Pensares

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Dos semanas. Dos semanas que no había visto a aquel hombre de justas palabras, el cual había llegado solo dos veces a su local, pero suficientes para un enamoradizo corazón que apenas se recomponía de una relación.

Incluso había estado cerrando más tarde de lo común para no tener problemas como hace varios días.

Suspiró ya harto de aquello. -Horacio, por favor. Solo cruzaron algunas palabras.

Se reprendió como si no hubiera otra persona en aquel local. -¿Lo sigues esperando? Ya habíamos hablado de esto...

Gustabo no era una persona con más paciencia del mundo y la poca que le quedaba era la que dedicaba exclusivamente al chico de cresta que no paraba de observar la puerta del lugar.

-Gus, que era muy guapo. ¿Cómo me voy a olvidar de su carita toda preciosa? Aparte que tenía una cabeza muy adorable.

-Hasta que no lo vea no opinaré de eso, incluso creo que te lo estás inventando, perro. -Aquel último comentario fue para molestar al ilusionado hombre, causando su cometido al verlo fruncir el ceño.

-Que solamente pasó una vez, calla.

Aquello únicamente ocasionó risa en los presentes, que al momento de calmarse el teñido recordó algo de las pequeñas conversaciones.

-Era policía. -Afirmó, haciendo que el rubio alce una ceja, incrédulo -Porque habló algo de que en la patrulla estaba su jefe descompuesto, o algo por el estilo.

-¿Tendré que ir a comisaría para...?

Los ojos de Horacio se abrieron en demasía y negó rápidamente. -¿Qué dices, bobo? ¿Para qué harías eso?

-Na, nada más quería una excusa porque seguramente termine ahí. Hoy me voy a divertir.

-¿Otra vez las carreras? Gustabo, dijiste que lo dejarías.

-Y lo estos haciendo, ahora solo voy una vez por semana. -Rio para caminar a abrazar a quien se había cruzado de brazos, viéndolo con desacuerdo.

Al otro lado de la isla se encontraba Viktor impaciente para que aquella aburrida reunión termine, ya realmente exhausto de estar en el Norte por disputas que no tenían sentido a su parecer.

Desde hace una semana y por lo menos una vez al día llegaba a su mente aquel florista que tan bien lo hizo sentir, prometiendo que cuando se libere de todo aquello iría a su encuentro.

No lo quería admitir, pero le daba curiosidad con que nuevo ser vivo se encontraría al pedirle algo que pensaba. Por su cabeza pasó la idea despuésde que culmine la reunión, ya inventaría una excusa por el camino, pero la mirada de su jefe cortó todos sus planes al cabo de algunos minutos.

-Volkov, vamos a comisaría. Tenemos que hacer esta basura de papeleo.

Bufó frustrado y con mala gana condujo al lugar acordado.

Otro día será.

Pequeño girasol 🌻 Volkacio || PAUSADA TEMPORALMENTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora