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𝐏𝐄𝐒𝐀𝐃𝐈𝐋𝐋𝐀:

La poca luz que había en esa oscura habitación iluminaba el retrato de su abuela. Sus ojos se impactaron contra ella y sintió una agonía sobre su pecho.
Obito se inclinó hacía delante posicionándose en la esquina de su cama y dejó vagar la mirada.
Eran aproximadamente las seis de la madrugada y estaba inquieto en acomodar cada rincón de aquella lúgubre casa, aunque en segundos se arrepentía porque quería que todo se mantuviera cómo ella lo había dejado. Había algo que le impedía salirse de ahí y es que había una sombra importante en esos rincones desgastados, el recuerdo que alguna vez vivió ahí con su abuela. Aquella anciana le daba vida y felicidad, pero el día que la muerte decidió arrebatarla de sus brazos, tuvo que aprender a vivir sin ella. Había ignorado todo lo que amaba hacer cuándo vivía, reía al recordar que pese que no podía moverse y por más que se apoyará con un viejo bastón, no lograba terminar sus deberes cómo abuela que era. Aveces tenía que darle uno que otro sermón porque ella se desesperaba al no poderle ser más útil.

Eso solo empeoraba los sentimientos de Obito.

Odiaba que él tiempo no pudiera perdonarle.
Desde qué comenzó a crecer, no había olvidado algunos recuerdos de su infancia, siempre se despierta antes de las tres de la madrugada por una pesadilla que ni el mismo recuerda. Estaba cansando de lidiar con eso, pero siempre tenía la sensación de llorar en desconsuelo.
Se miraba las palmas de sus manos y luego observaba cada vena que sobresalía al ejercer algo de fuerza. Había crecido pero no sólo de mentalidad, sino también en masa muscular, le sentó muy bien dedicarse al gimnasio cuando perdió a su abuela. Eso le ayudaba a olvidar un poco en su partida.
Caminó hacia la cocina y se sentó, podía ver qué al otro extremo de esa mesa, aún permanecía aquella maceta que su abuela dejó como un adorno. Sonrió nostálgico porque ésa mujer era amante de las flores, lástima que él no haya podido heredar ésa misma emoción.

Y cerró sus ojos, se dedicó a pensar en esas pesadillas que lo despiertan alarmado. Todo el sitió estaba tan tranquilo, ni siquiera se escuchan el sonido de esos grillos o perros alborotados. Por eso trató de tomar esos ratos de paz absoluta para saber porqué no era capaz de acordarse de esos sueños. Siempre tenía una que otra imagen en mente, se veía así mismo encerrado en una habitación estrecha, siendo ultrajado por alguien en concreto. Una persona especial o que no se esperaba, pero recuerda algo distorsionado, que siempre era acorralado por una sombra negativa.

El tiempo paso casi volando, porqué cuándo miró el reloj de su mano izquierda se dio cuenta que debía prepararse para una asamblea importante que tendrá con el director de su carrera profesional.
Cruzó los pasillos hasta llegar a su regadera y decidió darse una ducha rápida con agua fría, le ayudaba a pensar mejor las cosas y la situación de ahora dependerá de mucho.

Antes de cerrar la puerta, contempló una vez más la fotografía de su abuela, la besó despidiéndose de ella para luego encaminarse hacia la estación dónde tomaría el tren que lo llevará a su destino

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Antes de cerrar la puerta, contempló una vez más la fotografía de su abuela, la besó despidiéndose de ella para luego encaminarse hacia la estación dónde tomaría el tren que lo llevará a su destino. El lugar estaba un poco retirado debido a lo enorme que era, parecía un pequeño país por la gran variedad de especialidades que se encontraban y entre otras cosas.
Luego de llegar a la estación se sentó a la espera del tren, notó que había poca gente que tomará la misma línea que él, de cualquier forma, no le extrañaba ya que la mayoría de todos los jueves siempre sucedía lo mismo. Se mantuvo concentrado en las vías del tren para matar el tiempo, minutos atrás se había percatado que todavía tenía tiempo de sobra ya que la asamblea empezará a las diez de la mañana y todavía eran cuarto para las ocho. Pero tampoco tenía algo específico que hacer más que sentirse vacío. Se cruzó los brazos mientras echaba la cabeza hacia atrás recargándose con la pared, por un momento se quedó pensando en el director de la instalación, el dueño del lugar. Sería la segunda ocasión que se estrecharia con el y estaba contentó por eso, ya que era su inspiración a seguir, su ídolo.

Un gritó algo pesado lo removió de sus pensamientos. Se puso de pie en un brincó mientras miraba con preocupación a los lados, no estaba seguro lo que había escuchado y al parecer ninguna persona se preocupó por ello.

A unos cuántos metros de él, estaba un hombre que acorralaba a una bella mujer en un callejón. Le dirigía unas miradas llena de excitación a su vez que le daba unos cuántos tragos al alcohol barato que sostenía en su diestra y finalizaba riéndose sin gracia aparente.
Todo el cuerpo de la mujer temblaba cada vez que se atrevía a observar aquellos ojos que la devoraban al eje de la obscenidad, ella se aferraba a cubrirse las piernas, pues su falda tenía una ruptura que dejaban ver hasta el límite de una dama.
El hombre se lamió los labios mientras forcejeaba con la mujer, puesto que aquellas manos no dejaban apreciar lo deseado.

‍──Pero que guapa estás mujercita ‍──Se atrevió a hablarle cerca de su oído, su voz  ronca perturbaba a la mujer──. Vamos cariño no seas tímida, déjame verte un poco más.

‍──Por favor, déjeme en paz ‍──. Rogó la mujer mientras trataba de alejarlo. Pero el hombre insistía en tocarla, inclusive azotó la botella que sostenía para aprovecharse más, aquél sonido  de la botella quebrándose en mil pedazos contra el suelo, atormentó a la mujer que estaba debilitándose porqué pese a lo ebrio que estaba, ése hombre tenía insuperable fuerza, no sabía cómo procesar lo sucedido, su mente se había cerrado, ni siquiera era capaz de alzar la voz.

‍──Sí estás vestida así, ¿No crees que deberías dejarte abrir las piernas? ‍──Le susurró mientras acariciaba sus rodillas, la mujer ya no sabía cómo apartarlo, estaba cohibida y poco a poco sentía que no podía inhalar aire debido al miedo‍──, las putas cómo tú no deberían pedir clemencia...

El hombre estaba por tocarla cuando de pronto lo jalan del hombro separándolo de la pobre mujer, el hombre se encontró con una mirada llena de irá, Obito alzó su puño y le asestó un golpe sobre su boca, aquél brusco movimiento lo hizo colapsar hasta caer de bruces al suelo.
La mujer se mantuvo quieta, no sabía cómo reaccionar hasta que el Uchiha la sujeto de los hombros.

‍──¿Estás bien? ‍──. Cuestionó preocupado fijando su mirada en ella, la mujer trago saliva pesadamente mientras se perdía en sus ojos. Asentó levemente con la mirada. Obito se quitó su camisa y se la entregó a la mujer, ella  levemente se sonrojó pues  captó su intención, apresurada  se cubrió con ella la parte rota de su falda.

El hombre con esfuerzo volvió a ponerse de pie mientras miraba la espalda del Uchiha. Se limpió con brusquedad la sangre que escurría desde la  herida de su labio y luego soltó una carcajada.

‍──Hey, hey muchachito ‍──decía mientras trataba de no perder el equilibrio‍──, no entiendo porque me golpeaste, pero yo ví primero a ésa zorra. Así que te pido que te vayas un poquito a la mierda.

Obito soltó un chasquido y se giró en su dirección, la mujer alcanzó a sostenerlo del brazo y buscó su mirada.

‍──No, porfavor... No vale la pena, sólo está ebrio ‍──decía entrecortando su voz──, no te metas en problemas.

El hombre siguió riéndose.

‍──¿No me digas que es tu novia? Pues deberías aconsejarle que no se vista como una zorr ‍──. No tuvo tiempo de terminar de hablar pues Obito lo terminó callando con un golpe en su mejilla, fue tanta la fuerza qué enfocó en su puño que le terminó volando la cara hasta dejarlo otra vez sobre el suelo. Se aproximó hacía el y empezó a patearlo repetidas veces, la mujer lo abrazó por la espalda para alejarlo, se alteró cuándo vió la sangre del agresor. Realmente no soportaría la culpa si termina enredado en problemas por ella.

‍──¡Por favor detente! ‍──Pidió la mujer. Obito dio un respingo dejándose llevar por ella.

El hombre se retorcía por el dolor mientras soltaba quejidos. Obito tenía la sangre hirviendo, tenía ganas de asesinarlo a golpes, pero notó la angustia ajena de la mujer que se aferraba a él. No sé puede imaginar lo terrible que debió haber sentido por la culpa de ése miserable ser. Lo peor de estos días calmados, es qué no había ningún oficial que pudiera prevenir ésto, se mordio el labio inferior para calmar su irá.
Pasaron varios minutos y al final decidieron dejar al hombre a su suerte ya que Obito no se ofrecería para ayudarlo, sólo se dedicó a realizar algunas llamadas a las autoridades e informó lo ocurrido, sin embargo aclaró que no los esperaría para hacer un informe. De manera que el hombre estaría agonizando bajo el fuerte sol mientras llegaban los oficiales para levantarlo.
La mujer como muestra de gratitud le ofreció invitarlo a desayunar en el restaurante de su hermano, no estaba tan lejos de dónde se encontraban y cómo todavía no eran las diez de la mañana, Obito aceptó el gestó. Además qué quería asegurarse que la mujer llegará bien a su vivienda. En el trayecto ambos se empezaron a conocer, puesto que para la mujer, tenía curiosidad de saber cuál era el nombre de aquel que la defendió sin pensarlo dos veces.

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⏰ Última actualización: Jun 08, 2022 ⏰

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𝐀𝐆𝐑𝐄𝐒𝐈Ȯ𝐍 𝐈𝐈 ๛ ᵏᵃᵏᵃᵒᵇⁱ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora