Still your Soulmate

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Chimon se sentó en su respectivo asiento de avión y, aunque sus músculos se destensaron un poco, le fue imposible relajarse o disminuir los nervios que se apoderaron de su ser

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Chimon se sentó en su respectivo asiento de avión y, aunque sus músculos se destensaron un poco, le fue imposible relajarse o disminuir los nervios que se apoderaron de su ser. Respiró hondo un par de veces, cerró los ojos y contó hasta diez. Tampoco fue de mucha ayuda, pero logró estabilizar un poco su respiración agitada y los latidos desenfrenados de su corazón. Regresar a su país natal desataba en él un sinfín de emociones que no sabía cómo manejar.  Emoción, nervios, temor... la lista podría seguir y le tomaría varios minutos culminar.

Sacudió su cabeza intentando hacer que los pensamientos desagradables se desvanecieran en su mente, tomó su teléfono y sus auriculares inalámbricos, y reprodujo su playlist favorita, aquella que lo reconfortaba y le proporcionaba una cálida sensación de tranquilidad cuando su mente se hallaba agobiada y torturada por los recuerdos que albergaba.

Observó las nubes a través de la ventana a su costado y suspiró maravillado por el aspecto etéreo del panorama. Otro recuerdo asaltó su mente, pero, a diferencia de los demás, deseó apreciarlo con cariño y una pequeña sonrisa adornó su rostro de inmediato. La intranquilidad y los nervios se esfumaron por completo, aunque no lo notó al hallarse sumido en sus pensamientos.

Dos pequeñas manos bronceadas por pasar mucho tiempo al aire libre, una adorablemente regordeta y la otra delicadamente delgada, extendían sus deditos en dirección al cielo y se mecían de un lado a otro, casi pretendiendo que volaban con sutileza y recorrían sin reparos el interminable cielo nublado.

Hubo un ángel que aligeró el peso sobre sus hombros y la carga en su corazón, alegrando los días de su miserable existencia mientras formó parte de ella. Lo recuerda con demasiado cariño y atesora de manera vehemente cada recuerdo a su lado. Aquel niño de piel bronceada, cabello oscuro como el carbón, ojos grandes y expresivos, mejillas abultadas y sonrisa brillante adornada por un par de hermosos hoyuelos se coló en su vida y dejó huella en su alma, constituyendo el principal fragmento de su pasado que desea recordar hasta su último día en la faz de la tierra.

No notó en qué momento comenzó a sonreír enormemente, pero se sonrojó y tosió intentando recobrar la compostura en cuanto fue consciente de ello. Observó como la ciudad cobraba forma bajo las nubes y se sorprendió al caer en cuenta de que llevaba más de seis horas sumido en sus pensamientos, aunque en el fondo lo agradeció ya que no sintió el paso del tiempo y finalmente aterrizó con calma y ligera emoción en cada fibra de su ser.

Miró fijamente las nubes que adornaban el cielo, suspirando con tristeza al percibirlas ahora lejanas e inalcanzables... tan inaccesibles como el, ahora adulto, niño sublime cuya presencia radiante alguna vez fue el sol que iluminaba su universo.

Le fue inevitable cuestionarse en dónde estaría Nanon en ese momento. Había pasado tanto tiempo que pudo haber sido adoptado tras su partida, esperaba que así fuera, y su nueva familia podría haberse mudado al igual que él lo hizo. Sintió malestar en su abdomen con tan solo contemplar la posibilidad. Suspiró, miró el cielo por última vez y se preguntó si observaban el mismo firmamento como en los viejos tiempos o se convirtieron en dos pequeños e insignificantes seres en el universo cuyas existencias no coincidirían nunca más.

❛ soulmate II ❜ ⚘ namonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora