No me considero alguien muy popular, pero tampoco soy invisible a los ojos de los demás, aunque en ocasiones eso me gustaría. No suelo molestar a nadie. En realidad, prefiero dejar que cada quién haga lo que prefiera. No me meto en las vidas ajenas...
Corro lo más rápido que puedo, mi cerebro le ordena a mi cuerpo no parar, esquivo, salto y trato de acelerar mis pisadas en el terreno inestable. Buena idea haberme escabullido por dicho lugar abandonado, nótese mi sarcasmo.
Siento como mi cuerpo está rindiéndose, mis pies y piernas las comienzo a sentir más cansadas, el aire ya me falta en mis pulmones, pero no debo de detenerme, no puedo y no pienso hacerlo.
Escucho sus pisadas, porque gracias a él estoy en esta situación de huida, de cazador y presa, y lamentablemente sabemos quién es la que está siendo cazada aquí.
Ya me encuentro inhalando y exhalando por la boca, la garganta se me seca y el aliento se me va más rápido, sólo soy capaz de escuchar mis respiraciones irregulares y sus malditas pisadas. Son el recuerdo de mi desesperación por no detenerme, no dejarme atrapar.
—¡No puedes correr por siempre, Lori! —Se ríe, ¡el muy desgraciado se está riendo de mi sufrimiento!
Estoy sintiendo como las lágrimas de desesperación quieren salir, ya no puedo... ya no aguanto. En algún momento me tengo que detener, por más que no quiera, mi cuerpo está llegando a su límite. Debí haberle hecho caso a mi hermano cuando me dijo que era necesario mejorar mi condición física y yo sólo le vacilaba.
Oh, mi querida familia, ¿sabrán que no estoy en casa? ¿Me buscarán si llegase a desaparecer?
¡Basta! ¡No desapareceremos! ¡Viviremos, saldremos de esta!
Mi voz interior me da ánimos para seguir corriendo, siguiendo en mi escapada y esquivando los obstáculos de este maldito camino difícil.
No te daré el gusto de terminar conmigo tan fácil, cabrón. Aquí los dos daremos pelea.
Obtengo fuerza de mis últimas reservas de energía y acelero el paso, estoy a punto de salir de este terreno, veo tan cerca la autopista, puedo pedir ayuda llegando a la estación de gasolina que ya estoy percibiendo.
—¡No lo lograrás, Lori!
—¡Sólo obsérvame! —Le reto, le provoco.
Corre, corre, corre, corre. Me repito sin parar. Sólo unos metros más, por favor, por favor.
Mis pies sienten el camino más estable y liso, estoy en la carretera y lo primero que veo son luces, luces que se dirigen directo hacia mí y unos bocinazos son lo que escucho, mi cuerpo queda paralizado y vaho sale de mis respiraciones inestables, mi pecho subiendo y bajando aceleradamente, mis ojos teniendo en la mira al automóvil acercándose cada vez más. Es todo, es el fin, sólo... paz.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Hola, hola!
¡Por fin! Con ustedes, el esperado prefacio, liberado y listo para ser leído.
Espero que lo disfruten. En caso de percibir algún horror de ortografía, no duden en acudir a mí para poder editarlo. Como se sabe, esta historia está en proceso de edición, de pulir y en crecimiento.
Les agradezco sus leídas y sus futuras votaciones.
¡Nos estaremos leyendo por ahí! -sonrisa, sonrisa-.
Espero que tengan un maravilloso y estupendo día. En caso de que estén leyendo esto por la noche, deseo que terminen su día con tranquilidad y paz.