El dinero escaseaba y, mientras ese pobre muchacho solo podía lamentarse, la vida de su madre se le iba de las manos poco a poco, como si de una macabra maldición se tratase. Masaki lo sabía. Trabajó en varios puestos simultáneamente para abastecer los tratamientos que la mujer necesitaba sin éxito alguno. La suma a la que debía llegar esa casi quimérica, ¿quién en su sano juicio podría acceder a un procedimiento que costaba un dineral? Algún suertudo, usualmente millonarios o miembros de la alta alcurnia.
La familia de Masaki nunca se caracterizó por ser la más adinerada. Si él recordaba su infancia, solo veía carencias. Apenas tenía que comer, y tras la muerte de su padre cuando tenía diez años, la posibilidad de acceder a bienes básicos era cada vez más escasa. Cuando tuvo una edad razonable comenzó a trabajar para ayudar a su madre y salir adelante. Parecían haber conseguido cierta estabilidad, pero cuando ella enfermó todo su esfuerzo terminó por marchitarse ante él sin poder hacer algo para cambiarlo.
Se culpaba, quizás porque tener tres trabajos al mismo tiempo no se le hacía suficiente. Le pagaban una miseria, y tenía que ahorrar parte de ese dinero para comprar comida y ropa debido a que se acercaba el invierno. Pensaba en su madre, su pobre madre, ¿por que las medicinas tenían que ser tan caras y la atención de los profesionales también? Esas interrogantes no dejaban su mente. Quizás debía de pensar tanto, quizás, o eso se decía a sí mismo.
— ¡Masaki! —uno de sus compañeros de trabajo en la pastelería donde trabajaba como vendedor lo espantó tomando sus hombros de manera repentina.
— ¡Idiota! —lo reprendió y el chico se echó a reír mientras el pelinegro atendía a una innumerable clientela. Esa mañana había sido caótica y la tienda se llenó de hombres jóvenes, todos llevando chocolates o algún tipo de preparación dulce como si no hubiese un mañana —. Debiste haber llegado más temprano, ¡los clientes prácticamente aparecen cada segundo!
—preparaba una caja en forma de corazón llena de bombones.— Ah, eso, lo lamento, me quedé dormido —se encogió de hombros.
— Bueno, para la otra despierta más temprano. No sé por qué pero hoy hay mucha gente, me llama la atención que solo sean hombres y jóvenes, ¿que se supone que les pasa? ¿Acaso es el día de comprar en masa o que mierda?
— ¿No sabes que pasa?
— No, Hideyuki, he estado aquí trabajando desde las ocho, desconozco que sucede allá a fuera. ¿Podrías explicarme?
— Ha llegado al reino una bella chica que creo venía de uno de los reinos del sur. Es de la aristocracia, o eso tengo entendido y reside en una enorme mansión. Es hermosa, tanto, que todos los hombres han quedado embelesados por ella y ahora buscan llamar su atención con regalos.
— Que estupidez —comentó aguantando las ganas de reírse, parecía un cuento de hadas, uno muy repetitivo en el que una mujer era tan bella que embrujaba a los hombres, claro, siempre y cuando con la ayuda de sus poderes ocultos —, es imposible que sean tan idiotas. No puedes enamorarte de alguien de esa forma tan lunática con solo mirar, ni que ella fuera una bruja.
— Bueno, ya los ves comprando.
— En eso tienes razón.
— Masaki, ¿es que acaso nunca has amado a una mujer a muerte?
— Eh... la verdad es que no. En algún momento me sentí atraído por unas pero eso nunca pasó a mayores, estaba demasiado ocupado trabajando.
— Entiendo —dijo ya más reflexivo. Que su amigo tuviera tres empleos le era casi increíble, pero tener a su madre enferma y un hogar que mantener era una buena explicación a su esfuerzo tan asfixiante.
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Witches' Lamentation (MALICE MIZER)
FanfictionKlaha se embarca en una peligrosa búsqueda para negociar con una bruja, sin embargo, en su camino termina por toparse con Mana, un misterioso joven que puede ayudarlo.