Capítulo 1

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-Tiene los boletos?
-Sí Marcos, lo tengo todo -sonreí-
-La voy a extrañar -oh Dios
-Marcos! Nos veremos en dos semanas!
-Quiere usted decir que no me va a echar de menos?
-Si lo haré -lo abracé- mucho
El chofer salió a recoger mis maletas, no eran muchas, solo 4, porque el resto de mis cosas se iban en las cajas.
Mudarse a Carolina del Norte me parecía una idea excelente, iba a perder mis amistades aquí, pero podía hacer más amigos, eso no tenía que ser un problema.

-Que tenga un buen viaje. En Carolina la está esperando su nuevo chofer, la va a llevar directo a su nueva casa, adonde su madre ya se debe encontrar -aclaró todo muy rápido
-Lastima que usted no va con nosotros -puse cara triste, tratando también de ser coqueta- adiós Luigi- besé su mejilla con un estilo coqueto, otra vez.
Es que no era mi culpa que fuera tan atractivo.
Me acompañaría un tal Antoin en el viaje, pues mi madre no quería que viajara sola.
Antoin se encargó de hacer todo, yo simplemente caminaba tras él, y ya era demasiado trabajo, pues estos tacones provocaban mucho dolor en mis pies, quienes demandaban un descanso. Definitivamente alguien tenía que hacerme un buen masaje.

-Madre!-dije al verla saliendo de la nueva casa
-Hija!- dijo con la misma emoción- como te encuentras?-
Y es que era la única persona que me hablaba en "tu" y no me agradaba pero era mi madre, no podía hacer nada en contra de ella.
-Quieres ir a conocer Charlotte?
-Sí!
El chofer se encargó de llevarnos a conocer Charlotte, tuvimos que caminar un poco, ya que a un restaurante no se podía entrar con carro, eso era algo malo desde mi punto de vista, lo ultimo que me apetecía era tener que caminar más.
El lugar era bastante atractivo, unos edificios de altura, eso me encantaba, y muchas personas caminando, eso me desagradaba. Había todo tipo de persona caminando por las aceras, y yo chocaba de vez en cuando con ellas.
Si no aprenden a caminar los voy a demandar por tocarme tanto.
Entre choque y choque sentí como uno de los billetes que llevaba en la mano desprendía de mis manos para caer a la acera. Dudé en recogerlo, probablemente ya habría sido pisado por alguien más.
Al volverme vi a un individuo recogerlo. Al ver que yo me volvía me lo ofreció, pude ver su rostro, lo único que podía apreciar eran sus ojos totalmente claros, eran lindos. Pero al ver su barba las nauseas llegaron a mí, podía tener su vida de no afeitarse!
Negué el dólar con desprecio. Los indigentes no deberían estar a menos de diez metros de mi persona.

El mundo en el que pensabas que vivías.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora