Aithana, ese es mi nombre, no me gusta hablar mucho de mi, es decir, tengo cientos y cientos de cosas por dentro, pero soy como un volcán que ni en la situación más árdida de todas explotaría, no voy a la escuela, porque es una forma de estar fuera de vista de mi madre y ella siempre quiere asegurarse de que "esté bien" y cree que no estoy bien porque no como. De pequeña mi madre adoraba a las modelos de la tv, revistas, y anhelaba que alguna de sus hijas algún día fuese una miss, mis hermanas siempre han sido altas, de caderas anchas y ensanchadas, con hermosas curvas y voluptuosas, con ojos preciosos y un rostro refinado, y yo, no es que no lo sea, pero ser bajita y tener esos dotes no me hacen ver como mi mamá quisiera, mi hermana mayor Claudia es rubia y tan blanca como la nieve, mi hermana menor Alis es la más hermosa y delicada chica de 14 años que he visto, y yo, soy morena, pequeña, de ojos grandes y oscuros, pelirroja (color de cabello que mi madre odia) y quién sabe cuánto más de mi no detesta también.
Mi padre no está, y para mi, no existe, luego de muchos años "soportando" vivir junto a su familia y diciendo que "no estaba preparado para una" decidió irse y ahora vive con su nueva esposa y sus dos hijos, ¡la familia perfecta!
Sé que todo esto suena a que odio todo, pero en el fondo solo estoy asustada, por eso decidí ir a ese estúpido grupo de apoyo, que aunque lo vea de tal forma, me hace sentir que en algún momento esto habrá pasado y estaré salvada. Es martes por la tarde y estoy de regreso en casa, mi madre, para ponerle la cereza al pastel de lo realmente estresada que me siento hoy me dice al entrar - cariño, te ves desastrosa - subo corriendo la escalera y tiro la puerta de mi habitación, lanzo mi mochila a la cama y quedo frente al espejo, ese que tanto odio, pero que mi madre se empeña en dejar en mi habitación para que pueda ver que si no mejoro mi aspecto "no lograré nada en la vida."
Me quedo mirándome (gran error, como siempre) y por alguna razón pienso "no puede ser, soy una idiota, es la chica más guapa que vi alguna vez, y la hago tropezarse, perder su dinero, la dejo saber que solo estoy llena de ridículos miedos y encima me veo gorda y detestable" mis manos empiezan a temblar de impotencia y lloro, lloro con rabia, con ira, pero esta vez no es solo por detestar como soy y como me veo, esta vez es por el cómo me vería una desconocida... caigo en cuenta, me calmo de inmediato y me digo ¿por qué me importa? - a lo cual evidentemente ni respondo porque temo de la respuesta.
Se hacen las 5:00pm y prometí salir con Roger, mi mejor amigo, a dar una vuelta por el lago, de camino hablamos tarudeces como de costumbre y cuando llegamos, tras unos minutos de caminar a la orilla del lago, me freno en seco y lo detengo tomando su mano.
- ¿Qué pasa? - me pregunta abrumado.
- Es... es ella - le contesto.
- ¿Ella quién?
- Me quedo en blanco.
- ¿Ella quién Aithana? - me levanta un poco la voz.
- Ella, la chica que vi hoy en el grupo de apoyo... Aurora, creo.
- Mmm, pues esa Aurora al parecer hará que se te safen los cables - dice en modo de burla.
- Claro que no - respondo cortante - a mi no me gustan...
- ¿Cómo podrías saber si algo te gusta si no te permites probarlo? - me interrumpe con su cara de creerse siempre más astuto que yo y se va, dejándome sola, pretendiendo que iré a hablarle a Aurora.
Me dije que no en mi cabeza, pero cuando abrí los ojos de nuevo luego de pestañear, estaba a centímetros de ella, esta sentada en la arena y tiene una mochila con nueve latas de cerveza entre hielos, yo nunca he tomado alcohol pero necesitaba acercarme a ella.
- ¡Cervezas! - le dije, tomando una y sentándome a su lado. Me miró con sorpresa.
- Para mi - Respondió.
- Uy, pero que pedante, si quieres te la devuelvo, aunque ya tiene mis babas.
- Sonrió levemente y dijo - no, quédatela, ¡Lo vale!
- ¿Vienes aquí seguido? - pregunte.
- No voy a decirte eso, también vendrías seguramente.
- La miro torciendo los ojos y clava su mirada punsante sobre mi.
- ¿Qué? - me atrevo a decir.
- Que tú... tú... tú eres bonita, ¡muy bonita! - me dice para evitar decir lo que sea que pensó.
- Mi cara de pánico se activa y volteo mi cara.
- ¿Ahora tú qué? - me pregunta.
- Nada - digo entre risas.
- Sss, ¿quéee?
- ¡Nadaa! - me toma del hombro y me da vuelta hacia ella, me sostiene la cara entre sus manos y me mira fijamente - son los ojos con el verde más puro que he visto en mi vida, me paralice.
- Aw, eres todo un tomate pequeño algodón de azúcar - dice dulcemente y yo ni siquiera puedo respirar.
He jurado toda mi vida, ante Dios, mi madre, mi familia, que las mujeres no me gustan por mantener el status y no querer ser más rechazada de lo que ya, nunca había pensado en hacer una excepción a eso y al qué dirán, pero esta vez, creo que ya es tarde para recordar que tengo reglas que seguir.
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Más allá del mar... tú
RomantikUn romance juvenil situado cerca del mar, donde ni los prejuicios ni las enfermedades pueden ser motivo para no amarse hasta los huesos, e incluso... más allá del mar.