Capítulo 3 | No sé tu nombre

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7 a.m. la hora en la que mi día comienza. Preparar el desayuno y despedir a mi esposo para desearle un buen día era parte de mi rutina. Gracias a que Eren pasaba la mayor parte del día siendo asistente de su padre, yo tenía tiempo de sobra.

-Buenas tardes- devolví el saludo hacía mi vecina quién había tocado a la puerta de mi casa para regalarme unos cuantos postres como bienvenida al vecindario.

-Espero que te gusten, nos alegra que este lugar vaya creciendo cada vez más, vivo en el 915 por si se te ofrece algo- dijo sonriente entregandome una bandeja llena de panes recién horneados.

-Se ven muy ricos, gracias- contesté tomando el regalo, no podía dejar de mirar e imaginar lo rico que debía saber eso

-Bien, me tengo que ir, mucho gusto en conocerte ...- hizo una pausa esperando a que le dijera mi nombre

-Mikasa, Mikasa Acker... Perdón, Jaeger, aún no me costumbro a utilizar el apellido de mi esposo- confesé apenada

-No te preocupes- rió un poco- Solo hay que acostumbrarse, mi nombre es Petra-

-Mucho gusto- devolví una sonrisa- ¿Será muy pronto para pedirte un consejo?-

-Para nada, cuéntamelo todo-

-Pasa, prepararé té - dije abriendo más la puerta para darle paso

Petra y yo tuvimos una larga plática  acerca del lugar mientras bebíamos té y comíamos el pan recién horneado, me contó acerca de Oruo, su esposo y sobre algunas familias vecinas, al parecer todos se conocían en el vecindario. También le pedí la ubicación de lugares a los cuales pudiera ir a pasar el rato, me gustaba estar en casa pero prefería no vivir encerrada.
 
-¡Mira la hora que es!- comentó preocupada mirando el reloj- Tengo que irme, muchas gracias por el té-

-A ti, por darme la bienvenida- contesté

Después de que Petra se fuera me arreglé un poco y salí directo a la estación, quería empezar a visitar los lugares que me había recomendado. Para mi mala suerte me senté a esperar más tiempo de lo que tenía en mente, el tren tenía un retraso de casi una hora, tiempo en el que los dolores y punzadas en mi vientre regresaron, esta vez con más intensidad al mismo tiempo que aparecieron pequeños dolores de cabeza.

"Respira, ya pasará" me repetía una y otra vez en voz baja, ¿Será esta la ocasión para tomar las pastillas que me recetó el doctor?. Tomé mi bolso tratando de buscar el medicamento pero el dolor se hacía cada vez más molesto al punto de que mis ojos se nublaran por las lágrimas.

-¡Hola!- me habló alguien alegre, era su voz... Que cambiado estado de ánimo tenía.
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Narra Nitzi:

Esta mañana no pude verla, seguramente se retrasó. Bajé del tren y empecé a caminar cuando a lo lejos pude ver esa distinguida bufanda color rojo entre las personas en espera, ¿Será ella?
Por alguna razón mi ánimo mejoró al pensar en la posibilidad de que fuera ella, me acerqué y con una gran sonrisa la saludé pero al alzar la mirada pude notar extrema preocupación y dolor en sus ojos

-¿Qué tienes?- pregunté preocupada pero no obtuve respuesta, solo escuchaba quejas e intentos de ahogar el llanto por su parte.

De la nada la chica abrió un poco sus piernas y llevó una mano a una de ellas "limpiando" algo casi a la altura de la rodilla. Al ver lo que limpió ambas quedamos en shock, cantidades abundantes de sangre escurrían entre sus piernas, definitivamente era malo. En mi pueblo solía ayudar a las parteras para poder "aprender" en caso de no terminar mis estudios, ellas siempre me contaban acerca de las muchas mujeres que tenían abortos espontáneos en los primeros meses de embarazo, donde habían dolores intensos mayormente en el abdomen bajo y sangrado. Creo que estoy presenciando uno.

Last first kiss  | Mikasa Ackerman X FemOcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora