Suavidad. Eso sentía a su alrededor. Podía notar que su cuerpo flotaba entre plumas. Flotaba sobre una mullida cama de plumas con cantidad de cojines que lo rodeaban. Y blanco. Todo era níveo y delicado. Podía saltar, rodar y, aun así, todo lo que lo envolvía seguiría siendo igual de sedoso. Aquella albura lo volvería a abrazar y recorrería su piel con una delicadeza extrema.
Sabía que tenía los ojos cerrados, pero igualmente podía verse en una luz tenue en medio de aquella inmensa comodidad. Y era grato, muy grato. No quería levantarse de allí, estaba cómodo y se sabía ligero. Inexplicablemente, también se sentía protegido.
Las nubes, de las cuales no se había percatado de su presencia, se comenzaron a abrir lentamente, como en un enfurecido, pero a la vez frágil amanecer. Y eso lo alertó. Cerró más sus párpados cuando una luz fuerte irrumpió en su pequeña aura.
Los sueños a veces no tenían una explicación.
Se tapó el rostro para que la luz no le siguiera dando de frente e intentó rodar entre las suaves plumas para esconderse. Aquella luz venía acompañada de ruido, voces... No quería salir de entre los cojines. Necesitaba aquella paz y que la luz no le atosigara.
Necesitaba seguir allí un poco más.
♣ ♠ ♥
Un arrullo proveniente de una voz lejana y femenina tarareaba muy bajito un ritmo de inmensa calma. Era tranquilizador, tanto que le hacía querer mecerse al son de la melodía. ¿Lo que la acompañaba era un arpa? Quizás sí, nunca llegó a conocer bien los instrumentos musicales. Su madre siempre le instó a que tomara clases de piano o guitarra, pero él se negó. Durante muchos años nada le entusiasmó más que encerrarse en su cuarto mientras escuchaba en el parque de enfrente a los chicos de su edad.
Demasiado melancólico, pero así era él. Harry siempre fue así hasta que... Sintió el ritmo más cercano y finalmente se meció. Aquella melodía se llevaba la luz y lo agradeció a pesar de que ya no le molestara tanto.
♣ ♠ ♥
La mujer se había esfumado al igual que su arrullo. Seguía envuelto en una sedosa suavidad, pero las plumas ya no le acariciaban y solo estaban ahí, quietas.
Si no hallaba la melodía quería decir que la luz volvería. Y solo con pensarlo así fue. Los rayos se volvieron a colar por aquellas nubes que en ese momento parecían más oscuras. Ya se había acostumbrado al destello, así que no se molestó en cubrir su rostro. El rayo era cálido y no lo enfrío como imaginó que haría. Dejó que la luz lo recorriera, como lo hicieron antes las plumas que volaban con gracia a su alrededor, como si un mago con su varita hiciera que danzaran.
El fulgor lo había hecho completamente suyo y no le molestaba, aquello también era tenue y no dolía, simplemente la luz quemaba un poco en los párpados. La suavidad se volvía por momentos algo más rígida, pero sin llegar a ser desagradable. Podría acostumbrarse.
Levitando, así se sintió cuando notó que ya no había seda ni plumas que lo rozaran, solo una extraña calidez y de nuevo unas voces acompañadas de otra melodía algo chirriante y nada acompasada.
Voces cada vez más altas...
—¿Harry?
Su nombre. ¿Quién pronunciaba su nombre? Solo en ese momento quiso abrir los párpados y lo que había detrás de la luz. Quiso saber por qué se lo habían llevado de su remanso de paz.
—¿Puedes oírme?
Sí lo hacía, pero las ganas de volver a caer ganaban. Había levitado, quizás la cama no estaba debajo y si descendía no sabía a dónde llegaría a parar. Ya ni siquiera las plumas lo acompañaban.
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As de picas
FanfictionDos mundos completamente opuestos se verán las caras durante ocho días en Las Vegas. Un viaje que cambiará por completo la rutinaria y aburrida vida de Harry, un chico absorto en su enfermedad que nunca había salido de su pueblo.