Lo Prohibido || YM

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Un cementerio es un sitio donde reposan los restos mortales de las personas. Además de ser enterrados, los cuerpos en sarcófagos, féretros o ataúdes pueden introducirse en criptas, mausoleos o nichos.

Park Jimin y Park Lisa eran los únicos en el cementerio además del sacerdote que no tardaba en retirarse.

La difunta señora Park no había sido una gran mujer, ni una buena esposa y menos una buena madre, sin embargo ahí estaban sus únicos dos hijos, dándole un entierro decente.

Su padre estaba en algún lugar de Los Ángeles o eso pensaban ellos, aunque no sabían nada con certeza ya que prácticamente habían crecido sin padre. Lisa siendo la mayor con 25 años y Jimin el menor con 21 años. Ambos inteligentes y calculadores.

Su madre había sido dueña de una fabrica de vinos, lo cual dejaba dinero para que vivieran cómodamente y su familia fuese reconocida, aunque con su muerte salieron a flote todas las deudas que tenia por prestamos atrasados.

Era hora de que ellos tomaran el cargo y además tomaran una decisión de qué hacer y cómo resolver todos sus problemas económicos. Aunque los dos ya tenían el mismo plan.

Desde tiempos antiguos el matrimonio había sido utilizado para bienes económicos, hacer lazos familiares hacía que la familia política ayudara con gastos o en ese caso "deudas", y para ambos un buen matrimonio debería ser con alguien millonario y era obvio que no había nadie más millonario que el señor Jeon Jungkook que a la edad de 31 años ya contaba con una inmensa fortuna, además de su herencia familiar. Tenía un hijo de sangre de 16 años y una hija adoptiva de 18, su esposa, la madre de su hijo había muerto hace años atrás y según los rumores estaba en busca de una nueva pareja. Una oportunidad que los Park no pensaban dejar escapar.

—¿Desean decir algo?—preguntó el sacerdote.

—No creo que nos escuche, donde quiera que esté..—Susurró Lisa mientras se acercaba a la tumba—Madre... gracias por todo, supongo—Dejó en el suelo un rosa blanca, mientras trataba de contener una lágrima rebelde—Adiós...

—¿Usted joven?— se dirigió a Jimin.

—Adiós mamá...—Dijo simple.

La lluvia comenzó a caer rápidamente, como si supiera que los Park necesitaban una excusa para marcharse, mojó la tierra bajo sus zapatos y empapó a los presentes hasta que decidieron huir corriendo de aquel triste lugar. Jimin dejó caer una sola lágrima, de todos modos nadie lo sabría, solo la lluvia que era su cómplice.