, muy entusiasmada.- ¡Quiero que seas mi invitada!

Su suerte no pudo ser mejor. Aun así, tenía que disimular un poco para no levantar sospechas.

- Está bien- accedió, no queriendo que la chica se retractase.- Pero... ¿Por que yo? Es decir, no te conozco.

-Oh, cierto, mi torpeza- se disculpó riendo- Midori Gurin, mucho gusto.-Sonrió abiertamente. Ayano tuvo que forzar una sonrisa en respuesta.- Es que taanta gente me ha insistido para que la invitase, ¡No te imaginas cuantos mensajes me llegaron aquí!- Levantó su celular, con funda igual de verde que su cabello.- Y me costaba decidirme por alguien, pero para ser justa no elegí a ninguna de esas personas, y preferí invitar a un desconocido ¿Verdad que tiene lógica? Soy una genia.

Ayano se contuvo para no decirle que era una completa estupidez, porque la forma de pensar de Midori le había dado una oportunidad irrechazable.

-C-claro.-fue lo único que dijo.

-¡Ah! No te pregunté tu nombre- mencionó dándose un pequeño golpe en la cabeza.

-Ayano...Aishi. Estoy en la clase 2-1.

-¡Perfecto! Anotado- tomó nota con su celular, para luego pasarle su teléfono a Ayano, que le miró confundida alternando su vista entre el celular y Midori.- Pásame tu número, te mandaré la dirección mas tarde, cuando la recuerde.-rio avergonzada. 

Ayano suspiró, y al no tener mas opción le hizo caso.

Hasta ese dichoso sábado maldijo una infinidad de veces cada vez que su celular sonaba, sabiendo que por la frecuencia de los mensajes no era otra persona mas que Midori. La chica buscaba conversación todo el tiempo que tenia libre, también preguntando que llevaría puesto o si quería que le prestase ropa. Usar algo de esa loca, definitivamente estaba fuera de discusión. Se obligó a si misma a responderle recordando que debía de ser "amable" ahora que era su cordial invitada. Solo por ese motivo es que no la mandaba al demonio, y luego de la fiesta era seguro de que bloquearía su contacto, por lo que tendría que soportarla hasta entonces.

Ya en la fiesta, aun no había podido encontrar a Taro, pero sabía que asistiría por unas conversaciones con su amiga Osana que Info-chan había hecho el favor de filtrar e informarle, claro que por un precio que ya había pagado con anticipación.

Se sorprendió de lo grande que era la propiedad en donde se había organizado la fiesta. La casa era enorme, y el festejo se extendía tanto al primer como al segundo piso, inclusive hasta el patio el cual tenia un césped verde muy cuidado con algunos arbustos de estructura semiesférica y otros arboles mas altos, cercando el lugar, algunos decorados con luces que iluminaban todo el exterior. Definitivamente, quien fuese el dueño de la casa, era alguien adinerado.