Aquel día llovió sin parar, tanto como no había llovido en años, causando que la tierra del suelo se transformara en un gran lodazal plagado de charcos.
Pese al mal clima, un pequeño Zorua caminaba a paso firme con la mirada fija en el sendero desdibujado del suelo. Llevaba varios días de caminata y una tormenta no iba a detenerle estando tan cerca de su objetivo, aunque si lo estaba retrasando.
Traía puesto algo parecido a un pilotín para protegerse del temporal, con una capucha cubriendo su cabeza entera que apenas permitía entrever sus ojos.
El vendaval era tal, que el cachorro tuvo que agacharse varias veces, pegando su cuerpo al suelo y sosteniendo la capucha con fuerza, para evitar acabar volando por el aire.
Aún con todos los retrasos y pausas, el avance de su andar era constante y el terreno conocido por él, poco a poco iba quedando atrás.
Luego de algunas horas, el camino de tierra se terminó abruptamente y el terreno montañoso que se veía por delante parecía casi intransitable, aun así, dando pequeños brincos de roca en roca y con el riesgo de resbalar y acabar cubierto de barro más de una vez, el pequeño zorrito continuó en su travesía.
Cuando sus patitas empezaron a temblar haciendo tangible el agotamiento, el Zorua se resguardó de la lluvia bajo una formación rocosa y secándose un poco se dispuso a comer algunas de las bayas que traía para recuperar sus energías.
Aprovechando el momento de descanso, repasó en su memoria cada instancia de su viaje, a su mente regresó el agobiante calor de la Caverna Magma, la salada brisa marina antes de adentrarse en el Mar Tormentoso y, por último, los recuerdos de antes de convertirse en un explorador, que llenaron de lágrimas sus ojos.
Absorto en sus recuerdos, recorrió con la mirada los alrededores hasta que algo lo sacó de su trance.
A lo lejos, un objeto metálico brillaba cuando, sacudido por el viento, reflejaba la poca luz de la luna que se colaba entre las espesas y oscuras nubes de tormenta.
Olvidándose de cubrir su cabeza con la capucha, corrió bajo la lluvia en dirección a aquel objeto, ilusionado con que pudiera ser lo que tanto estaba buscando.
Saltando entre rocas para acercarse lo más rápido que sus cortas patas le permitieran, en un descuido, resbaló con el musgo húmedo y acabó por caer en un gran agujero oculto entre dos grandes piedras.
La caída no fue muy larga pero el golpe en la cabeza si fue suficiente para noquear al zorrito unos minutos.
...
Una helada gota justo en la punta de su nariz fue suficiente para despertarlo y, sacudiendo la cabeza para recuperarse por completo, se dispuso a levantarse.
Una vez pudo ponerse de pie, caminó buscando salir de la grieta en la que se encontraba, cosa que finalmente logró, no sin antes tener que deslizarse por un estrecho espacio, entre dos laderas de piedra, por el que apenas cabía el ancho de su cabeza.
De regreso al aire libre, la lluvia había amainado pero la noche se había vuelto mucho más oscuro ya que el cielo, lejos de despejarse se había nublado aún más si era posible haciendo que aquel brillo que llamó su atención sea imposible de localizar esta vez, mas no podía encontrarse demasiado lejos.
Después de otra rápida inspección con la mirada, el cachorro retomó su caminata y no muy lejos finalmente divisó aquello que tanto había buscado.
Frente a él se alzaban unos pilares derruidos por el paso del tiempo semi enterrados y, entre ellos, la entrada a una mazmorra.
Finalmente, después de tantos meses de trabajo, las Ruinas Perdidas estaban delante de sus ojos.
Incluso cuando los relámpagos que aún acontecían de vez en cuando iluminaban el oscuro cielo nocturno, nada más que un pasillo sin final aparente lograba verse en lo profundo de la cueva, ni siquiera para los ojos adaptados a la oscuridad de un tipo siniestro.
Tragando saliva y tomando una gran bocanada de aire, buscando aliviarse y deshacerse del estrés por el miedo al fracaso, el Zorua encendió una pequeña vela que había logrado mantener seca todo el viaje dentro de su morral.
—Lo logré... al fin encontré este lugar. —Dijo hablando para sí en voz baja.
Con solo la tenue luz de la vela como guía, el zorro gris se adentró unos metros por el pasillo y, dejando el morral en el suelo, sacó de su interior lo que aparentaba ser un retrato.
—No pude despedirme de ti... —Habló, esta vez en voz alta, mientras improvisaba un pobre intento de altar, usando algunas piedras del lugar para poder colocar la fotografía encima.
—Sabes... al principio me enfadé mucho contigo —dejó escapar un suspiro—. Cuando me quise dar cuenta ya habías desaparecido.
—Perdón, me tomó mucho tiempo aceptar que no volverías... —Continuó su discurso mientras colocaba junto a la foto un ramo de flores y su propia insignia de explorador—. Esperaba que regresaras para poder regañarte por abandonarme y poder lloriquear como un niño pequeño entre tus patas.
—Gracias por lo que me has enseñado, gracias por acogerme bajo tu ala y ayudarme en momentos difíciles. —La voz le tembló y algunas lágrimas escaparon de sus grandes ojos húmedos que reflejaban la luz de la vela como un lago reflejando la luna en él—. Prometo que seré fuerte, y que me enfrentaré a todos los desafíos que me esperan haciendo que te sientas orgulloso de mi.
Secando sus lágrimas el Zorua acomodó la vela frente al cuadro, iluminándolo y revelando en él la silueta de un Luxio, que observa la cámara de reojo como si el fotógrafo le hubiera tomado por sorpresa, pero aun así no le prestara demasiada atención.
—Me volví un explorador como tú, siguiendo tus pasos, y mi equipo es de los mejores del continente. Pero... aun cuando no soy lo sufrientemente fuerte como para adentrarme más, quería rendirte un homenaje. —Haciendo una pequeña reverencia el zorrito se despidió de su compañero y, dándole la espalda, emprendió la caminata de regreso a su hogar.
—Hasta la próxima "Nini"... Tal vez si las estrellas se alinean, algún día, pronto, estaremos juntos una vez más y te enseñaré lo mucho que he crecido y madurado.
Dibujo hecho por @Luna_Muenster en twitter.
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Tal Vez Si las Estrellas se Alinean
FanfictionPequeño One-Shot dedicado a alguien muy especial.