1. Amanecer

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A veces un minuto no es suficiente para contar sucesos de veinte segundos, y en otras ocasiones, veinte segundos bastan para contar los hechos de un día entero, raro, pero real, este breve relato trata de un momento, uno de "esos momentos" en los que el tiempo siempre es insuficiente para satisfacer la intriga del oyente.

Hace tiempo, imposible decir cuanto, mi tía me invito a pasar unos días con ella, en otra provincia, y para ello me compro pasajes de colectivo, ¡para mi sola! ¿Saben la emoción que sentía? Como os imaginarais era casi contagiosa. Era magnifico, iba a ser mi primer viaje sola, de aproximadamente doce hora cada trayecto.

- No hables con desconocidos, no te bajes del colectivo en ningún momento, y tene cuidado - decía mi mamá con preocupación y alegría antes de ir a la terminal- ¿segura que tenes todo? ¿ropa interior, zapatos? Bueno, genial, ¡te quiero hija!
Me llevó mi papá, durante el camino intentaba memorizar la ciudad, como si fuera la última vez que la iba a ver.

Exagerada

Bueno, esta bien, tal vez un poquito.

****
Estaba inmensamente feliz cuando llegamos a la estación, mi corazón palpitaba rápido, y sentía que necesitaba abrazar mucho a papá, para no olvidar esa sensación, creo que sin ese abrazo no podría haberme ido a ninguna parte. Le di mis maletas al empleado del colectivo, y subí con mi mochila, según el boleto el micro partía a las ocho, y eran ocho y cuarto, miré a papá que estaba sonriendome cariñosamente.
Busque con entusiasmo mi lugar, al final del micro, justo adelante habia un chico como de mi edad, y al lado una señora, acomode todas mis cosas, ya faltaban cinco minutos para arrancar, miré por la ventanilla, respire y traté de memorizar cada detalle de papá, del auto, del lugar

Ni que te fueras a la guerra nena

Vale, es verdad, no me iba a la guerra, pero es que ¡era mi primer viaje! Tenía derecho a estar exageradamente emocionada ¿no?

Cuando arrancó el colectivo busque uno de los dos libros que tenía para el viaje, la salida hasta la ciudad ya la conocía, y curiosamente esa parte no me interesaba memorizarla.
Unas cuantas horas las pase durmiendo, leyendo, comiendo y escuchando los chistes que le hacía el chico de adelante a su abuela; en una ocasión no sabía donde se podía cargar el celular y ambos me ayudaron, la señora resultó ser una mujer muy simpática, iban hasta una o dos ciudades antes de la que me bajaba yo, y ella era una gran cinéfila, y amante de las comedias, aunque no tan inclinada hacia las películas románticas como crei en un momento.
Fue hermoso, pero tan difícil y monótono de explicar con palabras, que mejor os lo ahorro.

Cuando estaba cerca de las cinco de la mañana me desperté, tenía el cuello rígido a causa de la mala postura, había dormido bastante y el motor del colectivo no me dejaba descansar más, probé dos o tres veces en diferentes posiciones, y al ver que iba a ser imposible busque el libro que había empezado antes y me decidí a continuarlo, Cortázar era el plan perfecto para esta ocasión. Pero mientras sacaba el libro tuve la extraña sensación de estar siendo observada, supongo que todos la han sentido en algún momento ¿verdad?, bueno, yo la sentía constantemente, así que impertérrita comencé a buscar los ojos observadores.
Al no encontrar nada extraño, saque el libro con indiferencia, y empecé a leerlo con avidez, me fascinaba. Estaba en un párrafo sumamente complejo.

- Cortázar, siempre tan, tan... -empecé a murmurar distraidamente mientras releia el mismo párrafo.

- ¿Inextricable? - sugirió alguien

Me di vuelta rápidamente por el susto, y el libro cayó al piso, miré ceñuda al intruso, que sonreía tontamente arrodillado en el asiento delante mio. El chico de adelante.

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⏰ Última actualización: Jan 26, 2022 ⏰

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