Oasis ━━ [En curso] 《23》

Capítulo cinco: Llámame «amo»

Crocodile

—Me he encargado de los cuerpos de los fallecidos —me comunica Mister One.

Ambos caminamos por el pasillo con dirección a la cubierta.

—No tenían familia, ¿cierto?

—No —murmura, luciendo tan serio como de costumbre.

—Supongo que no tiene sentido que los llevemos con nosotros si nadie reclamará sus cuerpos.

—Ella, ¿ha recordado algo de lo sucedido?

—No —le respondo, en tanto cruzo por la puerta antes que él—. Y no creo que sea buena idea que lo recuerde.

Coloco mis manos sobre la barandilla. Noto que Mister One se para a mi lado. Lo veo por el rabillo del ojo.

—Es curioso.

—¿Qué cosa? —le pregunto volteando hacia él.

Sé lo que está pensando, pero se equivoca. No tengo ningún interés en especial en esa sirena. Ella no me importa en lo absoluto; sin embargo, me fastidiaría tener que tratar con una mujer deprimida. No sería una vista atractiva para la gente que visite mi casino. Eso es todo.

—Te agrada, ¿cierto?

—Estás loco.

—Ten cuidado, se dice que las sirenas son criaturas hermosas que hechizan a los hombres, hasta el punto de hacer lo que sea por ellas.

—Patrañas —bufo—. Esa no es más que una de tantas leyendas estúpidas; solo una tontería contada por los marineros embusteros. Esos vejetes solamente le llenan la cabeza de fantasía e idioteces a los mocosos y a todo aquel que preste oído a sus historias de alta mar.

Mister One enarca la ceja. Me da la impresión de que mi respuesta le ha divertido, e inclusive parece que podría suceder lo impensable, y que está a punto de sonreír.

—Bien —frunce el ceño. Adiós al milagro llamado: sonrisa—. Personalmente tampoco creo en esas cosas, pero no está de más tomar precauciones.

—¿En serio piensas que podría enamorarme de una sirena, o mejor dicho, de alguna mujer?

—¿De verdad quieres que responda eso?

Bufo.

—Algo tan patético como esas emociones, ha sido todo una invención de los débiles como distracción y excusa ante su aburrida existencia...

—Mejor no digo nada —murmura.

—¿Qué has dicho?

—Que iré a encontrarme con uno de mis contactos, y que conseguiré la información que me has pedido.

Enarco la ceja. Éste piensa que estoy sordo.

Ignoro lo anterior. Realmente no tengo la paciencia suficiente para continuar con ésta conversación.

—Creo que Disco puede ser de mucha ayuda —murmuro, sacando del bolsillo interno de mi abrigo una bolsa llena de monedas de oro.

—Eso iba a decirte —Acepta el dinero y lo guarda a un costado de la banda blanca en su cintura.

—Ve, y envía gente que ayude con la pronta reparación de los daños leves del barco, y contrata a algunas mujeres para que limpien y ordenen. Estos idiotas tienen el gusto y la distinción de un pordiosero. La decoración nunca será su fuerte.

»También, consigue un nuevo contenedor para la sirena. Nos espera un largo camino hasta el Grand Line y no puedo tenerla en la tina todo ese tiempo.

—Bien —Me da la espalda. Comienza a alejarse—. Volveré en cuanto tenga la información.