Capítulo 2- Vi

388 41 5
                                    

Paseando por los pasillos de aquél lugar me vinieron recuerdos de cuando  Powder y yo éramos unas crías. Solíamos hacer recados para Yordle con Mylo y Claggor. En parte para sacarnos algo de dinero, en parte porque nos obligaba Vander, con todo eso de ayudarnos los unos a los otros y mantener a Zaun unido. Además, siempre le servíamos de oídos en todas partes, cuando hacíamos lo que nos decía claro.

 Un sentimiento pesado se instaló en mi pecho al recordar. No había tenido mucho tiempo para pensar últimamente, lo cual había sido liberador para mí. Cuando pasas todo ese tiempo encerrado rodeado de escoria, al final tus propios pensamientos terminan siendo tu única compañía. Estar con Caitlyn había sido... Me preocupaba que pudiera distraerme de mi objetivo. Powder. Necesitaba encontrarla, necesitaba decirle...

Un chico con un antifaz de zorro  se tropezó conmigo, interrumpiendo mis pensamientos, escuché una voz menuda gritando desde el fondo del pasillo.

–¡Eden! ¿Qué haces aquí aun? tienes una clienta muy importante, a la que por cierto no le gusta esperar – el muchacho se quedó pasmado un momento–¡ Corre!
–Si, Yordle, perdone –y se alejó corriendo por el corredor hasta una de las habitaciones.

Yordle salió de su despacho y alzó la cabeza para mirarme sorprendida, como si fuera un fantasma. Era evidente que no esperaba verme.

–Vi por los dioses, ¡estás viva!
–¿Cómo iba a estar si no? – ¿Acaso nadie había sabido de mí en todos estos años?, Miró a su alrededor como si esperaba que alguien pudiera estar viendo.
–Ven, entra en mi despacho, será mejor que hablemos.

Al cabo de un rato salí, dándole vueltas a todo lo que habíamos hablado, aunque ni una pista sobre mi hermana. Lo que me preocupaba era que si ni siquiera Yordle había sabido de mi estancia en Stillwater era bastante probable que Powder tampoco. Seguramente se ha pasado todo este tiempo pensando que de verdad yo la abandoné. Sacudí la cabeza ante esa posibilidad.

Buscando  por los pasillos del burdel a  Caitlyn no la veía  por ninguna parte, hasta que en una de esas pasé por una estancia, llena de cojines , cortinas de seda y un fuerte olor a un extraño incienso. Ahí estaba charlando tranquilamente en un gran diván con otra chica con un antifaz, seguramente creyendo que ella trabajaba allí. Una extraña satisfacción me recorrió al verla tan cómoda y segura.. Eso me hizo recordar la escena que nos habíamos encontrado al entrar del trío y se me encendió una divertida idea en la cabeza. 

Entré sin avisar.

–Cariño,¿ ya has encontrado una que te guste? Perfecto –  me puse a desabrochar la chaqueta fingiendo desnudarme mientras me miraban estupefactas. La chica la miró extrañada.
–No estaba hablando contigo por eso- sonrojandose como un tómate se empezó a apartar de ella.
–No tengas vergüenza pastelito, nadie nos ve– intentaba aguantar la risa al verla tan abrumada.
–¿Un trío? Me encanta la idea –ronroneó la chica acercándose a ella- además tu novia es...¿cómo decirlo?  Imponente –vaya, eso no me lo esperaba, supuse que era normal cuando vas a un sitio como ese.

Caitlyn se levantó apartándose de nosotras.

–Yo, yo mejor me voy–y salió tropezando con las cortinas de seda de la puerta. Se me escapó una carcajada.
–Bueno entonces ¿Tú te animas?– me había olvidado por un momento de la chica del antifaz.
–Eh, no gracias– y salí detrás de Cat.

 Aligerando el paso conseguí alcanzarla antes de que saliera del burdel a saber dónde. Mirando a los lados vi una habitación vacía La agarre de un brazo dando  tirón para meternos dentro. Oscuridad y la luz roja de la única lámpara que colgaba del techo.

"Secretos rojos en Zaun" (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora