O1

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Bakugou Katsuki no era un chico...algo común en la sociedad. ¿Y como sería alguien normal si se parece a una estúpida chica? No sabe si tuvo la mala o buena suerte de salir con los genes de su madre. Cuerpo delgado, pequeña figura, grandes caderas, abdomen plano junto con una pequeña cintura, piernas largas y pálidas, trasero de infarto, y un rostro fino y delicado.

¿Que tiene todo aquello de común? La única forma de saber que de verdad era un chico era por el falo que cargaba entre sus piernas. Si no fuera por aquello, hasta él mismo dudaría. Bueno en realidad no, pero hay que ponerle salseo y más palabras.

Ese "don" tenía tanto como partes buenas y malas. Lamentablemente siendo en mayoría las malas. El rubio cenizo perdió la cuenta de cuántas veces lo habían cambiado de escuela. Por que aunque Bakugou Katsuki se viera alguien fuerte y con un ego alto, era muy...demasiado, sentimental. No es que esto último fuera malo, pero igualmente. ¿Tu aguantarías que la mayoría de chicas se burlaran de ti por ser más "afeminado" que ellas? ¿Que los chicos se te insinúen como si fueras una puta que se ofrece a cualquier hombre que se le ponga enfrente? ¿Que te discriminarán solo por ser diferente? ¿Que la persona quien fue tu primer amor te deje después de decir que solo era un maldito marica que sabía como chuparla?

Probablemente no. Igual nadie sabe, tal vez, si. Pero Katsuki no lo aguantó. Ya no soportaba ver a las chicas que se suponían que eran sus compañeras le dijeran de todo solo por que los chicos que le gustaban a ellas estaban detrás del chico afeminado de su clase. No soportaba como lo toqueteaban si permiso. Y tampoco que cada que tuviera salir del colegio una pila de chicas estuviera esperándolo solo para golpearlo.

Él podía ser fuerte. Pero en esta ocasión ya no era, ni lo será.

Por eso en un acto de "inteligencia", quizo darle un giro a las cosas. Su primera carta fue cambiar de instituto. Algo que sus padres no le negaron al saber su condición. Igual que tampoco era problema, los Bakugou que no tenían una mansión hasta en un lugar desierto no eran los Bakugou. Ignorando que Katsuki se baña con dólares cada día, fue a dar a cabo su "malvado" plan.

Y por eso está aquí. Vistiendo de una falda que dejaba ver sus largas y bonitas piernas junto con una camisa una talla más grande que la que usaba usualmente. ¿Se veía como una estúpida chica? Sería la chica más sexy que todo el puto mundo había visto.

Hoy no era su primer día. Ya llevaba medio año asistiendo al Instituto Kōhei. Y aunque le cuesta creer, había hecho algunos amigos. Pocos, pero contaba igual.

Se miró al espejo, tal vez hoy se podría unas medias largas, estaba haciendo frío y no quería sentir como sus piernas temblaban al aire libre. Con algo de pereza se puso aquella medias-panti negras. Que combinaban con aquella mini falda de cuadros y aquel saco azul oscuro; el típico uniforme de preparatoria.

Y no, nadie sabía que era un chico. Y tampoco es como si él lo iba a decir. Era un sucio secreto que sería llevado a su puta tumba, o eso quería creer.

Ya cuando estuvo listo, agrego un poco rímel en sus pestañas, seguido de un bonito delineado en sus ojos. Sus cabellos caían por sus hombros viéndose suaves y sedosos. Algo que dejo crecer después de un tiempo para pensarlo.

Se fijó en la hora. Iba tarde.

—Mmh, una vez en la vida no hará daño a nadie —susurró viendo el reloj de su celular.

Y es que en todo ese tiempo que había asistido al nuevo instituto, nunca se había atraso. Llegaba todos los días a la hora justa, donde faltaban tan solo diez minutos para comenzar la clase. Actualmente las clases ya comenzaron hace tres minutos. Duraría algunos treinta llegar hasta allí, así que sabiendo que perdería una hora de inglés, terminó de alistarse con calma.

Pervertido | TodoBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora