5. Coincidencias

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-Mmm...¿ya amaneció?- bostecé y con el ceño fruncido, tape mi cara con la palma de mi mano, debido a la luz del sol que entraba por la ventana y me golpeaba justo en la cara.

Me tapé de nuevo hasta la cabeza e intenté dormir de nuevo, pero mi expresión de molestia desapareció y en su lugar se dibujó una sonrisa en mis labios al recordar el día de ayer.
Pero igual recordé lo cansada que se sentía Olivia, así que me destapé y rápidamente me levanté y cambié la ropa para bajar a desayunar.

Abajo mamá ya estaba sirviendo la comida y Marcos aún dormía.

-Hola mi amor, ¿Cómo te fue ayer? Llegué de trabajar esperando verlos en la mañana y tú no estabas.- comentó mamá buscando una explicación, mientrás la saludaba con un beso en la mejilla.

-Bueno, ayer solo desayuné y me fui a la cafetería. Y ahí a que no adivina a quién me encontré.- dije ansiosa de contarle y me senté a la mesa.

-No se, ¿a quién encontraste?- preguntó curiosa, sirviendo un Homelet en mi plato.

-A David Gris- solté dando un pequeño grito.

-¿De verdad? ¡Que bueno!, ¿no es ese el escritor que tanto lees?

-SÍ, SÍ, SÍ, es él. Ayer hablé con él, y es súper amable y agradable y creo que hasta podríamos ser amigos, pero, claro que, ni siquiera sé si lo volveré a encontrar, pero fue genial poder hablar con él.

-Tanto así que se te fue todo el día en la cafetería, ¿no?

-Ahh, sí- reí nerviosa y comencé a comer tranquilamente, hasta que recordé a Olivia de nuevo y comí más rápido.

-Oye Ale, come más despacio, nadie te esta correteando.- me dijo mientrás ella también desayunaba.

-Es que, recordé que le dije a Olivia que iría a verla hoy, y sí, podría ir más tarde, pero ayer la ví muy cansada y me preocupa que se este esforzando demasiado, no tiene a nadie que la ayude.- expliqué mientrás terminaba mi comida.

-Bueno, esta bien, pero solo ten mucho cuidado, vete en tu bici para que llegues más rápido y no tengas que estar yendo en camión, luego regresas de noche tú sola.- dijo con preocupación.

-Tranquila, estaré bien, estoy queriendo caminar un poco más, así que no necesito la bici- mentí tratando de desviar el tema de mi bicicleta robada, que aún no le confesaba.

Me levanté de la mesa, terminando de desayunar y subí a mi habitación por mi mochila en la que guardé mi teléfono que aproveché a ver, y mandarle un mensaje a Olivia de que iría a la cafetería, ya que era algo temprano y no quería quedarme gritando fuera del lugar.
También le envié un mensaje para saber cómo le estaba yendo a Stephania, de quien no sabía nada desde hace dos días.

-Espero que estés bien- dije al pensar en voz alta. -Ni siquiera le he podido contar lo que pasó el día que fui a la Plaza, ni ayer.

Continúe y metí un puño de caramelos que tenía en mi cajón de cosas privadas. Porque, uno siempre tiene que estar preparado para cualquier situación en la que necesite comer algo dulce y también por si llega a hacer frío, así que metí una chamarra a la mochila.
Tomé un poco de dinero por si acaso, y bajé a la cocina donde mamá se encontraba lavando los trastes.

-¡Ay no!, olvidé lavar mi plato, lo siento.

-No te preocupes, ve a ver a Olivia tal vez necesite ayuda en la cafetería.

-Sí justo eso estaba pensando, quizás podría ayudarla con los clientes aunque sea unas horas, algunos días a la semana, después de todo sería entretenido para mí en las vacaciones.

Fuera de CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora