Prólogo.

497 46 17
                                    


                                    ¿Otra vez?

                                    Sí, otra vez.

Ahora que era un adulto podía atreverse a fumar un poco, lo necesitaba pero no podía porque se lo había prometido a su amigo y él no era de ésas personas que rompen promesas.  Y tenía razón, anteriormente estaba tan estresado por pasar exámenes que acudió al cigarro para tranquilizarse de tal manera que dependía de ello hasta convertirse en un vicio.

Sólo quería calmar sus nervios ¿Porqué ahora? ¿Porqué precisamente ahora ?
Soltó un suspiro, quería simplemente dejar de sentir y así que todo fuera tan rápido, pero no  podía, pues era difícil de  ignorar lo frío de la pared que rozaba su mejilla.

Todo podía ser perfecto para él, cuándo llego y Konan le ofreció una rebanada de pastel, se imaginó una vida feliz con ella. Teniendo una enorme casa y muchos hijos pero eso no sucedería debido a varias razones y dos de ellas sería que siempre estaba ése sujeto, el tal Yahiko que no se le separaba para nada. También estaba enamorado de ella.
Qué malestar le daba saber eso. Y otra era que...

‍──¿En quién piensas?‍ ──esá voz lo sacó de sus pensamientos. No era necesario mencionar cuál era ése otro impedimento. Sólo tenía que abrir la boca y, ya se podía saber de quién se trataba, ése miserable aún seguía insistiendo en querer perjudicarlo.
Pero volviendo a su voz, la detestaba tanto que se sentía airado, estaba tan desesperado por golpearlo pero estaba privado del movimiento.
Otra vez.
Se mordio el labio mientras soportaba aquellos dedos que no hacían otra cosa que  estresarlo.

Obito lo miró por encima de su hombro.

‍── Muérete ──le soltó con tono fuerte. El contrario sólo soltó una risita  y lo empujó más contra la pared.
Y Obito mejor decidió cerrar los ojos, ya estaba cansado de ver el color blanco de la pared que tenía unas cuantas gotas de sangre que salía de sus labios,  se manchaba cuando el agresor lo embestía con frenesí y por ende chocaba su rostro sobre la pared.

¿Cuándo se detendrá?

Ya no quería seguir ensuciando con su sangre esas paredes tan blancas.

Qué cruel puede llegar a hacer el destino.

𝐀𝐆𝐑𝐄𝐒𝐈Ȯ𝐍 𝐈𝐈 ๛ ᵏᵃᵏᵃᵒᵇⁱ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora