Promesa Senju©──｢ɴᴀʀᴜᴛᴏ ғᴇᴍ｣

Capítulo Cuatro

Los personajes no me pertenecen, todos los derechos a Masashi Kishimoto; los edits tampoco, créditos a sus respectivos creadores.

Si quieren una dedicatoria pídanlo en los comentarios.

Ahora si, a darle con la historia.

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Complejo Senju...

Para Senju Haruko regresar a konoha era extraño, la aldea era tan pacifica, y las personas lucían en paz. Cada vez que sus ojos recorrieron las calles, y su vista se levaba allí en la cima, la montaña Hokage se alzaba brillante imponente.

Los rostros de piedra de Senju Hashirama, Senju Tobirama, Sarutobi hiruzen y Senju Minato de piedra, le regresaron la mirada.

Haruko creía que al pasar y caminar las miradas estoicas de sus antepasados la siguieron. Cuando llego al complejo Senju, nadie regreso a ver a la niña. Ya que esta se sumergió en los terrenos de su clan.

El primer lugar que Haruko visito del complejo, fue la biblioteca del clan, y el estudio personal de su abuelo, y tío abuelo. Se sumergió en una profunda investigación sobre el clan Senju, a pesar de que Tsunade le contó historias de los tiempos donde el clan Senju aun era el mas fuerte de las naciones elementales. Haruko estaba consiente de que solo era rozar la punta del iceberg.

Así que ampliar los conocimientos de su propio clan fue principal para su crecimiento. Leer de los tiempos de las guerras entre clanes, y como su clan dejo tantos archivos sobre ellos, y sus interminables batallas contra el clan Uchiha.

Haruko como su abuelo leyó mucho sobre el difunto clan, y antiguo rival de su propia familia, como la investigación de su abuelo hablo del amor y el odio de Uchiha, y su capacidad para perderse en sus emociones.

«Un buen shinobi no de muestra sentimientos, y da todo, por el bien de la aldea.» Fueron palabras que su abuelo dejo claro en sus diarios. Aun así Haruko dejo que su propia experiencia hablara por si misma.

Leer sobre la fundación de la aldea, y los clanes de ella, sobre su clan, y la historia de su familia; fueron cosas que la niña pensó mucho.

Esa noche apenas descanso, y todo lo que hizo fue leer sobre su clan, aldea, y que significo ser llamado Senju.

«Los shinobis trabajan desde las sombras». Concluyo Haruko, así que no estaba ansiosa por revelar al mundo que una vez más un usuario de Mokuton había nacido en la sangre Senju.

Haruko era consciente de que en el primer instante que dejo la seguridad que le dieron estar bajo el cuidado de su abuela, Tsunade, y su padrino, los enemigos de su clan, comenzarían a apuntarla, y cuando se revelara su linaje, seria un objetivo fijo. Debía tener cuidado.

— Debo hacerme más fuerte.— susurro la niña, mientras sostenía un pergamino con un jutsu de estilo madera, que había recogido de la biblioteca, y estaba consiente de aprenderlo, sabia lo suficiente de Mokuton jutsu gracias a las veces que Nawaki y Shizune volvieron a Konoha por pergaminos para que ella aprendiera. Tenia tanto trabajo que hacer, ella no estaba lista, ni cerca de la altura de su padre, abuelo, tío abuelo, prima y primo.

Había tanto en lo que Haruko aun debía trabajar, tanto que hacer, sabia mejor que nadie que si quería enorgullecer a su clan, y algún día traerlo de regreso, la responsabilidad, el legado, cayo en sus hombros. Nawaki entendió ese peso como heredero del clan.

Habían pasado tantas horas desde su llegada a Konoha, los rumores comenzaron a circular por la aldea, pero nadie sabia nada, y el Hokage aun no revelo nada.

Hiruzen determino que luego de la prueba de Genin de Haruko, y el regreso de Nawaki de su misión, presentaría al consejo a la Senju, y la hija del cuarto Hokage.