D i v i n e

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— ¿Estás seguro que me la pasaré bien aquí? — inquirió el millonario a su amigo.

Singto asintió mientras bajaba al par de su amigo del ostentoso vehículo, llamando la atención de todos en el lugar.

— Te prometo que te divertirás como nunca en tu vida — aseguró el de tes canela con una hermosa sonrisa picara adornando su rostro.

Mew dudó de aquello, sin embargo, asintió y siguió a su amigo adentro del establecimiento, dónde les esperaban lindos chicos para acompañar el resto de la noche.

Aunque el lugar luciera como cualquier otro establecimiento nocturno, Mew tenía que aceptar que la decoración rústica en combinación con la arquitectura moderna le daba un toque especial al ambiente, y estaba seguro que las luces rojas dentro de la oscuridad era para agregarle más erotismo a todo el asunto de los bailarines del tubo.

Complacido con todo aquello se dejó guiar por su amigo hasta que llegaron al área VIP, dónde, efectivamente, estaban los chicos más sensuales y ardientes de la ciudad como su amigo le había asegurado antes.

Había chicos para todos los gustos. Desde un lindo rubio con un trasero de infarto hasta un adorable moreno de complexión delgada y rostro angelical. Y no iba a negar que más de alguno despertó su instinto animal en él, pero si era sincero, había estado con cientos de chicos iguales a ellos, lo que volvía todo sumamente aburrido y monótono.

Al menos así fue hasta que vió a Gulf... El hermoso, sensual y candente bailarín exótico que se anunció de estreno esa precisa noche en Divine Club.

Mew juró que el tiempo se había detenido en cuanto vió esos hermosos ojos felinos observarle intensamente desde la tarima. Su respiración se agitó cuando el chico empezó a moverse con seguridad al rededor del tubo, dejando ver su destreza en el baile y acaparando la atención de todos allí.

Los muslos fuertes de Gulf eran resaltados por la corta vestimenta que constaba solamente de lencería roja y medias negras hasta las rodillas. Tacones de punta fina que estilizaban su figura y una peluca de cabello borgoña que hacía juego con todo lo demás.

Mew estaba impactado con tal belleza, con la forma en la que su cuerpo se distorsionaba y jugaba con el tubo, haciendo toda clase de acrobacias de alto riesgo y viéndose jodidamente atractivo mientras lo hacía.

Y por primera vez en su vida sintió aquellas místicas y extrañas mariposas que la gente decía sentir en el estómago cuando se enamoraban. Corroborando así que el amor a primera vista existía porque le estaba pasando a él. Al siempre soltero y patán, Mew Suppasit.

— Singto, ¿qué tengo que hacer para que el chico de la tarima baile sólo para mi esta noche? — preguntó a su amigo, que para ése momento se encontraba acariciando furtivamente a un lindo pálido que estaba sentado en su regazo.

Singto se giró y le sonrió con picardía sin dejar de jugar con el chico en sus piernas.

— Tengo entendido que los chicos que bailan en la tarima son solo bailarines, por lo que es imposible que los clientes puedan tener encuentros privados con ellos — explicó el moreno.

Mew asintió comprendiendo la situación, sin embargo, él no era una persona que se conformaba con explicaciones.

— Si él no puede venir a mi, entonces yo iré por él — explayó, luego se puso de pie y buscó la oficina del administrador del lugar, dispuesto a obtener lo que quería.

Y lo que quería era al atractivo bailarín bailando sólo para él.

(...)

Gulf entró al cuarto privado a regañadientes, puesto que había dejado claro desde el primer día que él solo estaba allí para bailar y no para brindar ningún servicio sexual a los clientes, pero pese a eso su nuevo jefe le había ordenado que atendiera a un cliente especial que se había unido a Divine Club esa noche.

Divine club ➸ Mewgulf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora