"Nacer" la única manera de llegar a la vida, ¿o no? Es decir, todo siempre tiene que tener un comienzo, como una historia, como este libro, como mi vida, que, valga la redundancia comenzó naciendo, o quizá también como un arcoíris, al que nunca encontramos el final, así también es mi vida, patéticamente larga y no veo hora de encontrar dónde termina.
Me llamo Aurora, almenos eso me gusta, "Aurora" como esas que aparecen en ciertos lugares del mundo durante la madrugada, llenando el cielo de vibrantes colores y que, aunque no tengan, parece que mientras las ves también escuchas la más hermosa melodía; Aurora, como mi abuela, la mujer más maravillosa de este planeta y la única persona que tiene todo mi amor, sin recelos, sin temores y con mucho agradecimiento. Bien, nacer es todo un proceso, desde embarazarse hasta ese día en el que al fin sales de ese cómodo y calentito saco de liquido para ver por primera vez la luz de la vida, a mi nadie me preguntó si quería o no salir, de hecho he tenido estas absurdas ganas de irme desde antes de llegar, es decir, en el chequeo prenatal de mi madre, tres días antes de la fecha programada para el parto, en la ecografía notaron que tenía el cordón umbilical enrollado en el cuello y que si, daba una vuelta más, moriría, es decir, hice a los doctores, a mi madre, mi abuela y a todos correr para salvar mi vida desde el primer instante, ¡yeiii!
Perdonen si me sienten re pesimista, no siempre seré esta misma Aurora, lo prometo.
No se asusten, todo en el parto salió "bien" dejando de un lado la parte en la que, por lo apresurado e incómodo de la cirugía, me faltó oxígeno al cerebro, causandome una condición (Discapacidad, enfermedad, como prefieran en este momento, luego entenderan) Llamada displejia espástica, que si no saben su definición es una forma de parálisis cerebral infantil, que se caracteriza por la pérdida de fuerza en las extremidades inferiores, acompañada de espasticidad. La afectación de las extremidades superiores suele ser mínima. También se denomina enfermedad de Lille o paraplejía espástica; es decir, sin poder caminar, ni aplaudir, o comer por mi misma, o entender las palabras o tan siquiera hablar y un montón de cosas más.
Pero bien, pausemonos, no quiero confundirlos, claramente si yo tuviese parálisis cerebral no estaría aquí escribiendo esta historia para ustedes ¿no? Afortunadamente mi caso solo se remite a la afección leve de mis extremidades inferiores, es decir, nací sana cerebralmente pero sin la capacidad para caminar. Esto nadie lo notó hasta que tuve la edad que necesita un bebé para empezar a caminar, yo entonces, no podía ni siquiera sentarme sin ningún lugar donde recostar mi espalda o sostenerme, esto llevo a mi abuela y a mi madre a preocuparse e ir con el médico, el cual obviamente dijo que yo "nunca iba a poder caminar" y que mi condición "no tenía ninguna solución médica" sé que por la forma en la que me expreso hasta ahora les debo parecer egoísta y grosera, pero me pongo en los zapatos de ellas, de ambas, y escuchar que la personita inocente que más amaban y en quien ahora se centraba su mundo no podría nunca lograr los objetivos de una "persona normal" no debió haber sido nada fácil y de hecho debió haber desarmado sus corazones.
Pero, no se preocupen, aquí en esta historia ni las personas a mi alrededor, ni yo, nos quedamos con los brazos cruzados ante situaciones difíciles y aunque ni siquiera nacer lo hice bien, un o unos cuantos corazones valientes siempre serán más que suficiente para empezar a creer en los milagros y en que los sueños, una que otra vez, sí se vuelven realidad.
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Más allá del mar... tú
RomanceUn romance juvenil situado cerca del mar, donde ni los prejuicios ni las enfermedades pueden ser motivo para no amarse hasta los huesos, e incluso... más allá del mar.