24: Hacer una excepcion

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Desde la entrada inundada de coches y camionetas ultimo modelo aparcadas, chicos platicando en grupos, bebiendo hasta perder la consciencia, bailando sin soltar el vaso, parejas frotándose entre sí mientras bailaban, alcohol y sustancias nocivas para la salud era lo que se podía percatar a simple vista. Sabía que si buscaba más a fondo en la gran mansión podía encontrar algo mucho peor que una pareja teniendo casi sexo en las escaleras.

—Wow, está súper enorme la casa de Kyle —comentó Sher, con una suave expresión atónita.

Cuando caminaron por el caminito que llevaba a la puerta principal, Leah alcanzó a reconocer el coche aparcado de uno de los amigos de Drew, y no le sorprendía en absolutamente nada. Era de esperarse que él estaría en la fiesta con lo fiestero y borracho que es.

Al entrar el olor a alcohol, hierba, descontrol, sexo y ambiente estudiantil acaparó su panorama. También unas cuantas miradas se posaron en ellas, simplemente porque no podían pasar desapercibidas. Las tres eran bellas a su estilo y manera. Además, el lugar estaba infestado de estudiantes del instituto, también los del equipo de fútbol americano habían ido así que relativamente sus presencias eran notables. Prácticamente había ido todo el instituto y no es para menos, hace dos semanas estaban en época de exámenes finales y lo único que deseaban era desestresarse, así que una fiesta devastadora y arruina vidas era la mejor solución al remedio.

—Ahorita las veo chicas, Zac me envío un mensaje diciéndome que está aquí —gritó Sher, buscando con su mirada en dirección al tumulto de gente bailando desenfrenadamente.

—Leah yo iré a la cocina por unos tragos, ¿me acompañas? —preguntó Bea, cerca de mi oído para que pudiera escucharla mejor por encima de la música ensordecedora.

Sher en cuanto encontró a Zac, se perdió entre la gente desapareciendo de su vista. Mientras Bea y ella fueron a la cocina para servirse una par de tragos de una botella de tequila. Se abrieron paso entre las personas y lograron llegar a la cocina después de esquivar a un grupo de personas que estaban bebiendo una ronda de shots.

—¿Quieres algo ligero para empezar? —preguntó Leah, al ver decenas de botellas con contenido alcohólico. Desde tequila y whisky hasta lo más dañino para la salud que fácilmente podría hacerte resetear tu existencia y olvidarte de algunas penas.

—Si, un vodka está bien —aceptó Bea, observando cómo su amiga hacía algunas maniobras y preparada su bebida.

Leah soltó una risa echando la cabeza hacia atrás al escuchar a Bea. Sí, claramente el vodka era la mejor opción para comenzar con algo tranquilo en una fiesta. Tomó la botella de vodka y como si fuera alguna conocedora profesional en las bebidas le hizo la suya, y aunque honestamente no supo la cantidad que le sirvió, lo que sí sabía era que noventa por ciento era alcohol y el resto era algún refresco para complementarla.

Leah tomó ambos vamos sin saber qué demonios preparó para las dos, pero lo que importaba era que ambas no tenían evidentes intenciones de salir sobrias de ahí.

—Toma... —la rubia le entregó su bebida, y Bea se le quedó viendo dudosa por unos segundos al notar el color extraño que aparentaba. Leah acercó su vaso al de ella —Salud, por qué en esta fiesta encuentres un buen polvo.

Bea río y movió la cabeza negando. Leah chocó suavemente su vaso contra el de ella simulando que brindaban porque esa noche fuera espectacular y se divirtieran como usualmente lo hacían.

—Y salud porque en esta noche saqué de tu vida al patético de Drew —agregó Bea, sonriendo con aire cómplice.

—Es lo que más deseo en el mundo. —finalizó Leah y se inclinó el vaso bebiendo un largo trago.

Guys my age :: j.b Donde viven las historias. Descúbrelo ahora