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Cuando mayo llegó, la primavera ya se había hecho con Reino Unido. No hacía calor, solo la típica temperatura normal que en realidad dejaba ver un poco de sol de vez en cuando.

Esa tarde, Harry había salido un poco tarde del trabajo y había llegado diez minutos tarde a su cita con Louis, pero a este no le había importado.

Solo había tomado su mano y tironeado de él a través del centro de Londres, parloteando acerca de cuánto necesitaba un helado. Harry lo llevó a la mejor heladería que conocía y se sentaron poco después en una de las mesas en la esquina. Louis tenía un helado de pistacho entre sus manos y después de un par de quejas de su parte por, según él, la peor elección de sabor del mundo (menta con chocolate) que había hecho Harry, se pusieron a comerlos con tranquilidad.

"El otro día me acordé de ti." Louis dijo. Es algo que hace constantemente, acordarse de Harry. Él lo encuentra tierno, que cualquier cosa que vea le haga hilar pensamientos hasta recaer en Harry. "Mi hermana ha rescatado a otro gato, lo que no es tan raro. Pero este último tenía mucho pelo y se rizaba en algunas partes. Me recordó a ti."

"Siempre te acuerdas de mí." Bromeó.

"Bueno, ¿puedes culparme por eso?"

Harry se rio. No podría porque también le pasaba. Iba a decirlo, pero entonces su mirada se posó suavemente en los labios de Louis y notó un rastro de helado mojándose allí. Acalló de inmediato, y su mano se movió involuntariamente para limpiarlo. Era lo más cerca que había estado de sus labios, pero Louis no se quejó.

A Harry no le importó que estuvieran rodeados de personas, solo se movió más cerca y para no intentar jugar con el destino, empujó sus labios hacia la mejilla de Louis. Fueron un par de segundos, donde él se río en el oído de Harry y sus pieles se estaban rozando... y, simplemente, era el momento.

Se irguió para poder mirarlo de frente y casi sin darse cuenta, notó algo frío sobre su entrepierna, lo que le hizo separarse en un segundo y mirar hacia su izquierda.

Una chica tenía cara de horror mientras sostenía un cucurucho de helado vacío. Su bola de chocolate estaba ahora derramada sobre los pantalones de Harry.

"Oh, Dios, perdón, perdón. No quería, yo-"

Ese día, Harry perdió un beso... y unos pantalones que le encantaban.

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