CAPITULO TRECE

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Jimin permaneció allí, aturdido y sorprendido de lo bien que se había sentido. Nada de lo que había experimentado nunca lo había preparado para la saciedad y el placer que llenó su cuerpo. La timidez le inundó, y mantuvo los ojos cerrados. —¿Estás bien? —preguntó Jungkook suavemente.

—Uh huh. —No tenía palabras. Le habían sido robadas por la impresionante belleza de su primer orgasmo mutuo.

—¿Tuviste miedo? ¿Se sintió bien?

Podía oír a la incertidumbre en Jungkook, y finalmente encontró el coraje para abrir los ojos. Le sonrió, con la mirada centelleante de alegría.

—No, no tuve miedo. ¡E infiernos, sí, se sintió bien! Jungkook soltó un suspiro de alivio, acariciándole la garganta por un momento antes de hacer una mueca por el lío que habían dejado.

—Creo que deberíamos limpiarnos. Estamos un poco sucios.

Jimin se rio y se puso de pie, pero Jungkook lo levantó antes de que pudiera alejarse por completo.

—Juntos —dijo Jungkook, su tono no admitía argumentos.

El malestar revoloteó sobre Jimin, pero sabía que tenía que mostrarle que confiaba en él, por lo que asintió. Jungkook le dio una amplia y descarada sonrisa, e hizo malabares para mantener a Jimin en sus brazos e inclinarse lo suficiente para apagar el televisor y la luz. Se dirigió hacia las escaleras con un propósito, ir a su cuarto de baño para tener privacidad. Lisa no estaría en casa por lo menos hasta dentro de una hora, pero no quería correr ningún riesgo de que Jimin se sintiera avergonzado. Lo dejó sobre sus pies suavemente y se giró, abriendo y regulando la ducha para que saliera el agua caliente antes de despojarse de su ropa.

Con sus ojos pegados al duro y cincelado cuerpo que se le revelaba, Jimin se quedó allí, con los brazos cruzados sobre el vientre. Jungkook se volvió y lo vio completamente vestido, acechando lentamente. —Todavía tienes la ropa puesta —señaló con la voz ligeramente acusadora.

Jimin sacudió las manos dudando si quitarse la camisa, pero Jungkook tomó esa decisión por él cuando se detuvo delante y agarró el borde de su camisa. —Levanta los brazos.

Obedeció de mala gana, y Jungkook le deslizó la camisa por su cabeza. Su pálida piel estaba llena de cicatrices, que variaban en tamaño y forma, desde los hombros hasta el pecho y aún más abajo, a su vientre. Bajó sus manos para cubrirse el pecho tanto como fuera posible, pero Jungkook le agarró suavemente las muñecas, apartándolas fuera de su cuerpo. Sintió los labios del vaquero contra una de las cicatrices. —No te escondas de mí, Jimin. Eres hermoso. Y si tengo que besar cada marca de tu cuerpo para que lo creas, lo haré hasta el día de nuestra muerte.

Jungkook puso sus manos en los pantalones vaqueros de Jimin, deslizándolos por sus piernas y animándolo a salir de ellos. Ahora estaba desnudo delante de Jungkook, quien lo llevó a la ducha y debajo de los chorros de agua. Jimin nunca se había sentido tan querido como lo hizo durante los siguientes veinte minutos. Jungkook enjabonó su cuerpo, lavó cuidadosamente cada centímetro, desde el cuello hasta los pies, poniéndose en cuclillas para lavarlos. Cuando el hombre masajeó su cuero cabelludo con champú, Jimin no pudo sofocar un pequeño suspiro de placer. Se sentía muy bien, y podía notar el cuerpo del hombre apoyado contra el suyo, enviando un escalofrío delicioso y pecaminoso por su espalda. Pero Jungkook no trató de conseguir ningún tipo de contacto físico, solo terminó de lavarlo antes de lavarse rápidamente a sí mismo.

Envolvió a Jimin en una toalla grande y mullida, secándolo con cuidado y suavidad, llenando sus hombros y la parte de atrás de su cuello con besos que se sentían como aleteos de mariposa. Cuando terminó, le dio una ligera palmada en el culo y le dijo: —Anda, a la cama. Estaré allí en un momento. Sólo tengo que usar el baño.

TOCAME GENTILMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora