Capítulo I

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*Lo siento si tiene errores ortográficos, espero te guste*

Alice

Vale, tengo que respirar, esto no puede ser cierto, ¿verdad? Es decir, por favor, es muy difícil que el chico más guapo de este instituto se haya fijado en mí. Soy consciente de que fea no soy, pero estoy muy segura de que no soy el tipo de chica que le podría llegar a gustar a Mateo.

Carajo, esto es una locura, y pongo las manos al fuego de que esto parece un cliché romántico: el popular se enamora de la chica tímida y solitaria.

Bueno, el punto aquí es que yo no cumplo ningún requisito para ser esa chica. Hagamos una lista mental mientras busco con la mirada a Ian, mi mejor amigo, para contarle todo. ¿Para qué tener un amigo si no le puedes chismosear hasta lo más mínimo de tu vida?

¿Me gusta leer? NO

Usualmente, en esas películas románticas, a nuestras famosas protagonistas les encanta leer, pero en mi caso no es así. Me gusta más la música, el poder cantar, sin importar que mi única audiencia sea mi mejor amigo.

¿Soy tímida? NO

Aunque quizás un poco; dale, esto lo dejaremos en intermedio. Seguiría con la lista mental sobre ser o no ser la protagonista de mi propia película, pero decido dejarlo cuando encuentro a Ian con un muchacho hablando en la zona de los casilleros.

—¡Ian! —exclamo su nombre con todas las fuerzas del mundo mientras corro hacia él.

—Estoy en un proceso de hablar, amiga mía— me hace una señal que rápidamente capto. Ese hablar significa: Estúpida, estoy a punto de agarrar a mi presa. Se los juro que eso significa.

—Bueno, te quería contar que un chico me besó.

—Ya... —se gira hacia el muchacho con quien habla, para que luego se voltee con rapidez para encararme con los ojos muy abiertos.—¿Cómo?

—Lo que escuchas.

—Después te llamo, ¿vale? —le dice al chico que tiene al lado. Este afirma y se va. Ian sonríe con esa picardía muy propia de él.—Cuéntame.

—Estaba pensando en el cover de la canción, ya sabes, y Mateo de la nada apareció delante de mí. Te juro que pensé que me diría algo estúpido, pero no fue así. Me besó, Ian. Lo hizo.

—¿Mateo? ¿Nuestro compañero?

Asiento con la cabeza.

—¿Mateo?

—Que sí, pesado.

—¿Te besó?

Vuelvo a asentir con la cabeza.

Aunque intento con todas mis fuerzas no prestarle atención e importancia a lo que acaba de suceder, la realidad es que me he emocionado, y mucho. Sus palabras aún resuenan en mi cabeza con demasiada fuerza, como si mi memoria no quisiera que olvide absolutamente nada.

"Nos vamos a divertir mucho este año, Alice."

—Te veo muy contenta con ello. ¿Algo que debería enterarme?

—No lo sé, Ian. Es raro— apoyo mi espalda al casillero mientras dejo a mi mente viajar. —Hemos estudiado juntos durante muchos años, no entiendo por qué recién se acerca a hablarme.

—¡Hello! Seguro se dio cuenta de lo asombrosa que eres.

Sonrío con ternura, mirando a un punto no específico.

—No lo creo. Tiene que haber algo más. Lo presiento.

Y como si mis pensamientos lo llamaran, Mateo aparece con sus amigos. Ellos parecen tan dispersos en su tema de conversación que no se dan cuenta de que los estoy mirando. No es difícil reconocer a cada una de las personas que tengo a casi unos metros de distancia, pues he convivido con ellos desde hace mucho tiempo.

Mateo es el que más sobresale con ese color de pelo tan peculiar: blanco, casi platino. No he visto jamás a alguien con ese color de cabello, y honestamente, le queda muy bien. Ese color hace que sus grandes ojos grises combinen a la perfección. Por otro lado, Stive, uno de sus mejores amigos, también es un chico muy simpático; cabello negro, alto, contextura delgada, ojos marrones oscuros, pero nada comparado a Mateo.

Vamos, Alice. Te estás creando muchas cosas en la cabeza, solo por un estúpido beso. Un maldito beso. Mierda.

—Está mirando para acá —susurra Ian a mi lado. No entiendo lo que dice, bueno, no hasta que, al alzar la mirada, esta se encuentre con el causante de que mi pobre corazón esté a punto de estallar.

—Ian, me está mirando.

—Lo está haciendo.

Trago grueso al notar cómo Mateo me recorre con la mirada sin ningún tipo de vergüenza. Una sonrisa para nada tímida sale de sus labios mientras comienza a dar pasos en mi dirección. Me quedo paralizada al ver la poca distancia que nos queda ahora; sin embargo, él detiene su trayecto cuando la campana suena, indicando que la hora de receso acaba de terminar.

Mateo, sin apartar sus dichosos ojos grises de mí, articula con los labios un "Nos vemos pronto." Haciendo que mi pulsación estalle sin más poder, estoy a nada de tener un paro cardíaco, lo sé.

—Mierda. ¿Qué fue eso, Ali?

—No tengo ni idea, Ian, pero lo averiguaré.

—Esto se va a poner interesante.

Y eso me asusta demasiado.

Pienso para mí misma mientras me dirijo a mi siguiente clase.





*

Ojalá y les haya gustado el primer cap.

Muchas gracias por estar aquí. 

LA APUESTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora