Sinopsis

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In life, you learn lessons. And sometimes you learn them the hard way. Sometimes you learn them too late.

August se enamoró de James sabiendo que él no era más que un sueño que jamás le pertenecería.

Él llegó a su vida una cálida mañana de junio; tan caótico y risueño que le robó más de una sonrisa. Hacerse amigos no fue difícil, al menos no para él, que nunca vio en ella algo más que August; la niña retraída del fondo de la clase.

Pero August lo hizo el eje de su mundo nada más conocerlo; su incipiente necesidad de un soporte la hizo aferrarse a lo único que se presentaba a ella como algo medianamente estable, y James aceptó de manera silenciosa ser su brújula.

Porque fue él el primero en decirle lo bonita que era, fue James quien la hizo sentir amor incluso cuando él nunca sintió nada por ella... Fue James quien la salvó de mil maneras...

Y August lo sentía tan suyo, que con cada día que pasaba lo sentía más dentro de su corazón, no pensó que había alguien más, jamás esperó que un momento él le dijera:

—Conocí a una chica, se llama Elizabeth Farey, pero le dicen Betty.

Fue como colisionar de un segundo a otro, lo sintió más como una muerte instantánea que la dejó sin habla. Sólo ahí... quieta, con los músculos contraídos y los ojos cosquilleando.

—Es una chica linda —dijo muy apenas, como no queriendo

Y vaya que Betty era una adolescente preciosa: parecía bendita por la mismísima Afrodita. Cada que August la miraba se decía a sí misma que Dios tenía sus favoritos.

Intentó odiarla por mucho tiempo, como si eso fuera a hacer cambiar de dirección el amor de James, pero nunca lo consiguió porque Betty era menos hermosa por fuera que por dentro...

Un ángel que bajó del seno del cielo para sanar a los demonios perdidos que habían caído a la tierra.

Así era ella; servicial, amable, bondadosa y gentil. No había adjetivo antónimo que le quedara. Y August se sintió aún peor porque no podía odiarla.

Fueron meses donde August se perdía en su profunda soledad, días horribles donde por las mañanas fingía estar bien frente a James, como si no sintiera punzadas en su corazón cada que Betty llegaba y lo apartaba de su lado, casi de manera burlona, como si le estuviera restregando en la cara que no ganaría esa guerra por que para empezar, August jamás tuvo armas para defenderse.

Y después de un año, James ya no estaba.

Se habían acabado las madrugadas juntos, se habían acabado las llamadas repentinas y las salidas espontáneas, se había terminado todo lo que conocían del otro por que de repente ya no se conocían y ya no eran James y August, ahora eran solo James y Betty, mientras August veía a la distancia todo lo que había perdido.

Por que no solo lo perdió a él; se perdió a sí misma intentando encontrarlo, August dejó de ser August y se convirtió en alguien que no conocía para gustarle aunque sea un poquito, lo suficiente para dejar a Betty...

Se odió por eso, odió a James, Betty y toda su estúpida relación, maldijo por mucho tiempo su existencia y el tener que soportar su presencia, se cambió de grupo y casi toma la opción de llevar las clases desde casa, de no ser por que un día despertó y no sintió su corazón hundido, pudo desayunar sin sentir un nudo en la garganta, en el trayecto a su escuela los pájaros cantaban e incluso su playlist era bastante más animada.

Ahí supo que se había olvidado de que James existía.

Y lo que creyó que un día la mataría, ahora no era más que una cicatriz de un amor jamás correspondido, un recuerdo simbólico de que ya no volvería a ser esa August que dependía de alguien más para sobrevivir.

Oh, pobre e ilusa August, no tenía contemplado que al año siguiente, James volvería a sus brazos buscando un consuelo que no merecía, pero que aun así ella le daría.

August | Folklore Triangle | Taylor SwiftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora