Capítulo I

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El Lobo Pálido


Ya pasado cierto punto de la entrada, pago con mi última moneda de cobre a un mozuelo que conozco, para que lleve a mi caballo a los establos de mi mansión.

- Cuida de Sombra y él no te hará nada, intenta buscar entre las alforjas y él te atacará.

-- entendido Thane, algo más?

- si no hay nadie en la mansión que te reciba, quítale el freno, asegúrate que coma y beba algo.

-- si señor.

Seguí mi camino al palacio del Jarl con ganas de ir primero a casa.

Camine por las concurridas y bulliciosas calles de piedra, la gente siempre iba y venía, siempre tenían prisa.

Los edificios de piedra subían a través de la montaña, tenían numerosas escalinatas que llevaban a las partes más altas de la ciudad, era una arquitectura impresionante y jamás recomendaría subirlas ebrio, sería una muy mala caída.

Nunca entendí que era lo que fascinaba de esta ciudad, bueno tal vez era porque aquí fue donde conseguí el título de Thane, oh tal vez por la variedad de culturas que me rodeaba, podías encontrar cualquier cosa.

Todavía recuerdo cuando llegue.

Fue un largo viaje desde las arenas cálidas de Paramo del Martillo hasta esta fría tierra.

Vine en busca de conocimiento.

Vine con la intención de perfeccionar mis artes arcanas, y cumplir mi sueño de estudiar a los Dwemer.

Siempre me intereso su cultura, eran ingeniosos y brillantes, una raza dedicada al progreso, al mejoramiento de cada cosa, alejados de cualquier elemento distractor.

Una raza completa, dedicada solo al avance.

Al llegar por primera vez a Skyrim me estaba pelando del frio.

Y eso que no había llegado a mi primer destino, El Colegio de Magos de Hibernalia, los rumores decían que de ahí surgieron los más grandes magos é historiadores que el mundo haya visto.

El lugar perfecto para mejorar mis habilidades mágicas é investigar.

El colegio tiene una de las bibliotecas más antiguas y complejas de todo el continente. Si hay información acerca de los Dwemer es ahí.

Viajé durante semanas enteras sin descanso y comprobé por experiencia propia, el trato que tenían los lugareños hacia los extranjeros. Nada agradable y debo decir que lleno de desconfianza.

Después de unos meses de viaje, solo entable amistad con una caravana Khajiita, ellos también eran marginados, incluso no los dejaban entrar a las ciudades. Teníamos en común que no éramos amantes del frio, ni el mal clima de la región.

Ellos vendían sus mercancías y yo les servía de escolta, llegamos a ser muy cercanos.

Juntos atravesamos muchas dificultades, pero al final logramos llegar a Hibernalia, la caravana siguió su camino y yo me despedí de mis amigos peludos.

No me tomo nada ingresar al colegio, aunque tuve que buscar trabajo para cubrir mis necesidades y gastos. Mis conocimientos, resultaron ser un respiro de aire fresco para los profesores, pero había mucho que debía aprender.

Tarde casi tres años y tras muchos extraños y peligrosos acontecimientos, logré mi maestría. Mi investigación acerca de la naturaleza mágica de las invocaciones sigue en desarrollo.

Guerra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora