Prefacio

28 11 8
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





—Que te gustaría ser de grande?— me preguntaba ella con intriga.

Honestamente no me sentía cómodo con esa pregunta pero. — no tengo idea, jamás pensé en entablar relación con una mujer, y aquello sería lo más lógico, pero no quiero hacer algo que los demás harían, soy grande ya, sé que lo soy, pero, no lo suficiente para decidirme que ser cuando tenga la oportunidad de elegir una carrera, es complicado, y aunque mi opinión haya cambiado con respecto a todo gracias a ti, sigo pensando que compartir la vida con alguien es lo último que querría en mi vida y más siendo grande— y sin mas preámbulos esa fué mi respuesta, parecía ser una respuesta sencilla, nada infantil, algo irrealista dirían algunos,  pero eso es lo que quería yo.

—Es la mejor respuesta que me han dado hasta me hizo emocionar— terminó diciendo ella quitándose una pequeña lágrima de sus ojos, la cual parecía de emoción, yo sólo asentí con una sonrisa, que era más como una muestra de mi respeto hacía ella. Juro que jamás pensé encontrarme con alguien que me hiciera cambiar de opinión con respecto a las mujeres y muchos menos, que ese alguien fuese una mujer.

Hoy puedo decir tranquilamente que ella no es una mujer más, me gustaría pasar mi vida con ella, pero aún tengo mucho por solucionar, y ella no se merece lo mejor, sólo algo bueno, y aún estoy lejos de ser eso u ofrecerle aquello. De todas maneras quería seguir haciéndole creer que no había cambiado del todo por lo cual respondí:

— Te pusiste emotiva cariño? Dios, las mujeres y sus sentimientos, en fin, no es como si se pudiera esperar mucho de ustedes, después de todo son solo eso,... Mujeres— ella se puso roja de rabia, no se esperaba esa respuesta de parte mía, por lo que se levantó rápidamente de la silla y golpeó la mesa de la cafetería, donde estaban las tasas en las cuales minutos antes habíamos estado bebiendo café, haciendo que por el impacto de su mano contra la mesa provocara que las tazas repiqueteen en sus respectivos platos, tomó aire y con la voz demasiado elevada dijo «VETE A LA MIERDA, NICOLÁS»

¡¡¡Dios!!!, hacerla enojar era lo mejor que me podía pasar en la vida aparte de que era fácil colmar su paciencia, pero se veía tan sexi fingiendo ser sería, fingiendo ser firme, sólo para que sus palabras me pesaran, cuando lo único que me pesaba en ese momento era mí amiguito debido a la reacción de aquella mujer que aún esperaba de pie con la intención de que me disculpara, lo cuál lo hice, porque un poco más y quizás se iba y me dejaba sólo.

   Soy Nicolás Thompson y esto es un poco de mi vida.
           

En fin, "MUJERES"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora