El mundo en el que pensabas que vivías.

Capitulo 4

Comenzaría el colegio el próximo lunes, no sé ni quiero saber nada del colegio. Lo único que me importaba era si teníamos que usar uniforme, y resulta que no, así que soy feliz.

Hoy es jueves 10 de septiembre. Resulta que tengo una vecina de mi edad, resultaba cariñosa, más de lo que me gustaría. Pero era algo agradable, supongo, su nombre es Ángel. Yo creía que eso era nombre de hombre.
Esta se ofreció a llevarme por ahí, lo cual pareció genial, hasta que supe que tenía que caminar, el chofer el cual no es tan atractivo como el otro se ofreció a llevarnos, pero mamá le dijo que para mi estaba bien caminar. ¡Ella no tiene derecho a responder por mí!
Así que nos encontrábamos caminando por alguna calle calmada de Charlotte con un café de Starbucks, algunas bolsas llenas de compras, ya me hacía falta nueva ropa, y un dolor asqueroso en los pies.
-Ángel- me quejé con un gemido
-Sí?- dijo distraída viendo un vestido de Banana Republic por la ventanilla.
-Me duelen los pies
-Eso te pasa por usar tacones de un metro de altura- se burló- tranquila, ya vamos a llegar- dijo abrazándome fuerte
Eran esos abrazos que me desagradan de ella.
-Déjame ver ese vestido y seguimos
Ella se fue emocionada dentro de la tienda, yo me quedé ahí inmóvil, no había donde sentarse más que en el pavimento y yo definitivamente no iba a hacer eso.
Después de 10 minutos de aburrirme de observar todo escuché unos gritos, me asusté. Pero no fue comparado con el miedo que tuve al sentir como alguien jalaba de mi brazo.

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Después del trabajo decidí dirigirme directo a mi hogar, desilusionado.
Mi trabajo de basaba en vender cosas en la calle. Hoy solo había conseguido vender 10 dólares, y las que me compraban eran todas mujeres, quiero hacerme la idea que me veo muy atractivo sin barba. Me miré en el espejo y me guiñé el ojo, en ese momento me di cuenta que el espejo estaba muy sucio porque nunca me miraba en él. Siempre me dio miedo mirarme al espejo, porque ahí podía ver quién era, y eso no me agradaba. Pero hoy por atractivo tuve que hacer una excepción.
Ver el espejo fue divertido, una tienda estaba cerrando e iban a desechar el espejo, se lo pedí a la señora la cual me dijo que me lo daba solo si tenía una cita con la hija, le dije que era gay, no quería una cita con su hija. Igual me lo dio.
-Hola amigo- dijo un chico después de que yo le abriera la puerta
-¿Hola?
-¿Me recuerdas? Soy Daniel, de la fiesta del domingo
Recuerdo la fiesta, no a él
-No, pero sé que no te importa ¿qué quieres?
-Salimos a tomarnos unas?- dijo mostrando unas latas de cerveza.
Así se hacía en nuestro mundo, nadie es amigo de nadie, pero todos salen con todos aunque sean desconocidos, solo para tener un poco de diversión.
Yo nunca la hacía porque no pensaba gastar mi dinero en alcohol, pero si ellos invitan nunca me negaba.

Terminamos los dos en una esquina de un parque de Charlotte, tomando y hablando de cualquier estupidez, no había mucho sentido en los que decíamos.
-Mira, mira
-¿Jugaremos veo veo?
-No idiota, mira el culo de esa señora
-¡Tiene 50 años, si no más!
-No hay edad para un buen culo-dijo él sin dejar de mirar el culo de la señora
-¿Qué opinas de esas dos?-pregunté mirando a dos mujeres, mucho más jóvenes que la anterior
-Que están muuuy buenas-dijo haciendo énfasis en la "u"- pero más bueno el dinero que pueden dar
Continuamos mirándolas.
Una de ellas se alejó para entrar a una de esas tiendas a las cuales mejor ni me acercaba y la otra se quedó viendo a todos lados. Ahí pude mirar su cara, ¡era la chica que me había despreciado los 5 dólares!
-Créeme que sí
-¿Si qué?
-Sí chorrea dinero
-¿Entonces sí?-dijo algo emocionado, levantándose
-Ajá- confirmé sin entender la pregunta
Lo siguiente que miré fue como este sacaba una navaja de su bolsillo del pantalón y se dirigía hacia la chica
-¡¡Espera, no!!- grité muy alterado corriendo hacia él- ¡No lo hagas, por favor!
Cuando llegué ya tenía a la chica agarrada por el cuello, esta estaba temblando hasta por las orejas.