Capítulo 1

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MENTE LIMITADA, IMAGINACIÓN ILIMITADA

14:20 pm, 7 febrero 2014

—Otra vez leyendo uno de tus libros científicos? —me preguntó burlona Scarlett, entrando a mi habitación. Que por cierto, sin tocar la puerta.

Scarlett es mi mejor y única amiga, nos conocimos en la secundaria donde nos volvimos inseparables. Mucha gente cree que al terminar la secundaria la amistad que tuviste con tus compañeros se termina, aunque no fue el caso con Scarlett, incluso fuimos a la misma universidad.

—La mente es insaciable —le respondí con una sonrisa.

  —Estas desempleado teniendo un doctorado en física, otro en química, y en vez de estar buscando trabajo estás leyendo un libro? —Me dijo Elizabeth en tono irónico levantando una ceja, mientras se sentaba en mi cama.

—Tengo algo en mente —Le dije cerrando el libro que tenía en mano y dejándolo en mi escritorio.

—Dime —me respondió ella mirando su celular.

—Bueno...—hice una pausa—: Voy a crear una máquina del tiempo —le dije con una sonrisa de lado a lado. Ella desviando su atención de su celular me quedó mirando con un semblante serio, para luego cambiarlo por una sonrisa.

—Estas bromeando, cierto? —me respondió con una risa sarcástica.

—Por desgracia, no. Estos últimos meses estuve meditando sobre esto, pero finalmente me decidí por hacerlo, si es posible —le dije levantándome del asiento de mi escritorio.

—Sabes que te apoyo en todo, pero esto es una locura, es imposible. Me parece raro viniendo de ti —respondió para volver a mirar su celular.

  —Lo que digas, voy a materializar lo que ya visualicé en mi mente. La máquina del tiempo será un reloj de pulsera, así pasa desapercibido
  —dije mientras me colocaba las zapatillas.

  —Y por qué querrías crear una máquina del tiempo? —me preguntó curiosa.

  —Para hacerme rico —le respondí sonriente, por lo que ella rodó los ojos.

  —Hay muchas maneras de volverte rico, y eliges creando una máquina del tiempo? Creo que la vida sedentaria te está afectando, Jake. —me respondió con el ceño fruncido.

—Dile a mamá que me fui a lo del tío Leonardo —dije saliendo de la habitación.

—Le diré que te lleve a un terapeuta —respondió la rubia.

EN LA RELOJERÍA

Entré finalmente en la relojería de mi tío, quien al verme se le irradió la cara con una sonrisa fresca.
  Hacia meses que no iba a visitarlo, la relojería seguía teniendo su clima vintage, con los mismos sofás de hace diez años, los mismos adornos pintorescos y, sobre todo, el mismo gordo que nunca pierde su sonrisa contagiosa.

—Ciao! —me saluda en italiano Leonardo, ya que él es proveniente de Italia—: Cuanto tiempo sin verte, Jake. Que te trae hasta aquí?

—Buenas tardes, Leo. Solo venía a...—me pongo a observar los relojes de pulsera en el mostrador de vitrina—: Comprarme un reloj, y así de paso verte.

El Viajero NómadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora