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Me preguntaba si él se seguía acostando con otras mujeres. . . Ya vi que si.
¿Debería. . . Estar celosa? No he tenido tanta relación con Bill, para tener un lazo fuerte en este matrimonio, y lo poco momentos que hemos tenido terminan en desgracias. . .
—¿Vas a comer o seguirás hurgando la comida?
Ah, si. . . Mis buenos días. . . Gracias Bill. . .
—¿Qué tienes?
Que forma tan brusca de decirlo. Luego de haberme ignorado por días y descubrir que tus indicios para que vaya bien esto los tiras a la basura yendo con otras mujeres ¿Tienes el descaro de preguntarme que qué tengo? Bueno y si aún así no sabes, ESTOY ENOJADA.
Mis ojos viajan con odio a los de Bill, quien, mastica formalmente contemplando mi ira. No le importa y clava el tenedor contra la última parte del huevo, llevándolo a la boca.
Limpia su boca con la servilleta y comenta —En la tarde vendrán unas mujeres. . . — Se levanta con elegancia, como si un gran brillo destellara detrás de él. Camina por todo lo largo de la mesa hasta llegar a mi lado —Si no quieres que vengan, ruégame.
Tal como dijo, por las 3-4 de la tarde, vinieron dos mujeres, yo estuve en un pequeño estudio un piso abajo, y aún así, podía escuchar los malditos gemidos de las mujeres. Ni siquiera podía pintar tranquila, intenté subir el volumen a la música, Y AÚN ASÍ, SEGUÍA ESCUCHANDO LOS GRITOS. Oh Dios mío, cuando termine sus actos lo voy a encarar.
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